Consejos prácticos y remedios para acabar con las molestias digestivas más comunes
Termina con el dolor estomacal, el reflujo, la enfermedad inflamatoria intestinal y otros trastornos digestivos que pueden hacerte la vida complicada
Cómo comemos también influye y mucho en nuestra digestión
El alimento que mejora la digestión disuelve la grasa y estimula el sistema inmune
Si después de comer sientes gases, acidez, náuseas o se te hincha el abdomen tu digestión no está en forma. La indigestión es uno de los trastornos más comunes en los países desarrollados. Muchas personas se indigestan debido a los excesos de comida y bebida. Las infusiones o supuestos digestivos pueden aliviar las molestias de una mala digestión, pero está en nuestras manos evitarnos el mal rato.
Gracias a nuevos tratamientos y decisiones acertadas referidas al estilo de vida, hay muchísimas cosas que puedes hacer para evitar las molestias digestivas más comunes. A continuación, lo que debes saber:
MÁS
Reflujo
El reflujo es una sensación de ardor que va del estómago y el pecho a la garganta; sabor amargo en la boca o la permanente necesidad de aclarar la garganta; episodios de tos. La válvula que se encuentra entre el esófago y el estómago no funciona correctamente, permitiendo que el contenido ácido estomacal suba al esófago.
La solución: Cambiar lo que comes y cuándo lo comes. Si bien cada persona es diferente en cuanto a lo que dispara el reflujo, está perfectamente establecido que el café, el té, el chocolate, las bebidas gaseosas, las comidas picantes, el alcohol, los productos lácteos y el tomate provocan o empeoran el reflujo, y tiene sentido evitar a los peores “enemigos”.
Diverticulosis
Si presentas un cuadro leve, puede que no sientas nada. ¿En casos más graves? Fiebre, escalofríos, gases, inflamación, brotes de constipación y diarrea en forma alternada, dolor intenso en la parte inferior izquierda del abdomen.
Las paredes del colon pueden debilitarse y torcerse, formando bolsillos o sacos denominados divertículos. El problema aparece si estos se inflaman, se infectan o se rompen, liberando bacterias de origen fecal en el abdomen.
¿No presentas síntomas? No hay problema. Si se produce una infección, antibióticos, una dieta líquida y reposo pueden dejarla fuera de combate; una dieta rica en fibra podría mantenerla a raya, aunque estudios recientes sugieren lo contrario. Casos más severos, con abscesos, hemorragias y perforaciones de la pared intestinal, pueden provocar dolor intenso y requerir cirugía.
Indigestión
Dolor persistente o sordo en la parte superior del abdomen. Puede desarrollarse gradualmente o aparecer repentinamente. Sientes ganas de vomitar o tal vez ya lo hiciste.
La indigestión, llamada gastritis o dispepsia por los médicos, es una inflamación de la mucosa estomacal. La gastritis aguda puede ser disparada por algunos medicamentos, especialmente por la aspirina y otros analgésicos, como así también por el alcohol y la comida. La gastritis crónica puede ser ocasionada por el Helicobacter pylori (H. pylori), una bacteria que provoca úlceras.
Constipación o estreñimiento
Sin razón aparente, cambió tu patrón de evacuación normal: vas con menos frecuencia; debes hacerlo con esfuerzo; las heces son duras y secas.
Podría ser tu dieta: demasiada grasa, muy poca fibra y muy pocos líquidos. Podrían ser tus medicamentos o suplementos. O tal vez los ritmos de tu organismo están desajustados, porque has estado de viaje.
Aumenta gradualmente la ingesta de líquidos y alimentos ricos en fibra, como panes y cereales integrales, frutos secos, semillas, frutas y verduras frescas. Haz ejercicio, aunque solo sea una caminata alrededor de la manzana. Los ablandadores de heces y los laxantes con fibra o aquellos que contienen politilenglicol pueden ayudar, pero mantente apartado de los productos estimulantes como los que contienen sen, que pueden crear hábito y dañar los nervios del colon. Si los problemas persisten por más de unos pocos días, o si aparece rápidamente constipación y es muy dolorosa, ve a tu médico.
Síndrome del intestino irritable
La lista de síntomas es larga y variada: constipación crónica, a menudo alternada con diarrea; gases; inflamación; calambres y una sensación de que no lo has expulsado todo. Tu vida está regida por la proximidad a un baño. Los músculos intestinales funcionan mal, ya sea porque se contraen demasiado rápido o porque no se contraen lo suficiente.
Enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa
Ambas son enfermedades inflamatorias del intestino. La enfermedad de Crohn ataca los intestinos y el colon, aunque también puede afectar cualquier parte del tracto digestivo. Algunas personas tienen brotes leves intermitentes; otras experimentan calambres insoportables, vómitos, inflamación, diarrea sanguinolenta, pérdida del apetito y de peso, y fatiga. La colitis ulcerosa tiene síntomas similares, aunque menos severos, y afecta solamente el colon y el recto.
Se trata de trastornos autoinmunes en los que el sistema inmunológico —diseñado para proteger el organismo contra bacterias, virus y otros invasores externos— se ataca a sí mismo. El resultado: inflamación crónica, fibrosis y obstrucción intestinal.
La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa no tienen cura, pero puedes controlar sus síntomas con una combinación de cambios en tu estilo de vida y medicación, tales como antibióticos, antiinflamatorios e inmunodepresores, más medicamentos de venta libre contra la diarrea y la constipación. Deja de fumar, aumenta la ingesta de líquidos, haz ejercicio y experimenta para ver qué alimentos puedes tolerar. Algunos hallan que los productos lácteos agudizan los síntomas; otros no pueden comer granos ni verduras ricos en fibra. El comer porciones pequeñas le da tiempo al organismo para digerir los alimentos.