¿Y si dormir en camas separadas acaba salvando tu matrimonio?
Dormir en habitaciones separadas suele verse como un defecto en el compromiso de una pareja, pero los problemas del sueño y otras circunstancias obligan a valorar los pros y contras de compartir colchón
El divorcio de camas inquieta porque introduce la idea de separación en el famoso 'lecho conyugal', el reducto íntimo por antonomasia en la vida de un matrimonio
En ocasiones, una mala higiene del sueño compartido puede ser la causa de muchos problemas de pareja
Lord y Lady Crawley, condes de Grantham, son, además de los protagonistas de 'Downton Abbey', los excéntricos aristócratas de una saga, por lo demás, absolutamente clásica. ¿En qué radica su excentricidad? A diferencia del resto de la nobleza, los aristócratas tienen dos dormitorios a su disposición, pero, a la hora de dormir, prefieren hacerlo juntos, en un mismo espacio y en un único colchón.
Los Crawley son los bichos raros de una costumbre arraigada en la clase alta inglesa y cada vez más popular en otros ámbitos. Donald y Melania Trump admitieron en su día que dormían en distintas habitaciones. Ana Rosa Quintana confesó en su programa de televisión que "la auténtica intimidad es dormir separados". Woody Allen y Diane Keaton han mostrado sus problemas a la hora de compartir cama en muchas de sus numerosas películas. Por último, dos ciudadanos anónimos, Guillermo y Rosa, acordaron hace exactamente seis meses no dormir en la misma habitación para no acabar desquiciados. Y la receta, según cuentan en Uppers, les está funcionando.
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Camas más o menos ligeras
El divorcio de camas es un concepto que puede inquietar porque supone el abandono del famoso 'lecho conyugal', el reducto íntimo por antonomasia, con permiso del baño. Dormir en un mismo colchón parece el epítome de una relación sana y vigorosa. En esos pocos centímetros hay espacio para el sexo, la ternura y el descanso. En condiciones 'normales' (con la normalidad peculiar de cada matrimonio) es un espacio seguro donde sentirse relajado, protegido y querido.
Dormir junto a la persona amada tiene múltiples ventajas. Según los expertos de Instituto del Sueño, soñar en pareja permite disfrutar de un buen descanso, estar de mejor humor, fortalecer la conexión con la persona con quien compartimos nuestra cama, reducir el estrés y, por supuesto, mejorar la intimidad. Respecto a la propia calidad del sueño, hace que aumente la fase REM, la más reparadora, y que se sincronice la arquitectura del sueño de las dos personas que comparten espacio. Esta compensación de descansos puede ser beneficiosa para la salud mental, la memoria y las habilidades creativas y resolutivas. ¿Todo ventajas? En principio, sí. A no ser que entren en escena problemas de salud o circunstancias incompatibles.
¿Preludio de divorcio real?
En las parejas mayores de 50, con una convivencia dilatada, compartir colchón puede ser todo menos un espacio seguro y romántico. A la idea de compartir -literalmente- los mismos sueños les siguen otras derivadas: oír los ronquidos de la pareja, sentirse invadido por el otro, sin espacio para el descanso, o estar condicionado por los horarios y las costumbres del otro miembro de la pareja. Mudarse a otra habitación puede ser una posibilidad sensata, no exenta de riesgos. "En mi experiencia, este divorcio de camas es muy mala señal. Si te divorcias de cama, puede haber divorcio de papel", señala la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro, para quien hay una correlación entre dejar de dormir juntos, la edad y los años de la vida común.
Para la experta, de hecho, no dormir juntos en la fase del enamoramiento y de los primeros años de convivencia es prácticamente imposible. "Se ha comprobado que en el enamoramiento y en la zona de confort se duerme juntos. A partir de las crisis, las parejas pueden dejar de hacerlo. Y una vez que se van, ya no vuelven a la cama común", advierte la psicóloga, para quien el sexo también se resiente de este 'divorcio de camas', especialmente en el caso de las parejas románticas, aunque no tendría por qué ser así. Dormir separados puede tener como aliciente buscar alternativas al sexo habitual, con una extra de creatividad. "Las relaciones sexuales no solo se tienen que reducir a la noche, incluso pueden mejorar si ambos aceptan con normalidad la situación", señala la psicóloga.
Salvar la pareja
El sexo puede ser el primer eslabón de una lenta, pero sólida cadena de mejoras; especialmente cuando hay el matrimonio tiene muchas horas de vuelo. "No dormir juntos puede ser útil, básicamente, porque evita posibles conflictos o posibles situaciones de fricción según los hábitos que uno tolere o no tolere del otro. Si uno tiene más manías que el otro, es más difícil que las tolere. Mantener un lugar separado, con cierta intimidad personal, puede llevar a una mejor convivencia. Si alguien ronca, por ejemplo, es mejor dormir separados", asegura Guillermo Fouce, psicólogo, profesor universitario y presidente de Psicólogos Sin Fronteras.
Para la mayoría de los expertos, dormir separados es un alivio terapéutico cuando se tienen problemas de sueño, diferentes cronotipos y distintos horarios de trabajo. No descansar de manera adecuada provoca irritabilidad, además de la evidente falta de energía, y hace que el sistema inmune no se recupere de manera correcta, haciéndonos más proclives a la enfermedad. Sin embargo, eso no significa eliminar la intimidad que regala, dormir junto al ser amado. Expertos como Nuria Roure aconsejan en El País acordar una hora en la que compartir el tiempo de pareja para que cada uno, después, pueda gestionar el tiempo de descanso. Quien tenga un trabajo diurno aprovechará para dormir y quien tenga otros horarios laborales u otras necesidades de sueño se organizará de la manera más conveniente.
Al fin y al cabo, se trata de establecer una escala de valores en la que lo prioritario sea favorecer el descanso a las horas en las que la mayoría de las personas descansan, incluso para quienes tienen hábitos diferentes. No es una cuestión menor. Cuando hay problemas de pareja, estos pueden expresarse en cualquier lugar, también en el dormitorio común. Pero otras veces es precisamente la mala higiene del sueño compartido la causa de los problemas. En este caso, eliminar los estresores es la solución. En palabras del psicólogo Guillermo Fouce, "Mantener un lugar separado, con cierta intimidad personal, puede llevar a una mejor convivencia".