SIBO: cómo prevenirlo y síntomas a los que estar atento
El SIBO es el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, en áreas donde normalmente debería haber menos presencia de bacterias
Afecta aproximadamente al 15% de la población general, aunque no siempre se diagnostica bien
El uso crónico de omeprazol o derivados se ha relacionado con el sobrecrecimiento bacteriano
Hace tiempo que sientes que algunos alimentos te sientan mal; no es exactamente siempre con los mismos; es más bien una sensación de pesadez o hinchazó... Es así cómo algunos pacientes describen el SIBO (Small Intestine Bacterial Overgrowth) o sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, en áreas donde normalmente debería haber menos presencia bacteriana.
Se estima que el SIBO afecta aproximadamente al 15% de la población general. En pacientes con enfermedades subyacentes como la enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celiaca o pacientes que se han sometido a cirugía gastrointestinal, la prevalencia puede elevarse hasta el 70%. Respecto a quién puede afectarle más, mencionar que a aquellos que padecen una enfermedad relacionada con la motilidad intestinal, como la diabetes, personas con defectos anatómicos intestinales como los sometidos a cirugías, pacientes con enfermedad de Crohn o con enfermedad diverticular que afecta al intestino delgado, así como el uso crónico de omeprazol o derivados, que, al disminuir la acidez gástrica, se ha relacionado con el sobrecrecimiento bacteriano.
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¿Se puede prevenir?
Prevenir el SIBO a priori es un desafío, ya que sus causas son variadas y en algunos casos están relacionadas con condiciones médicas subyacentes. “La prevención y el manejo del SIBO requieren normalmente un enfoque individualizado basado en los precedentes médicos de cada persona. Por lo tanto, es fundamental seguir las indicaciones de los especialistas para determinar las mejores estrategias de prevención y cura”, explica Yolanda Masa, nutricionista de bluaU de Sanitas. No obstante, existen una serie de pautas que contribuyen a reducir el riesgo de desarrollarlo o a controlar sus síntomas:
- Mantener una buena higiene alimentaria: eludir alimentos crudos o mal cocidos que puedan estar contaminados con bacterias dañinas, así como lavarse las manos antes de comer y seguir las prácticas de seguridad alimentaria correctas.
- Fibra y probióticos. Una dieta rica en fibra y alimentos probióticos proporciona un equilibrio saludable de bacterias en el intestino. Como alimentos ricos en fibra se encuentran las alcachofas, los arándanos, las alubias o la avena o cereales integrales. En cuanto a probióticos, destacan el kéfir, el kimchi, el tempeh o la kombucha, chucrut.
- Control de enfermedades subyacentes. Si se ha sido diagnosticado de enfermedades que afectan al funcionamiento intestinal como la enfermedad de Crohn, celaquía o diabetes, es de vital importancia tenerlas bajo control con ayuda médica.
- Limitar el uso de antibióticos. El uso excesivo o innecesario puede alterar la microbiota intestinal y aumentar el riesgo de SIBO. Por lo tanto, es aconsejable utilizar antibióticos solo cuando sean recetados por un experto.
- Evitar el estrés crónico. Suele afectar negativamente el sistema gastrointestinal. Para ello, practicar técnicas de manejo del estrés, como la meditación o el yoga, son interesantes de cara a prolongar un sistema digestivo saludable. Trabajar la gestión del estrés con un psicólogo de forma presencial o a través de videoconsulta también es de gran ayuda para evitar cronificar el estrés.
Señales de la enfermedad
“Este síndrome se manifiesta principalmente a través de síntomas gastrointestinales, como hinchazón abdominal, gases, diarrea, estreñimiento y malestar estomacal. Los síntomas varían en gravedad y duración, pero, en general, indican un desequilibrio en las bacterias intestinales. Además de los síntomas digestivos, algunos pacientes experimentan fatiga, pérdida de peso no intencional y deficiencias nutricionales debido a la malabsorción de nutrientes", asegura la nutricionista de Sanitas.
Para no errar en el diagnóstico, es esencial que cualquier persona que sospeche de SIBO busque la evaluación de un profesional médico, ya sea de manera presencial o a través de videoconsulta, para poder realizar el tratamiento adecuado. En cuanto a la terapia, depende de la gravedad del caso. Normalente, se empieza con hacer cambios en la alimentación. En los casos más graves, se puede recurrir a antibióticos farmacológicos, aunque el cuidado de la dieta siempre es aconsejable, una vez acabado el tratamiento con fármacos.