Woody Allen confesó que difícilmente podría conocer su cota de testosterona cuando ni siquiera acierta a deletrear correctamente la palabra. El icónico músico Herbie Hancock siente que al tocar una pieza de jazz los niveles se le disparan. Y el novelista Carlos Ruiz Zafón sabía que la testosterona nunca llegaría a ser la mejor musa para el verso. No habrá hormona que haga más ruido, desate más comentarios o inspire más ingenio en nuestras profanas cabezas.
Afortunadamente, la ciencia sale al rescate y en Uppers hemos tenido la suerte de contar con la opinión de Alejandro Molina, urólogo, andrólogo y cirujano estético genital. Recientemente ha sido galardonado como el mejor urólogo de España por los Doctoralia Awards 2022. Vemos con él el modo de tomarnos con calma la cuestión de la testosterona y de aclarar todo aquello que atañe a su caída, ese impertinente talón de Aquiles, más marcado según pasan los años.
Se insiste en el descenso de testosterona en mayores de 50 años. ¿Existe demasiada alarma?
Para hablar de descenso de los niveles de testosterona en la población adulta es importante diferenciar entre lo que es el mero hecho de tener niveles por debajo de la normalidad (hipogonadismo bioquímico) y lo que es tener síntomas asociados a dichos niveles bajos (hipogonadismo clínico, conocido en la población adulta como hipogonadismo de inicio tardío o síndrome de déficit de testosterona).
Disminuyen de manera natural a partir de los 30 años (entre el 1 y 2% anual). Sin embargo, para considerar este descenso como anormal es necesario comparar los niveles de esa persona con la población de referencia para su edad. Aproximadamente, en el 7% de los hombres entre 40 y 60 años puede detectarse un hipogonadismo bioquímico. Y en torno a un 20% entre los 60 y 80 años. Por encima de los 80 años se observa hasta en un 50%.
Estas cifras serían más elevadas si tuviéramos en cuenta otros parámetros analíticos hormonales. Hasta un 30% de los hombres con hipogonadismo leve puede presentar niveles de testosterona total normales.
¿Cómo influye la edad en el descenso de testosterona?
Se debe a una reducción en el número y la actividad esteroidogénica de las células productoras de testosterona del testículo, así como a una alteración de la secreción de ciertas hormonas a nivel del hipotálamo, en el cerebro.
¿Cuándo debería considerarse alarmante?
Si estos niveles de testosterona bajos no se acompañan de una clínica característica con síntomas como disfunción sexual, cambios en el comportamiento y función cognitiva, alteraciones del sueño, sofocos o cambios físicos, por ejemplo, no tendrán la consideración de enfermedad. Es decir, no habría que realizar un tratamiento hormonal de reemplazo.
¿Esa caída podría ser un síntoma de una enfermedad que aún no ha dado la cara?
Hay estudios que identifican el déficit de testosterona como biomarcador de enfermedad cardiovascular, al igual que ocurre con la disfunción eréctil. Su reemplazo en pacientes con hipogonadismo reduce el riesgo de eventos cardiovasculares -un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular-, así como de mortalidad cardiovascular.
Además, los pacientes con factores de riesgo cardiovascular tienen una mayor incidencia de niveles bajos de testosterona. Se ha visto que mejorar estos niveles puede ser beneficioso para el control del azúcar, colesterol, obesidad y otros trastornos.
¿Qué prueba nos permite conocer el nivel de la testosterona?
Dos extracciones sanguíneas, en días separados, a primera hora de la mañana, en ayunas y sin presentar enfermedades agudas. Es importante que sean dos porque hay pacientes que pueden presentar cifras normales en alguna determinación; y viceversa, varones sanos que en alguna determinación puede salir alterado. Se considera que existe niveles bajos en líneas generales cuando la testosterona total es inferior a 350 ng/dl, si bien esta cifra límite puede variar en función de la edad y del laboratorio donde se analice la muestra de sangre.
La investigación no cesa y la medicina aporta cada vez mejores soluciones, pero tantas opciones a veces provocan aturdimiento. ¿Cuál es la más eficaz?
El tratamiento más efectivo es el reemplazo hormonal con testosterona. La manera de administrarla puede ser en forma de gel, parches, vía oral o inyecciones intramusculares o implante subcutáneo. La diferencia básica entre ellas es el tiempo que dura en sangre y la estabilidad en los niveles en sangre.
También los remedios naturales generan confusión. ¿Deberíamos sospechar?
Sí es cierto que modificar los hábitos alimentarios a saludables, controlar el peso corporal y la práctica de ejercicio físico de fuerza hipertrófico ayudan a elevar los niveles de testosterona de manera natural.
Por otro lado, existen muchos remedios naturales en forma de alimentos o extractos en formas de micronutrientes que promueven el aumento de la testosterona, reducen la transformación de testosterona a estrógenos o aumentan la disponibilidad de testosterona libre en sangre. Es el caso del zinc, antioxidantes como la vitamina A, E, selenio, vitamina D, la maca, el tribulus terrestris, el DHEA, el ginseng coreano, el indol-3-carbinol (IC3), la ashwagandha, el jengibre, etc.
Lo que debemos saber es que ninguno de ellos sirve para sustituir el aporte externo de testosterona en pacientes enfermos de hipogonadismo. Más bien se deberían considerar como afrodisíacos, pero no como terapia sustitutiva. Además, en muchos de ellos se cuestiona su efecto por carecer de estudios de rigor científico. Hay situaciones en las que un déficit de alguna de estas vitaminas u oligoelementos, como la vitamina D o el zinc, sí se ha visto beneficioso corregirlo con suplementación, pero solo en casos donde existe carencias.
Hemos elevado la testosterona a categoría casi divina y esto ha provocado la difusión de bulos. ¿También llegan a su consulta?
Hay que diferenciar entre el uso de testosterona como reemplazo hormonal por necesidad de su uso con fines de mejora de la virilidad. Ahí es donde encontraría la mayor parte de los bulos. Estos son solo algunos de los más corrientes:
¿Cuál es el riesgo de esta mala interpretación de la testosterona?
Es necesaria para muchas funciones del organismo, pero no hay que caer en el error de pensar que cuanta más testosterona, mejor. Aportar un exceso al organismo tiene repercusiones contraproducentes. Entre ellas, disfunción sexual, infertilidad, atrofia testicular, toxicidad hepática, cambios en el estado del ánimo y comportamiento más agresivo, aumento de las mamas o aumento del riesgo de tromboembolismo.