Lo complicado de llevar un estilo de vida saludable es mantener los buenos hábitos en el tiempo. Para eso, es importante que nos guste vivir en modo sano. Lo dice la nutricionista Gemma Hortet: "Sin placer, no hay autocuidado". La experta tiene mucha razón por cuidarse, finalmente, tiene mucho que ver con una carrera de fondo, una hoja de ruta en la que tener claros los criterios, lo que forma parte de la regularidad y lo que son posibles excepciones, eso que sabemos que podemos hacer ocasionalmente, pero no integrarlo en nuestras rutinas. Envejecer bien es también saber qué nos perjudica.
Con 60 años, es difícil no sentir algunos achaques propios de la edad. ¿Quizá alguna rigidez al levantarnos por la mañana, peor sueño, más visitas al baño...? La fuerza y resistencia son otras cualidades que se van perdiendo con los años. El mantra de la buena alimentación es de sobra conocido, pero puede no ser suficiente si continuamos con otros hábitos perjudiciales, como beber alcohol o fumar.
Además, hay otros hábitos perjudiciales que no son tan evidentes y que podemos cambiar para mitigar sus efectos adversos, esos que favorecen el envejecimiento. Estos son, según los expertos, los cinco hábitos que están tirándole piedras a nuestra salud, sobre todo a partir de los 60.
Llevar una vida demasiado sedentaria es algo que se debe evitar. Es algo fácil de corregir: basta con darse algún paseo diario, subir escaleras en vez de coger el ascensor y, si se utiliza transporte público, saltarse alguna parada para hacer esos metros de más.
Apuntarse al gimnasio, tomar clases de baile, aprender a jugar al golf o apuntarse a un club de senderismo... Todas las iniciativas para mo, lo cual es fácil de corregir apostando por andar más de vez en cuando o subir escaleras, aunque cueste.
La nutrición sigue siendo la joya de la corona del envejecimiento saludable. La revista 'Eat This Not That' ha consultado con unos cuantos dietistas para saber qué hábitos nutricionales nos ayudan a mantener una buena calidad de vida pasados los 60. "Ayudar a mantener la masa y fuerza muscular, la salud ósea es básico y, además, una de las mejores formas de ayudar con sus esfuerzos en la pérdida de peso", asegura la médico Courtney D'Angelo. Los mayores tienen más riesgo de perder masa muscular, por lo que no ingerir suficientes proteínas podría acelerar el proceso. Los huevos, salmón, ternera, pollo, pavo o legumbres son grandes aliados.
Es uno de los hábitos más perjudiciales. A medida que se envejece, la sensación de sed, así como de hambre, frío o calor, disminuyen. Por tanto, las personas mayores tienden a deshidratarse más que los jóvenes, algo que habría que corregir. Lo ideal es beber al día entre dos y tres litros diarios, dependiendo del peso corporal. La proporción correcta, según la OMS, es unos 35 mililitros de agua al día por kilo de peso.
Este es un hábito que puede pasar inadvertido pero que, con los años, puede ocasionar algún que otro percance a la salud. Más que nada porque correrás el riesgo de trastocar tus ritmos de sueño o de sufrir más períodos de insomnio, lo que evitará que cuerpo y mente se regeneren con la misma facilidad, un proceso esencial en el descanso nocturno. "Comer a deshoras en exceso se asocia con aumentos repentinos de peso, mayores fluctuaciones de azúcar en sangre y con ello aumentar la probabilidad de sufrir diabetes", advierte Young.
Uno de las peores costumbres nutricionales es no consumir suficiente legumbre. "Hay que incluir fibra en la dieta para nutrir las bacterias beneficiosas que viven en tu intestino y así mejorar la absorción de nutrientes, reducir la inflamación y gozar de un mejor estado de ánimo", aconseja Kara Landau, dietista. Para una correcta ingesta de fibra solo hace falta comer de manera habitual no solo legumbres, sino también verduras de hoja verde y pan integral.
Cenar tarde es malo por varias razones. Para empezar, el organismo no está preparado para digerir comida a partir de las 21.00h. Por tanto, lo aconsejable es cenar ligero antes de esa hora o dejar al menos 12 horas entre la última comida y el desayuno.
Además, las cenas tardías tienen otro efecto colateral: muchas veces se toma comida procesada frente a la televisión o a una pantalla. ¿El resultado? Ganancia de peso, fluctuaciones del azúcar en sangre y la antesala de una probabe diabetes.