La salud íntima es importante, aunque dé vergüenza hablar de ella. Cuando llegamos a la menopausia, no hay por qué esconder ni normalizar la sequedad vaginal, quizá uno de los aspectos más molestos de esta etapa de la vida. De la misma manera que los estrógenos cambian la forma que tiene nuestra piel de hidratarse, sucede lo mismo en la zona de la vagina y vulva, lo que acaba provocando variaciones en la microbiota vaginal que dan como resultado sequedad y rigidez. La buena noticia es podemos prevenirlo, como explica la nutricionista Marta Marcé en su libro 'Disfruta de tu menopausia' (Alienta Editorial).
Un microambiente vaginal ácido es básico para prevenir la acción de distintos agentes patógenos. Esa acidez viene dada por el peróxido de hidrógeno y el ácido láctico, ambos con propiedades antimicrobianas. El ácido láctico, además, es anti-inflamatorio, lo que protege de los signos de atrofia vaginal.
El ácido láctico se produce de manera natural en nuestro cuerpo, en la mucosa íntima, pero una mala higiene o un exceso de higiene puede acabar con él. Según la experta, la mejor higiene íntima es utilizar solo agua. Hay multitud de productos dirigidos a limpiar esa zona, pero son precisamente los jabones los que modifican el pH y la acidez de la vagina, dificultando la vida de las bacterias beneficiosas. El jabón también retira capas del epitelio vaginal, un nutriente básico para los lactobacilos.
Los tejidos sintéticos, el uso de salvaslips y algunos tipos de bragas con formas poco anatómicas tampoco favorecen la microbiota vaginal. La ropa interior de algodón, mejor cuanto más cómoda, son importantes si no queremos que nuestra vagina se vaya alcalinizando; es decir, descomponga su equilibrio ácido.
Para compensar la falta de hidratación y propiciar la aparición de los lactobacilos, también necesitamos mantener la zona hidratada desde el exterior. De la misma manera que nos hidratamos la cara o el cuerpo, debemos hidratarnos la vagina con cremas concebidas para ello u optar por los aceites de almendra, caléndula, coco y aguacate. También son adecuados los óvulos de vitamina E, que ayudan a hidratar el tejido y evitar su oxidación.
Para la nutricionista Marta Marcé, el suplemento estrella en el omega 7, con grandes efectos sobre la piel, la mucosa y los ojos. Varios estudios demuestran que la ingesta de este suplemento, por ejemplo a través del aceite de espino amarillo mejora tanto nuestra hidratación como el bienestar íntimo.
La vitamina C, ya sea a través de suplementación o de la alimentación, es otro aliado imprescindible. Este micronutriente es muy adecuado para mejorar la formación de colágeno y la flexibilidad de los tejidos. La vitamina E, disponible en frutos secos y aceites de calidad, también facilita esta hidratación, que podemos mejorar con una buena ingesta de agua, entre 1,5 y 2 litros al día.