La corbata está vista como un símbolo de elegancia y formalidad, incluso en algunos ámbitos de poder. No es un complemento que un hombre, ya también mujeres, suela utilizar a diario, a no ser que sea ejecutivo y que, por su trabajo, de llevarla prácticamente a diario. Por lo general, es más bien frecuente en eventos especiales, como cenas, eventos navideños o bodas, que nos hacen vernos más atractivos, sobre todo si normalmente no las usas. No obstante, es posible que nunca te lo hayas preguntado, pero ¿puede una corbata ser perjudicial para la salud?
Puede parecer una pregunta un poco irrelevante, pero realmente debemos darnos cuenta de que es una prenda que va anudada sobre nuestro cuello, donde ejerce presión a la vez que el cuello de la camisa está completamente abrochado. Una presión extra que puede tener efectos sobre la salud.
No es nuevo, es algo que lleva varios años estudiándose, especialmente sobre la presión que ejerce sobre los ojos, cómo afecta al flujo sanguíneo hacia el cerebro, e incluso de qué manera es una superficie transmisora de microbios hacia nuestro organismo en sanitarios que la visten. En resumen, para que te quedes tranquilo, es que no es peligroso, pero puede llegar a tener ciertos efectos, especialmente si existen patologías previas, que se deben tener en cuenta y conocer.
En 2018, un estudio publicado en Neuroradiology trató a 30 hombres adultos sanos que no tenían ninguna patología cardiovascular previa, separándolos en dos grupos de 15 personas que más tarde se someterían a una resonancia magnética para analizar su flujo sanguíneo hacia el cerebro. Uno de ellos no iba a utilizar corbata, mientras que el segundo sí.
Para entender los resultados hay que tener en cuenta que el grupo de la corbata se sometió en tres momentos diferentes a la resonancia. Uno en el que el cuello de la camisa estaba abierto, con la corbata desabrochada; otra con el cuello cerrado y la corbata con nudo Windsor; y una tercera con el cuello desabotonado y la corbata abierta. Entre cada una dejaron pasar 15 minutos.
Con los resultados analizados, detectaron que en el grupo de la corbata el flujo de la sangre disminuyó en 13 de los 15 participantes, mientras que en el grupo de control solo ocurrió en seis de ellos. Uno de los puntos clave es que entre el grupo que usó corbata la presión sanguínea aumentó estando el cuello abotonado y la corbata anudada, una presión que continuaba tras aflojarse el cuello.
En general, lo que apuntan es a un aumento en la presión ocular, lo que puede llegar a provocar un mayor riesgo de glaucoma, además de reducir el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Una situación que no tiene porqué darse en personas sanas, pero que puede empeorar cuando se tienen otros problemas de salud o se tienen ciertos factores de riesgo, como obesidad, tabaquismo o la tensión alta.