Por qué los amigos de tu hijo (y puede que él) se están enganchando al bótox

  • Si hasta ahora el bótox era conocido y utilizado entre los mayores, cada vez más son los jóvenes quienes se lo inyectan: es el llamado 'baby bótox'

  • Para los expertos de la Sociedad Española de Medicina Estética, el uso de redes sociales y la posibilidad de usar filtros ha creado nuevas necesidades en pacientes jóvenes

  • El bótox también tiene usos terapéuticos; por ejemplo, contra la hiperhidrosis, el bruxismo o la migraña

El bótox ha sido utilizado durante décadas con un fin fundamentalmente estético. Este medicamento, creado a partir de la toxina botulínica A, es el responsable del rejuvenecimiento de miles de rostros en todo el mundo. Aplicado en los músculos que causan las arrugas o líneas de expresión, las elimina mediante la parálisis muscular. Esta se produce por el bloqueo de las señales nerviosas de los nervios que ordenan la contracción del músculo, de manera que evitando el movimiento se anula la causa de estas arrugas causadas por la repetición de movimientos.

Si hasta ahora era conocido y utilizado entre los mayores, cada vez más son los jóvenes quienes se lo inyectan. Es el llamado 'baby bótox' y se utiliza, según sus partidarios, para minimizar desde el principio el impacto de las primeras arrugas, que suelen producirse en torno a los 30 años. Sin embargo, uso de la toxina empieza antes, en torno a los 20. Este uso precoz viene dado no tanto por necesidades reales, sino por expectativas no siempre realistas, alentadas desde las redes sociales. De hecho, los expertos advierten que un uso injustificado del bótox puede generar adicción a los retoques.

Recientemente, la Sociedad Española de Medicina Estética reconocía que “el uso de redes sociales, la posibilidad de usar filtros y la aparición de aplicaciones que permiten cambiar las formas del rostro han contribuido a generar nuevas necesidades en pacientes jóvenes”.

Usos terapéuticos

¿Cuándo sí está justificado su uso? En los tratamientos de medicina estética cuenta mucho la subjetividad. Sin embargo, al margen de esto, cada vez hay un uso extendido del bótox por su función terapéutica; es decir, como un tratamiento capaz de resolver o paliar algunas enfermedades. Aquellas en las que resulta más eficaz son las siguientes:

  • Hiperhidrosis. La toxina botulínica ha demostrado disminuir la sudoración en axilas, palmas de las manos y plantas de los pies. La técnica consiste en infiltrarlo en varios puntos de la zona afectada. Los efectos suelen durar de seis a ocho meses, dependiendo de la intensidad del caso.
  • Bruxismo. Se trata de una patología causada por el estrés, muy frecuente en nuestros días. El bruxismo es una contracción involuntaria de los músculos maseteros que implica desde el desgaste de las piezas dentarias a contracturas en el cuello y cefaleas. Para eliminar el bruxismo, se infiltra bótox en ambos músculos maseteros, consiguiendo así que se relajen.
  • Rosácea. Es una enfermedad crónica que afecta, fundamentalmente, a la piel del rostro, y en concreto, a las mejillas. Aparece enrojecimiento de la zona y a veces incluso granos e inflamación. El tratamiento de la rosácea suele ser multifactorial y en él el bótox cumple una función importante con pequeñas inyecciones en la zona.
  • Cicatrices. Ante cicatrices hipertrofiadas o muy grandes, el tratamiento suele ser algo más complejo. La infiltración de bótox es una de las terapias más utilizadas.
  • Estrabismo. En este caso, se inyecta esta sustancia en el músculo oculomotor que corresponda para paralizar su acción, reduciendo o prácticamente eliminando la desviación del ojo.
  • Blefaroespasmos. Se trata del cierre de párpado involuntario. La toxina botulínica puede reducir esta disfunción.
  • Migrañas crónicas. Las inyecciones de bótox cada tres meses no acaban con el problema, pero sí rebajan su frecuencia e intensidad.