No eres tú, es la amoxicilina: ¿cómo afecta este medicamento a la disfunción eréctil?
La amoxicilina combate las bacterias que causan ciertas infecciones comunes como la neumonía o la bronquitis
El problema es que el poder destructivo de la amoxicilina también deja desprotegidos los órganos reproductivos
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El organismo reacciona ante agentes externos e internos de forma positiva pero también negativa. Sucede a menudo con bastantes medicinas que no solo sientan mal al estómago y, entre otras contraindicaciones, repercuten en la capacidad de excitación y en el desempeño sexual. En Uppers hemos consultado con un especialista qué medicamentos pueden afectar a la erección en un hombre y la lista, que no es corta, incluye ciertos antibióticos. Es el caso de la amoxicilina, de modo que también nos ha explicado cómo afecta la amoxicilina a la disfunción eréctil.
La amoxicilina y el desempeño sexual
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En principio, parece que la amoxicilina nada tiene que ver con la capacidad de excitación, por lo menos en su prospecto no lo indica. Se trata de un antibiótico semisintético que se elabora a partir de la penicilina y actúa contra una serie de bacterias que causan infecciones en las vías respiratorias, como la neumonía o la bronquitis, en la garganta, en los oídos, en la nariz o en las vías urinarias. Por ejemplo, los dentistas suelen recetar un tratamiento con amoxicilina precisamente para evitar una posible infección tras una intervención bucal importante.
La complicación en este caso es que la amoxicilina no solo “mata” las bacterias causantes de la infección, sino que tiene otros efectos secundarios para el organismo bastante importantes. Uno de ellos es que altera la flora de nuestros órganos reproductores. Esto quiere decir que los debilita y los deja desprotegidos ante otros elementos distintos a las bacterias contra las que se había recetado.
En concreto, cuando estos órganos reproductores se encuentran desprotegidos uno de los hongos que habita en la zona sin causar problemas aprovecha la oportunidad para hacerse fuerte. Su nombre es Candida albicans y suele encontrarse en un pequeño porcentaje en la vagina, en la boca, en el tubo digestivo y en la piel. Lo normal es que no genere infecciones ni síntomas porque la cándida y otros muchos microorganismos se mantienen mutuamente en equilibrio.
No obstante, la desprotección que provoca la amoxicilina y otros antibióticos hace que la cándida se extienda en exceso rompiendo ese equilibrio entre el conjunto de microorganismos. A este crecimiento del hongo se la llama candidiasis y en este caso es debido a la reacción en el organismo ante la amoxicilina. En la mujer los síntomas son picazón, ardor, irritación, inflamación y dolores en la vagina y en la vulva, sobre todo durante las relaciones sexuales o al orinar.
Por su parte, la candidiasis no se disemina a través del contacto sexual pero siempre cabe la posibilidad de que los hombres presenten síntomas después de tenerlo con una pareja que ya estaba infectada. Cuando la cándida afecta solo a los genitales masculinos, al prepucio y al glande, se denomina balanitis candidiásica. Los síntomas son ardor o picor al orinar, hinchazón del glande y secreciones irregulares que se acumulan bajo la piel. También se puede manifestar en otras zonas como la boca, la barba o los pies.
En cualquier caso, la infección por este hongo debe tratarse. Un especialista es quien la tiene que valorar para prescribir la medicación que corresponda en cada caso. Es evidente que tanto en el hombre como en la mujer afecta de forma muy significativa a la hora de mantener relaciones sexuales.
Principales medicamentos que generan disfunción sexual
En cuanto a otros medicamentos que generan disfunción sexual se encuentran las estatinas y los fibratos que se recetan para tratar la hipercolesterolemia. Son compuestos que interfieren en la producción de testosterona, estrógenos y otras hormonas sexuales. Afectan a los hombres en la erección y en las mujeres también provocan dificultades para alcanzar el orgasmo. Se suman a la lista los antihipertensivos para corregir la hipertensión arterial, que en ellos generan una disminución del flujo sanguíneo lo que influye en el deseo sexual, la erección y la eyaculación.
A ellas les afecta porque causan sequedad vaginal e igualmente disminución del deseo y dificultades para llegar al orgasmo. Algo parecido sucede con los antidepresivos contra la depresión y diversos trastornos que provocan la imposibilidad de eyacular, impotencia y la disminución de la libido.
Del mismo modo, los antipsicóticos para tratar la esquizofrenia, el trastorno bipolar y otras patologías psiquiátricas graves causan disfunción sexual porque, entre distintas reacciones, bloquean la producción de dopamina, que ayuda a regular la respuesta emocional, la gratificación y el placer.
Los especialistas también nombran las benzodiacepinas que se prescriben como tranquilizantes contra la ansiedad, el insomnio, la agitación, los espasmos musculares o las convulsiones. Sus propiedades sedantes y de relajación muscular disminuyen el interés sexual, la excitación y la sensación al igual que pueden interferir en la producción de testosterona, una de las hormonas protagonistas para el deseo sexual. A esta lista de medicaciones se añaden muchas otras, pero las citadas podrían ser las más conocidas.