Paquita Salguero cumplió ayer 109 años. Pertenece a los 19.639 ciudadanos mayores de 100 años que, según el INE, viven en nuestro país. Si bien llegar a centenarios no es algo imposible, superar los tres dígitos de edad con la vitalidad, la salud y la calidad de vida de Paquita es casi imposible. En ese 'casi' reside el secreto que le ha permitido alcanzar la longevidad con buena salud.
Poco antes de empezar la Primera Guerra Mundial, en 1914, Paquita nació en el faro de Cedeira, donde su padre trabajaba como farero. Ella y sus siete hermanos se quedaron huérfanos siendo ella muy niña y cada uno se crio en lugares diferentes. A algunos de ellos no los volvió a ver, como los que se fueron a Cuba, pero a pesar de una infancia llena de vicisitudes, nunca se sintió desgraciada. "Vivo bien, tengo salud, y disfruto de las cosas que hago", ha respondido en La Voz de Galicia cuando le han preguntado por la clave de su longevidad.
Paquita, además, parece ser una de las pocas personas del mundo con un perfil genético poderoso. Estas personas tienen un sistema inmune más resistente que la media, lo que les hace menos vulnerables a enfermedades comunes, crónicas o asociadas a la edad. Como ejemplo, Paquita pasó por el Covid sin pena ni gloria: se contagió, pero fue asintomática, al contrario de su sobrina, quien estuvo ingresada en el hospital durante más de una semana.
Los expertos no terminan de ponerse de acuerdo sobre el mecanismo de estos super genes. Mientras algunos científicos sostienen que es un perfil propio, surgido en la concepción; otros aseguran que el estilo de vida puede empeorar pero también mejorar nuestro material genético. En uno u otro caso, Salguero ha optado por hacer que su cuerpo y su mente estén en el mejor estado posible. Ella lo ha logrado con estos hábitos.
Hacer ejercicio es el mantra del bienestar. Pero a los 100 y pico años ir al gimnasio parece complicado. Paquita resuelve la ecuación haciendo una caminata diaria, ya sea con algún conocido o con su perrita Queen, 98 años menos que la dueña. Su recorrido es invariable: pasea por el centro de la ciudad, va a la iglesia de Santa Lucía y se deja caer por los lugares donde ya es una estrella, como el mercado de la plaza de Lugo. Atiende con una sonrisa a todos los que se dirigen a ella, otra de las claves de la longevidad.
Según explica su sobrina Carmina, Paquita sigue "con las mismas ganas de juerga que siempre". Es la primera dispuesta a celebrar cualquier cosa y a aceptar las invitaciones, cada vez más abundantes, que recibe. "Es increíble lo que disfruta. Tener su edad y continuar celebrando la vida cada instante es una suerte", asegura Carmina, su compañera de aventuras de los últimos años.
La Paquita de 109 años no aparenta en las fotografías más de 70 y pocos. En ellas se ve a una mujer menuda, de estilo juvenil y con un lustroso cabello blanco. Su ropa y sus accesorios son las que podría ponerse una mujer de cualquier edad. En sus paseos por A Coruña siempre luce impecable. A no ser que llueva a mares, no perdona la salida, siempre con un cuidado estilismo y una sonrisa dispuesta.
Esta centenaria maneja el whatsapp con soltura. Cuando está en un sitio que le gusta, manda a sus conocidos y seres queridos un vídeo de donde esté. Su curiosidad es insaciable: "¿Cuándo lo he pasado yo mal yendo de excursión?", pregunta con un finísimo sentido del humor. Respecto a las nuevas tecnologías, Paquita tiene todos los 'gadgets' y se entiende bien con ellos. Por su cumpleaños número 107 le regalaron un 'smartwatch'. No dice que no a ninguna novedad tecnológica.
Pero si hay algo que distingue a esta gallega infatigable es su carácter: positivo y poco dado a la rumiación, el hábito que nos hace obsesionarse con las pequeñas o grandes desgracias. Tenemos 60.000 pensamientos diarios; hacer que no nos manejan y nos lleven por la parte más negativa de nuestra mente parece la especialidad de Paquita. "Hay que tener buen carácter, no incomodarse por nada y ser muy positiva", responde a quienes le preguntan por el secreto de su felicidad.
Es el último punto y quizá el más importante. Paquita hace de manera natural uno de los pilares de la conciencia plena o Mindfulness: no aferrarse a lo malo o bueno de cada experiencia vital. Dejar ir lo negativo tiene ventajas evidentes. Pero dejar ir las cosas buenas no es tan fácil. No aferrarse a lo bueno no significa no disfrutar, sino no dejar que el miedo a perder lo que nos hace felices nos consuma. Paquita sabe que es una privilegiada, pero sabe que el privilegio -disfrutar de una buena calidad de vida siendo centenaria- puede acabarse cualquier día. Por eso, disfruta de cada instante, desde una comida con amigos a hacer un crucigrama, y celebra su 'cumplemeses'. Como los bebés, los 7 de cada mes, festeja entre los suyos el milagro de vivir. Sin aferrarse y con el convencimiento de haber honrado cada minuto de su vida como lo merecía en ese momento.