En verano todos acudimos a un calzado cómodo, fresco y de moda, como son las chanclas o sandalias. Las chanclas son un calzado diseñado para estar en zonas de playa, piscinas, vestuarios, duchas públicas, gimnasios… con una finalidad más bien higiénica, ya que ayudan a evitar el contagio de hongos en los pies y papilomas.
No están diseñadas para caminar, pero las usamos como nuestro calzado del día a día. Y es que aunque aparenten ser cómodas y frescas, pueden tener consecuencias y ocasionarnos lesiones de diferente índole. Las que más daño hacen al pie son las chanclas hawaianas o cholas, que son las que separan el dedo gordo de los demás, sin apenas sujeción, de plástico en la mayoría de los casos, planas y sin amortiguación.
Abusar de las chanclas o sandalias provoca un descenso del arco plantar y un valgo en el talón, que se traduce un aumento de la tensión en la fascia plantar, que puede terminar en la famosa “fascitis plantar” o en una tendinitis del tendón de Aquiles, por el aumento de tensión a la que se somete esta estructura.
¿Qué problemas puede generar el abuso de chanclas para caminar?
Inestabilidad. Es un calzado que solo se sujeta por una tira entre el primer y segundo dedo, esto hace que la marcha sea mucho más inestable, con muchas más posibilidades de sufrir una torcedura o esguince. A su vez, los materiales suelen ser de baja calidad, y al mojarse podemos resbalar y perder el equilibrio.
Dedos en garra. El gesto de caminar consiste en alternar un pie en el suelo con otro que vuela en cada paso. Este tipo de calzado obliga a realizar “garra” con los dedos en cada fase de vuelo para no perder la chancleta. Este gesto no es fisiológico y genera una mayor tensión tanto en dedos como en la planta del pie.
Fascitis plantar. La fascitis plantar es la inflamación de la fascia plantar, que es el tejido que va desde la base de los dedos hasta el talón en la planta del pie. El dolor es bastante agudo y se suele localizar en la zona del talón. El uso de chanclas favorece la aparición de la fascitis plantar por dos motivos. Por un lado, el hecho de tener que forzar la “garra” en los dedos, aumenta la tensión que se genera en la fascia plantar. Por otro lado, al tratarse de un calzado muy plano favorece el aumento de tensión en la fascia y en las estructuras musculares posteriores de la pierna como el tendón de Aquiles, gemelos o isquiotibiales.
Se modifica el patrón de la marcha. La forma de caminar se modifica con el uso de las chanclas al dar pasos más cortos. De esta forma se altera el funcionamiento normal de la musculatura de la pierna.
El equilibrio y la amplitud de movimiento se ven limitados cuando se llevan chanclas. Al llevar chanclas, es posible que se reduzca la amplitud de movimiento y se pierda el sentido del equilibrio. Puedes sentirte inestable porque hay menos agarre en las chanclas que en otros tipos de calzado. La falta de apoyo de las chanclas también puede hacer que te apoyes en exceso en otras partes del cuerpo, como la rodilla, lo que puede provocar lesiones de rodilla. Además de las lesiones de rodilla que pueden producirse, la reducción de la amplitud de movimiento y del equilibrio puede provocar caídas u otros accidentes. También puede causar molestias, especialmente en el arco del pie. Tus pies son tu base, y cuando caminas con chanclas, estás poniendo en riesgo tu base. El equilibrio sobre los dedos de los pies aumenta el riesgo de caídas.
Por muy cómodas que parezcan pueden causarnos dañouppers.es
Cuál es el calzado más recomendable
Caminar con chanclas tiene sus inconvenientes, pero hay formas de evitar que te afecten. Para evitar estos efectos adversos, es importante llevar el tipo de chanclas adecuado. Los mejores tipos de chanclas son los que están hechos con material más grueso, tienen una correa de anchura media a ancha y tienen un buen soporte para el arco. Estos tipos de chanclas pueden ayudar a prevenir los efectos adversos de caminar con chanclas. Al llevar chanclas, es importante mantener una buena postura y colocar el peso de manera uniforme en ambos pies. También es importante evitar caminar largas distancias con chanclas, ya que esto puede causar una tensión innecesaria en su cuerpo. También debe evitar llevar chanclas cuando esté de pie todo el día o cuando participe en actividades extenuantes.
El calzado idóneo es:
Se debe de utilizar un calzado que sea transpirable.
Debe tener una sujeción adecuada del pie y del tobillo con el objetivo de evitar lesiones.
Deberá tener una suela entre 1 – 2,5 cm en el caso del calzado llamado “plano”, evitando las suelas demasiado planas y finas ya que estas pueden generar una sobrecarga de las articulaciones del pie y de la musculatura posterior de la pierna, agravando problemas relacionados con el pie plano o las patologías del tendón de Aquiles.
En el caso de utilizar calzado de “tacón”, es recomendable el uso de calzado con suela con “plataforma”, evitando que la pendiente del calzado sea muy pronunciada para evitar la sobrecarga de las articulaciones metatarso falángicas.