Cada uno dormimos distinto, quietos como una momia o haciendo kilómetros durante toda la noche. Independientemente de nuestras manías y costumbres el colchón debe adaptarse a nosotros porque vamos a descansar y dormir en él un tercio de las horas de cada día durante unos diez años, que es cuando se aconseja renovarlo.
Llegado el momento de elegir uno nuevo, nos cuesta infinito decidirnos y cuantos más se prueban en la tienda peor. En Uppers hemos consultado a los fabricantes qué básicos debe reunir un colchón y qué es mejor, un colchón duro o blando, al igual que las ventajas e inconvenientes de un colchón duro y de un colchón blando.
Una premisa que se desconoce es que en principio la elección del colchón debe ir aparejada al peso y a la postura en la que se tiene la costumbre de dormir. A partir de aquí ya se puede ir perfilando qué conviene. Además, la elección más adecuada va a condicionar el descanso durante muchos años y cómo se afronta la jornada al día siguiente.
Por otro lado, la percepción de la firmeza es personal y los conceptos muy blando, blando, duro o muy duro habituales para definir un colchón no suponen lo mismo para cada persona, que la encuentra diferente en función de su fisionomía, su corpulencia, su peso e incluso de sus posibles dolencias o molestias en espalda, caderas, piernas…
Siguiendo con la firmeza del colchón y de la percepción personal, lo más importante es que soporte el peso del cuerpo de modo que no se hunda o que lo haga hasta un nivel confortable.
Por otra parte, según la Organización de Consumidores y Usuarios, hay establecida “una escala técnica de firmeza que va del 0 al 10, siendo 0 la máxima dureza y 10 muy blando”. La entidad añade que la escala “no define dónde está el límite entre un colchón duro, medio o blando”. De esta forma, cada fabricante se guía por su propia escala de firmeza que simplifican en pocas referencias o en muchas. Esto implica que, a la hora de probar un colchón en una tienda, aquel que una marca distingue como muy duro en otra marca es posible encontrarlo más duro todavía.
Lo que sí es posible diferenciar es un colchón duro de uno blando. Además, en este caso los fabricantes se han puesto de acuerdo para definir las ventajas e inconvenientes de ambos tipos.
Una de las ventajas más importantes de un colchón duro es que su firmeza permite sostener el cuerpo con lo cual mantienen la forma de la columna vertebral. Además, con el paso de los años los materiales envejecen y, por tanto, pierden firmeza. Cuanto mayor dureza más tiempo se conserva firme siempre que sea un colchón de calidad. Otra de las ventajas de un colchón duro es que la superficie de contacto con el cuerpo es menor, lo que mejora la ventilación y el movimiento para aquellas personas que dan muchas vueltas en la cama.
En cuanto a los inconvenientes de un colchón duro, principalmente para los que duermen de lado, los hombros y las caderas perciben demasiada presión en lugar de que ésta se reparta por todo el cuerpo. También puede resultar demasiado fresco durante los meses de invierno para los frioleros. Esta característica se convierte en una ventaja cuando se es caluroso o corpulento precisamente porque permite una mayor ventilación y refrigeración corporal.
Los que duermen de lado encuentran más cómodo un colchón con menor firmeza al distribuirse la presión por todo el cuerpo y no concentrase en hombros y caderas. También resultan más adecuados para las personas que pesan poco como los niños ya que se amoldan a ellos. En un colchón duro tienen la sensación de estar durmiendo en una tabla.
En cuanto a los inconvenientes de un colchón blando van a depender de su firmeza ya que si es de nivel muy bajo puede llegar a provocar que el cuerpo se hunda y la espalda no se posicione bien alineada. También dificulta el movimiento y los cambios de postura durante la noche. Los colchones con una capa de viscoelástica suelen provocar igualmente esa sensación de inmovilidad obligatoria. Por otra parte, como la superficie de contacto con el cuerpo es mayor en un colchón blando puede resultar muy caluroso, sin embargo, la sensación térmica también depende del tejido con el que se ha tapizado.
En líneas generales, teniendo en cuenta el peso, el movimiento nocturno y si la persona es calurosa o friolera, un colchón duro es más adecuado para personas corpulentas, con mayor peso corporal y calurosas. También les conviene a los que duermen boca arriba. Al contrario, un colchón blando se suele recomendar a personas más delgadas, a las que les cueste más mantener su temperatura corporal y a las que acostumbran a dormir de lado.