Así es pasar tres minutos sin ropa a -110º: Ice Lab, el lugar donde curar lesiones con frío extremo
Uppers prueba en primera persona el Ice Lab, una revolucionaria cámara de crioterapia
El doctor Leyes, eminencia a nivel mundial, es el responsable de haber instalado en Madrid este innovador tratamiento para lesiones y rejuvenecimiento de tejidos
“La gente entra con miedo porque piensan que no aguantarán, pero salen con sensación de bienestar”
Piensen ustedes en el momento que más frío hayan pasado en su vida. Hagan memoria. Ahora imagínenselo con unos 100 grados menos. Eso es el Ice Lab. Una cámara de crioterapia en la que la temperatura baja hasta -110º y que está revolucionando el mundo del tratamiento de lesiones en el deporte de élite y, al mismo tiempo, acercando al resto de la población técnicas que pueden generar numerosos beneficios. ¿Se atreven a probarlo?
El doctor Manuel Leyes, referencia mundial en el ámbito de la cirugía, de la mano del Grupo QuirónSalud, ha sido el responsable de traer esta innovadora técnica a Olympia, un centro de salud deportiva, bienestar y medicina funcional situado en Madrid.
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El propio doctor nos explica en qué consiste esta técnica: “El Ice Lab es una cámara de crioterapia en la que la persona permanece hasta un tiempo máximo de tres minutos a unos 110 grados bajo cero con el objetivo de bajar su temperatura corporal. Es un frío muy seco, sin humedad, por lo que la percepción cambia y se tolera mejor. Nunca nadie ha estado a esta temperatura en la Tierra, es una temperatura que no existe (la más baja registrada es de -89º), pero los que lo han probado entran con cierto miedo por no saber si aguantarán y salen con sensación de bienestar, probablemente relacionada también con que la concentración de oxígeno es el doble que fuera”.
Un antiinflamatorio biológico
El principal beneficio que proporciona el Ice Lab tiene que ver con “eliminar cualquier inflamación que tengas en el cuerpo, sea postraumática, reumática o de otro tipo”, nos comenta el doctor, que además explica a Uppers cuál es la ventaja respecto a otros tratamientos: “Es un antiinflamatorio biológico. Con los deportistas se utilizaban las bañeras con hielo, pero eso tiene varios problemas. El primero es que no puedes bajar mucho la temperatura porque el agua se congela y el segundo es que no se puede meter la cabeza, donde se acumula mucho calor. Además, el tratamiento es más largo".
"Con el Ice Lab los deportistas están menos tiempo y a una temperatura más baja, con lo que el sufrimiento para el atleta es menor y el beneficio mayor y más rápido. El tiempo dentro del Ice Lab guarda relación con la forma física de la persona. Nosotros recomendamos un tiempo máximo de tres minutos en la cámara de -110º. Las personas que están muy preparadas aguantan los tres minutos, mientras que los otros suelen salir al minuto más o menos”, añade.
Indicado para el dolor crónico
El Ice Lab, de todos modos, no es un lugar al que sólo tengan acceso deportistas de élite, sino que cualquiera puede someterse al tratamiento, ya que sus aplicaciones son diversas, tal y como nos explica el doctor Leyes: “La indicación estrella es la de recuperación del deportista. No es necesario ser deportista de élite sino que después de realizar un ejercicio físico intenso es muy bueno entrar al Ice Lab. Para las personas que rondan los 50, en Alemania, por ejemplo, se lleva utilizando ya mucho tiempo para el dolor crónico como la fibromialgia. Con tratamientos prolongados, de muchos días, se da un efecto inhibidor del dolor. También es recomendable a esta edad para evitar las inflamaciones que se producen habitualmente en las zonas de inserción del tendón. Lo que nosotros llamamos las entesitis. Una muy común a esa edad en alguien que hace deporte amateur es la tendinitis rotuliana”.
Y si las aplicaciones puramente físicas ya están respaldadas por la evidencia científica, poco a poco en el Grupo QuirónSalud se está trabajando en las psicológicas: “En Alemania llevan tiempo aplicando el Ice Lab para el estrés. Hay muchos pacientes que pasan dos o tres veces por semana por el Ice Lab a primera hora de la mañana, pero es cierto que las indicaciones psiquiátricas o psicológicas están por desarrollar”.
Baja cinco grados la temperatura de la piel
También se está desarrollando una rama cosmética. “En el Ice Lab baja cinco grados la temperatura de la piel, con lo que se vuelve más tersa y baja su sensibilidad, disminuyendo así cualquier sensación de dolor”, argumenta el doctor Leyes.
Pero como no todo podían ser teoría y explicaciones sobre el papel, un servidor decidió aceptar la invitación para probar el Ice Lab en primera persona. La experiencia, sin lugar a dudas, mereció la pena, aunque no podemos negar que existía cierto cosquilleo en los momentos previos al tratamiento, justo después de tomarme la tensión, cuando me estaba cubriendo las orejas, las manos y los pies para evitar que se me congelasen.
Ataviado únicamente con zapatillas, bañador, guantes, una cinta para las orejas y la mascarilla comencé mi particular ‘aventura bajo cero’. La primera cámara, a -15º, es “de adaptación”. Te llevas un bofetón de frío, pero casi sin darte cuenta ya estás en la segunda, a -60º, donde pasas otros 20 segundos. Ahí sí empiezas a notar una sensación que no has sentido nunca. Sin embargo, también es breve porque rápidamente te indican que debes pasar a la tercera cámara, donde el termómetro marca -110º y donde vas a estar “el tiempo que tú quieras” hasta un máximo de tres minutos.
Siempre en movimiento y siempre controlado
Las sensaciones en esta tercera cámara del Ice Lab oscilan entre el castañeteo inicial de los dientes, que te lleva a pensar que no aguantarás mucho, y la adrenalina que te sube a medida que pasa el tiempo.
Ahí dentro no puedes estar quieto, siempre debes moverte y comunicarte con la técnico que está fuera en caso de que notes algo extraño (a la mínima sensación de alarma se interrumpe el tratamiento). En mi caso, todo fue como la seda y ‘aguanté’ los tres minutos que marcan como tiempo máximo.
Una vez fuera, la vuelta a la temperatura exterior supone también una relajación general, sensación que se alargó durante varias horas y que me lleva a pensar que… repetiré.