Lo que no te mata te hace más fuerte. El dicho popular tiene ahora una explicación científica avalada por siglos de evolución. Los primeros humanos se vieron sometidos a epidemias de hambre, a olas de frío y de calor y al acoso de enfermedades. Basta recordar que los antibióticos no se descubrieron hasta 1928. Hasta ese momento, a lo largo de la historia, ha habido causas suficientes para acabar con la especie. Sin embargo, cerca de ocho mil millones de humanos viven en el planeta. Parece, por tanto, que ciertos niveles de estrés no son malos y las últimas investigaciones lo confirman: exponerse a situaciones incómodas para nuestra salud, paradójicamente, la beneficia.
La hormesis puede definirse como la respuesta que nuestro organismo realiza ante ciertos estímulos para sobrevivir ante situaciones adversas. Si la dosis es adecuada obtendremos beneficios, pero si esta no existe o es excesiva tendremos efectos perjudiciales. Para entender bien en qué consiste la hormesis, debemos saber que los procesos de muerte celular son necesarios para el mantenimiento de la homeostasis que favorece la buena salud, algo en lo que es muy importante la renovación de los tejidos.
Cuando los procesos de muerte celular no se realizan de la manera adecuada se pueden generar enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes o incluso células inmortales o cancerígenas. La hormesis, por tanto, es un proceso beneficioso para la salud. Ya en el siglo XVI, el médico, alquimista y astrólogo Paracelso explicó que la toxicidad de cualquier sustancia dependía de la dosis. También señaló que algunas sustancias tóxicas podían ser beneficiosas en pequeñas cantidades.
En 1887 el farmacéutico alemán Hugo Schulz demostró que bajas dosis de sustancias con reconocidos efectos tóxicos estimulaban el metabolismo de la levadura. Su extensión a otros modelos biológicos se conoció como Ley de Arndt-Schulz. Sin embargo, no comenzó a hablarse de hormesis como tal hasta 1943 cuando investigadores de la Universidad de Idaho revelaron que bajas dosis de un extracto fenólico de cedro rojo aumentaban el metabolismo de los hongos de la madera.
Los procesos de muerte celular son aún poco conocidos, pero las últimas investigaciones apuntan a que puede ser muy relevantes para profundizar en el conocimiento de salud y longevidad.
Cuando hablamos de agentes que favorecen la hormesis, ¿nos referimos solos a medicamentos o sustancias químicas? No solo ellos. Los agentes horméticos más importantes son la radiación, el calor, el frío, los metales pesados, los antibióticos, el etanol, los agentes prooxidantes, el ejercicio y la restricción alimentaria.
Particularme, el ayuno intermitente puede favorecee la longevidad si se hace de forma correcta. La baja variedad de nutrientes de las dietas actuales está vinculado a varias patologías, como son alergias, intolerancias alimenticias y asma. Las plantas contienen sustancias toxicas naturales, entre ellas, la curcumina, el resveratrol o la espermidina, para aumentar sus posibilidades de supervivencia que provocan un gran efecto hormético en bajas dosis y beneficiosos en la salud. Una nutrición variada puede reducir la mortalidad por enfermedad coronaria un 39% y por todas las causas de un 26%. Sin embargo, dosis altas de estos suplementos pueden suponer el efecto contrario.
Tanto el frio y el calor intermitente son otros recursos intermitentes. Pasar frío es algo sencillo; sin embargo, tendemos a evitarlo y utilizamos todos los medios posibles para no sentirlo. Una de las ventajas más destacadas de exponerse al frío es la estimulación del sistema inmunológico. Cuando nos enfrentamos a temperaturas bajas, nuestro cuerpo reacciona aumentando la producción de células inmunitarias; esto fortalece nuestro sistema de defensa contra enfermedades.
Por otra parte, aplicar calor forma parte de algunas terapias muy usadas en tratamientos estéticos, como la radiofrecuencia. A través del calor se activan los tejidos y el proceso de creación del colágeno, que forma el sostén de las articulaciones.
El oxígeno es esencial para los humanos y tener niveles mas bajos implica graves consecuencias en la salud. Sin embargo, la aplicación intermitente de dosis de hipoxia (niveles bajos de oxígeno) a la desaturación adecuada ha mostrado grandes beneficios en patologías metabólicas, cardiovasculares, respiratorias y neurológicas por el potentísimo efecto de hormesis en todas las células del cuerpo. Es posiblemente el estímulo que mas afecta a las células. Aunque someterse a dosis bajas de hipoxia parece difícil de conseguir, cada vez se logra más a través del ejercicio físico, en concreto con el entrenamiento HIIT o ejercicios de alta intensidad. Mediante este tipo de estímulo conseguimos una desoxigenación parcial durante un tiempo limitado que ha mostrado grandes beneficios.
También puede hacerse este tipo de entrenamientos en hipoxia intermitente con máquina. La principal ventaja es que puede hacer en reposo, algo muy útil cuando no se está en condiciones de entrenar. Como en cualquier otro tema relacionado con nuestra salud, la supervisisión médica siempre es necesaria antes de someterse a ninguna terapia.