Ricardo Cubedo, oncólogo: "A lo largo de la vida nuestro cuerpo desarrolla miles de focos microscópicos de cáncer"

  • Médico e investigador, acaba de publicar 'El órgano transparente', un libro que detalla la inteligencia y la capacidad, casi indestructible, de nuestro sistema inmunitario

  • Con un lenguaje cercano, nos cuenta cómo podemos reforzar las defensas, si la higiene extrema es perjudicial o qué relación guarda con las alergias y enfermedades como el cáncer

  • Nos asoma también a la parte oscura de la inmunidad: cunado nos deja tirados o nos ataca en lugar de protegernos

"El sistema inmune es como el amor de una madre: tienes que portarte horrorosamente mal con ella para que te abandone". Quien dice esto es Ricardo Cubedo, médico oncólogo e investigador clínico en MD Anderson Cancer Center y en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Conoce lo más complejo de nuestro organismo y podría hacer malabares con su erudito saber científico, pero cuando habla al ciudadano medio, al que tiene una cultura elemental y mucha curiosidad, lo hace con el privilegio de la simplicidad y sin perder el rigor.

El 99,5% de las personas que dicen estar bajas de defensas se equivoca

Acaba de publicar 'El órgano transparente: la inteligencia de tu sistema inmunitario', un libro que despeja cualquier incógnita en torno a las defensas de nuestro cuerpo: ¿se pueden reforzar? ¿es malo tenerlas bajas? ¿nos perjudica una higiene extrema? ¿qué papel juega la microbiota? Nos cuenta también que constituye uno de los sistemas más sofisticados y perfectos del organismo, aunque apenas sepamos de él. Asegura que si, en sus 33 años de profesión, le hubiesen dado un euro cada vez que alguien se ha quejado de estar "bajo de defensas", sería rico. El 99,5% de las personas que han dicho esto disfrutaba de un sistema inmunitario absolutamente normal.

¿Aunque nos empeñásemos, no lo destruiríamos?

Si uno quisiera arruinar su propio sistema inmunitario hasta el punto de enfermar o incluso de estar en riesgo de morir por ello, creo que sería francamente incapaz. No podemos hacer nada, no podemos alimentarnos suficientemente mal, no podemos llevar una vida suficientemente poco saludable como para que el sistema inmunitario se estropee al punto de empezar a percibir las consecuencias. Tendríamos que recurrir a extremos como infectarnos voluntariamente de sida y no recibir tratamiento, exponernos deliberadamente a una fuente de radiación del nivel de un aparato de radioterapia de una central nuclear para arruinar nuestro sistema inmunitario.

¿Ni siquiera en condiciones extremas?

En los países en los que por desgracia hay hambrunas, como las que están volviendo a aparecer en Sudán, en las personas que mueren de hambre, no ocurre hasta las últimas etapas de la desnutrición, cuando el organismo ha consumido el azúcar y la grasa que tenía y empieza a consumir su propia proteína. Es decir, solo cuando el organismo está empezando a devorarse a sí mismo literalmente empiezan a aparecer infecciones relacionadas con las bajadas de defensas.

¿El sistema inmunitario no sufre el mismo declive que el resto del cuerpo?

Los dos únicos sistemas capaces de aprender y de mejorar con el tiempo son el cerebro y el sistema inmunitario. Es verdad que en los hospitales asistimos en cualquier invierno a una epidemia de enfermedades respiratorias e infecciosas que acaban con la vida de muchos ancianos. Vemos personas que acuden un mes tras otro por infecciones respiratorias, urinarias y a veces digestivas, porque su sistema inmunitario es incapaz de mantener a raya los microbios de los que estamos rodeados. Sin embargo, eso no sucede prácticamente hasta el final de la vida. Hablamos de ancianos tan deteriorados que prácticamente están en la última etapa de su existencia.

Los dos únicos sistemas capaces de aprender y de mejorar con el tiempo son el cerebro y el sistema inmunitario.

¿Por qué entonces ese aumento de enfermedades autoinmunes en la población joven?

Las sociedades urbanas, industrializadas y ricas, algo no estamos haciendo bien con respecto a la inmunidad. No porque estemos estropeando la inmunidad en el sentido de que deje de funcionar, sino todo lo contrario, porque estamos sufriendo una epidemia de enfermedades autoinmunes. Es decir, por exceso de inmunidad, como el asma, las alergias a todo tipo de pólenes, elementos ambientales y a los alimentos y patologías con una base autoinmune muy potente, como la diabetes. Esto sí está siendo un problema en las sociedades industrializadas.

Puede que haya un exceso de asepsia durante los primeros años de la infancia que impide que los niños construyan una tolerancia inmunitaria sana

Seguramente no depende de que podamos hacer nada cada uno de nosotros, sino de comportamientos sociales. En particular, puede que haya un exceso de asepsia durante los primeros años de la infancia que impide que los niños construyan una tolerancia inmunitaria sana. Ese periodo es decisivo para que el sistema inmunitario empiece a distinguir qué es lo que nos rodea y debe de tolerar y qué es lo que es extraño y debe atacar.

¿Dice que pasados los 50 y 60 años nuestras defensas mantienen su lozanía?

Solo dos órganos son capaces de mejorar continuamente a lo largo de buena parte de la vida adulta: la sustancia gris del cerebro y nuestro fiel sistema inmunitario. Hacia los 65 o 70 años el timo, una glándula del sistema linfático, se atrofia y hace que a partir de esa edad tengamos una merma en nuestra capacidad inmunitaria, aunque probablemente no es suficiente para que se perciba en la vida real. Pero el sistema inmunitario se sigue actualizando hasta el final, como lo demuestra el hecho de que, durante la epidemia de covid, los ancianos desarrollaron anticuerpos con la vacuna. Desarrolló unos anticuerpos que antes no existían en su organismo específicamente diseñados contra la enfermedad. Una persona de edad avanzada tiene menos potencia para desarrollar esa defensa contra una enfermedad nueva, pero aún así lo hace y lo hace probablemente con suficiente potencia como para que sea eficaz en lo que nos interesa, que es evitar la muerte.

¿Qué está en nuestras manos para favorecer la inmunidad?

Hay tres cosas que favorecen nuestras defensas: una salud aceptable, la exposición sana a los microbios buenos que nos rodean y una alimentación rica en fibra

Beneficia una salud general aceptable, si bien, como ya he dicho, debería ser pésima para que empezase a resentirse, y una sana exposición a los microbios buenos que nos rodean. Es lo que llamamos la microbiota. La primera inmunidad la recibimos a través del parto y a partir de ahí esa microbiota se va enriqueciendo con los microbios que son prestados por las personas que nos rodean. Una vida social rica favorece una microbiota variada y sana. También lo hace una alimentación que contenga una cantidad razonable de fibra, que es de lo que más se alimentan los microbios intestinales.

¿Cuál es el vínculo real entre nuestro sistema inmunitario y el cáncer?

El sistema inmunitario es nuestra principal defensa contra el cáncer. Durante la epidemia del sida, antes de que existieran tratamientos eficaces, los pacientes infectados, que tenían una inmunidad completamente desestructurada por culpa del virus, no morían de sida, sino de infecciones oportunistas. Es decir, gérmenes que nos rodean a todos, pero solo infectaban a estas personas porque no tenían el sistema inmunitario. Y morían también por determinados tipos de cáncer que empezaban a aparecer una vez que contraían el sida, como sarcomas y linfomas. Esto mostraba que todos desarrollamos docenas de cánceres a lo largo de nuestra vida. Probablemente no haya un mes en el que en algún lugar de nuestro cuerpo no empiece a desarrollarse algún foco microscópico de cáncer que es destruido por el sistema inmunitario.

¿Qué ocurre para que un cáncer sí prospere?

Cualquier cáncer se puede entender como un fracaso del sistema inmunitario en esa persona concreta y en ese punto concreto

Como todos los sistemas, puede fallar y al final falla. Cualquier cáncer se puede entender como un fracaso del sistema inmunitario en esa persona concreta y en ese punto concreto. De manera que, si tenemos una persona con 60 años con un cáncer de colon, por ejemplo, al cabo de 60 años de vida en una única ocasión el cáncer ha conseguido eludir el sistema inmunitario. Probablemente, en esos años en cientos de miles de ocasiones ha sido el sistema inmunitario el que ha vencido y no ha querido que se desarrolle un cáncer sin que el sujeto haya sido consciente jamás de ello.

¿Es cierto que el estrés debilita el sistema inmunitario y eso favorece el cáncer?

Es un mito extendido, pero con una base empírica. El estrés sostenido puede trastocar alguna parte de la inmunidad, pero la inmunidad es un sistema de seguridad muy importante. Aunque se deteriore una parte, sigue teniendo otros elementos que suplen esta función. Todos estamos sometidos a estrés. Si echamos la vista cinco años atrás, todos hemos tenido episodios fuertes de estrés: problemas de pareja, una enfermedad en la familia, el comportamiento de los hijos, problemas laborales o económicos… Si tiene un cáncer y mira a ese pasado cercano, cualquiera encontrará una razón para explicarse a sí mismo por qué tuvo cáncer. Está muy lejos de ser demostrado y es muy probable que no sea cierto en absoluto.

¿Qué resultados ofrece la inmunoterapia contra el cáncer?

Es seguramente la innovación contra el tratamiento del cáncer que más rápidamente se ha desarrollado y se ha instaurado en toda la historia de la especialidad. Es reciente y en ese brevísimo tiempo se ha convertido en la cuarta pata del tratamiento del cáncer junto con la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía. No habrá semana, incluso, día, que cualquier oncólogo en un hospital español no prescriba un tipo u otro de inmunoterapia. Aún así, es un campo que está en el parvulario.

La inmunoterapia ha supuesto una auténtica revolución en cáncer. Enfermos antes incurables hoy se enfrentan a una expectativa muy realista de curación o supervivencia de muchos años

Estamos desarrollando muchos tratamientos y aprendiendo mucho de ellos para algunos diagnósticos, como el cáncer de piel de tipo melanoma. En cáncer de pulmón ha supuesto una auténtica revolución. Enfermos que antes se consideraban incurables y mortales hoy se enfrentan a una expectativa muy realista de curación o de supervivencia durante muchos, muchos, muchos años. En otras enfermedades la inmunoterapia no está funcionando, pero la velocidad de desarrollo es tan grande que, seguramente, a lo largo de la próxima década será el tratamiento más común y habrá mejorado de forma muy apreciable el pronóstico de la enfermedad de forma global.

¿Las vacunas de ARN mensajero son prometedoras?

Estas vacunas están en investigación y no existe aún ningún tratamiento, pero sí otras modalidades de inmunoterapia. Las vacunas contra el covid han dado un impulso grande a este campo y se ha acelerado su desarrollo. Todos los que nos dedicamos al tratamiento del cáncer esperamos que en pocos años empecemos a ver tratamientos contra el cáncer en forma de vacunas de ARN mensajero. Tienen unas ventajas muy notables con respecto a cualquier otro tipo de tratamiento. Son muy personalizables muy dirigidas contra las células cancerosas, con lo cual deberían tener pocos efectos adversos. Además, son relativamente baratas y fáciles de producir en masa.

Temas