"La mayoría de los centenarios que conozco beben alcohol y toman café", afirma Valter Longo, bioquímico y experto en longevidad. Eso, en parte, explicaría por qué cada vez hay más personas que llegan a los 100 años. Los expertos afirman, de hecho, que el número de centenarios seguirá aumentando en las próximas décadas.
La hermana André, la monja francesa nacida Lucile Randon, falleció recientemente a los 118 años. Ahora, las dos personas más longevas son María Branyas Morera, una española de 115 años nacida en Estados Unidos, y Fusa Tatsumi, que vive en la localidad japonesa Osaka (Japón), uno de los 'santuarios azules' (así se conocen los lugares donde vive mucha gente longeva), también de 115 años. Según una estimación de Naciones Unidas, en 2022 existían 593.000 centenarios en todo el mundo. Para 2050, se prevé que habrá 3,7 millones.
Los gerontólogos afirman que para vivir muchos años con cierta salud hay que disponer de una buena genética. “No se puede llegar tan lejos sin haber ganado la lotería genética al nacer”, afirma S. Jay Olshansky, profesor de salud pública de la Universidad de Illinois en Chicago en declaraciones al Washington Post. “Así que la regla número uno va a ser la genética”.
De hecho, en la primera entrevista que mantenemos con un médico o un especialista de salud la pregunta infalible es a qué edad han muerto nuestros padres y de qué enfermedad. Luigi Ferrucci, director científico del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, lo confirma: "Los hijos de centenarios suelen tener una vida más sana y larga que sus coetáneos, pero probablemente no se trate de un único gen, sino de un perfil, una combinación de genes”, dijo Ferrucci.
Contar con una buena genética es una condición indispensable, pero no suficiente para ser longevo. Los expertos no terminan de ponerse de acuerdo sobre cuánto influye la genética en la longevidad de una persona frente a su estilo de vida. "Cuando estudiamos a estas personas, lo primero que sale es la genética. Pero si rascas un poco, empiezas a ver otras cosas", asegura Valter Longo, profesor de Gerontología en la Escuela Leonard Davis de la Universidad de California del Sur.
Por su parte, Jamie Justice, profesor adjunto de gerontología en la Universidad Wake Forest, afirma que la genética representa alrededor del 25% de la longevidad. El otro 75% está relacionado con el entorno: dónde se vive, qué se come, con qué frecuencia se hace ejercicio y cuáles son nuestras relaciones sociales y familiares.
El reto, en última instancia, no es vivir muchos años, sino vivir muchos años en buenas condiciones. Y en esa ecuación entra tanto el estilo de vida como cuestiones políticas de gestión de recursos. Según Justice, un buen sistema de sanidad pública “no se puede subestimar”. En su opinión, si disponemos de un sistema eficiente de salud, tendremos mayor esperanza de vida.
Nacer en un lugar del mundo desarrollado o no, en una zona de conflicto o no, tiene un enorme impacto en la longevidad. "La mayor discriminación es en qué coordenada de GPS nacemos", afirma Pablo Melchor, presidente de la ONG Ayuda Efectiva. Los centenarios y supercentenarios conocidos residen en Estados Unidos y Japón, países con un alto nivel de vida. Japón, de hecho, es el país con más centenarios per cápita.
Los investigadores han descubierto recientemente que “el estrés de la vida afecta directamente a algunos de los mecanismos biológicos del envejecimiento", afirma Ferrucci. Nuestra nuestra exposición a diversos tipos de contaminación también puede perjudicar la salud. Con investigaciones concluyentes, podría darse un giro radical al enfoque de la salud pública, pasando de la medicina terapéutica a la preventiva, basada en introducir cambios en el estilo de vida individual, pero también social. “Estamos descubriendo que el secreto de la buena salud no está sólo en nuestro comportamiento, sino también en lo que hace nuestra sociedad para mejorar la salud de nuestra población", afirma este investigador.
Por lo demás, los últimos estudios sobre longevidad insisten en la triada ya conocida: dieta adecuada (básicamente la mediterránea), ejercicio moderado y adaptado a cada etapa y unas relaciones sociales de calidad, las que dan apoyo cuando lo necesitamos y nos invitan a salir de casa. Para muchos investigadores, el simple hecho de salir ya marca una enorme diferencia a favor del envejecimiento saludable.
Sin embargo, el secreto de la 'casi' eterna juventud no ha logrado aún desentrañarse. Pese a la pandemia, la esperanza de vida en España supera los 83 años, pero la característica de los centenarios es que manifiestan una resistencia biológica para vivir muchos años con una buena salud razonable, aunque el entorno no sea el más adecuado.
Pese a que el 'gran secreto de la longevidad' no se ha encontrado (o no ha sido revelado), otros expertos, como el propio Valter Longo, afirma que con unas pautas concretas de estilo de vida y un ambiente adecuado "podemos vivir sanos hasta los 150 años. Más sería un problema". Entre los problemas, nuevos horizontes en la edad de jubilación y más recursos para gestionar una población en aumento. La paradoja es que podríamos vivir en un cuerpo viejo y sano en un mundo cada vez más hostil.