Hace ya un año que Julia Otero volvía ponerse delante de los micrófonos de su casa, Onda Cero, tras serle diagnosticada un cáncer de colon que le obligó a apartarse de las ondas para encararlo con todas sus fuerzas. Hoy la enfermedad está bajo control y a la la periodista, de 63 años, se le acumulan los proyectos, aunque sigue sometiéndose a revisiones periódicas para vigilar que el mal no reaparezca. En una entrevista en 'El País', la comunicadora habla de su experiencia y del singular apoyo que le supuso 'Egoístas, inmortales y viajeras' (Planeta, 2021) , un libro que no deja de recomendar siempre que tiene ocasión, por ejemplo a María Escario, que también padece cáncer de mama.
Otero cuenta que esa obra, cuyo título completo es 'Egoístas, inmortales y viajeras: Las claves del cáncer y de sus nuevos tratamientos: conocer para curar', le sirvió para comprender e ir más allá sobre la enfermedad. No en vano su autor, el científico y catedrático de la Universidad de Oviedo, Carlos López Otín, es una de las voces más autorizadas y relevantes en la investigación contra el cáncer. Este libro es la tercera parte de su trilogía de la vida, formada también por 'La vida en cuatro letras' y 'El sueño del tiempo'.
La periodista explica que en la obra de López Otín se establece que si la sociedad funciona correctamente cuando prevalece el altruismo, lo mismo ocurre en el cuerpo: "Las células se ayudan unas a otras para localizar a aquella que nos está dañando. La que cree que no está bien se saca de en medio, eso se llama apoptosis: se mata a sí misma. Es de un altruismo y de una generosidad asombrosa".
En el lado contrario está la célula cancerígena, que da título al libro, se sabe mal hecha y cuyo discurso sería 'no soy igual que la célula de la que vengo, y ahora va a venir un tipo que me va a destruir porque no hago bien mi trabajo, voy a ver cómo lo puedo engañar'. De esta forma, hasta esa célula cancerígena tiene su épica: "Cómo intenta escapar de donde está, buscarse un camino nuevo a ver si puede sobrevivir".
Para ello esa célula loca o aberrante empieza a engañar a todo el cuerpo, al sistema inmunológico, a los anticuerpos, a todo. "Donde hay un tumor cancerígeno hay una especie de patas de cangrejo, que son las terminaciones circulatorias que va creando el tumor para autoabastecerse de sangre. Y empieza a ir por libre. Le importa un carajo hacer daño a todos los demás: esa célula va a su interés, a mantenerse ella. Eso lo trasladas al cuerpo social y es lo mismo. El egoísmo acaba con lo mejor. Del cuerpo social y del cuerpo biológico".
Para la comunicadora, enfrentarse a la enfermedad desde ese prisma fue revelador y le sirvió para tomar conciencia de su propio cuerpo: "Le daba aliento a mis células buenas para que resistieran la agresión a la que las sometía". Cuando María Escario acabó de leer el libro, le dijo a Otero: 'Es que veo hasta la poética del cáncer'. "Bueno, es que la biología es pura poesía. Cuando estás dentro de tu cuerpo, y sabes exactamente lo que está ocurriendo, qué sustancia te está entrando por la subclavia, hacia dónde se dirige y qué es lo que provoca. Hay una poética de la biología", explica la periodista.
"La información para mí fue una tabla de salvación. Saberlo todo en todo momento me ayudó. Hay gente que escoge no saber; gente a la que le dan un sobre cerrado al salir del TAC y se lo entrega al oncólogo. Yo no. Cada uno tiene su estrategia", concluye.