Cada día son más las enfermedades que pueden afectarnos a través de nuestra vida. Muchas suelen llegar de sorpresa sin tener tiempo para prevenir. Sin embargo, muchas veces ignoramos que la prevención está asociada a algo tan simple y cotidiano a lo que no se le da la importancia que merece: el lavado de manos. Esta simple acción muchas veces se deja de lado por no considerarla necesaria, pero el sólo hecho de cambiar hábitos al respecto podría significar una gran diferencia.
Durante la pandemia, el mundo entero se concienció con la importancia de lavarse las manos a menudo y correctamente. Las manos son el vehículo perfecto para que un montón de patógenos ingresen en nuestro organismo. Tal y como señala la ONG Unicef, principalmente son tres los tipos de enfermedades que podemos prevenir en gran medida con un buen lavado de manos: respiratorias, digestivas y de piel y mucosas.
No nos damos cuenta cuan frecuentemente nuestras manos pueden ser un agente de contagio para otras personas. Continuamente mantenemos contacto con otros a través de ellas. Esto no es sólo contacto con los seres humanos, sino también con los animales y los objetos, los cuales también pueden ser agentes de contagio al tocarlos.
El principio básico del lavado de manos, que se aplica también a muchas otras infecciones respiratorias, no solo al coronavirus (gripe, catarros) es que las partículas expulsadas por las personas infectadas se pueden depositar en superficies que más adelante puede tocar una persona sana. Si esta última después se toca las mucosas (especialmente las vías respiratorias), el microbio tiene la opción de entrar en su cuerpo. Por el contrario, un buen lavado de manos (con jabón o, incluso más eficazmente, con geles esterilizantes como los hidroalcohólicos) puede eliminar con éxito el agente antes de que entre en contacto con las mucosas.
Algo similar ocurre con las enfermedades digestivas (salmonella, hepatitis, rotavirus...). Tocar con las manos elementos contaminados (agua, alimentos, tierra, animales...) o incluso estrechar la mano a una persona que los haya tocado puede ser suficiente como para que los gérmenes se depositen en las manos. Estos después pueden entrar en el cuerpo de la misma forma que las enfermedades respiratorias, al tocarnos las mucosas, o incluso pueden pasar a los alimentos si los manipulamos.
Algunos patógenos (impétigo, conjuntivitis), por el contrario, pueden infectarnos tan sólo por el contacto con nuestra piel (o con las mucosas, o por irritaciones o lesiones de la piel). A menudo, no obstante, la piel de las manos es lo bastante resistente, con lo que lavárnoslas antes de tocar partes más vulnerables puede ser suficiente para prevenirlas.
El lavado de manos es importante para prevenir muchísimas enfermedades, pero existen algunas en las que influye esto en gran manera. Estas son:
Seguro pensarás que el lavado de manos solamente debe realizarse después de ir al baño o antes de comer, pero es importante que conozcas los momentos clave en donde se tiene mayor probabilidad de contraer y propagar microbios.
En general, lo mejor es lavarse las manos con agua y jabón. Los jabones antibacterianos de venta libre no son más eficaces para matar gérmenes que el jabón común. Toma estas medidas: