La lectura y las relaciones sociales son uno de los pilares de la longevidad.Getty.
Un cuestionario desarrollado por el médico estadounidense Paul Savage permite saber qué tenemos que cambiar en nuestro estilo de vida para vivir mejor más años
El test consta de una batería de 38 preguntas, a las que se añaden las tradicionales de sexo, altura, kilos, edad y antecedentes familiares de enfermedades como cáncer, demencia o hipertensión
Pasarse la seda dental, roncar o hacer vida social son algunos de los parámetros relevantes del cuestionario de la longevidad
Todos nos hemos preguntado alguna vez cuánto tiempo viviremos. Aunque no conocemos nuestra fecha de caducidad, ya sabemos que la edad cronológica, la que marca nuestra fecha de nacimiento, no tiene que ver con la biológica, la que revela el estado de nuestros órganos. Para las personas interesadas en vivir una existencia plena, larga y con buena calidad de vida, conocer los años que quedan, aunque sean aproximados y siempre con permiso del destino, puede servir para introducir cambios significativos en su estilo de vida.
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El médico estadounidense doctor Paul Savage ha elaborado un test, llamado 'Puntuación de longevidad' (Longevity score en inglés), con el que pretende mostrarnos nuestra esperanza de vida. El examen consta de una batería de 38 preguntas, a las que se añaden las tradicionales de sexo, altura, kilos, edad y antecedentes familiares de enfermedades como cáncer, demencia o hipertensión.
Después de completar las preguntas, la web nos devuelve un informe con nuestra esperanza de vida, al tiempo que da la oportunidad de profundizar en los aspectos que más necesitan de cuidados.
Preguntas menos obvias: la seda dental
Las preguntas que sirven para datar nuestra edad biológica tratan sobre parámetros conocidos, como saber si somos sedentarios, si comemos fruta, verdura y aceite de oliva, si fumamos, si bebemos alcohol o hacemos deporte. Pero, además, se cuelan otras preguntas que, en principio, no parecen estar relacionadas con la salud. ¿Cuáles?
¿Lee libros? Leer no solo amplía conocimientos, sino que tiene beneficios para salud mental y física. La lectura estimula las capacidades cognitivas, mantiene el cerebro activo, favorece la salud mental al ejercitar la atención plena, algo que reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y, cuando se acude a un club de lectura o se comparte la lectura, facilita las relaciones sociales.
¿Tiene vida social? La soledad no querida es uno de los males de este siglo. Estar solo y sin una red de contactos que pueda ayudar en los momentos preciso está relacionado con la depresión y el deterioro cognitivo.
¿Ronca? No es solo algo molesto para uno mismo y su pareja: roncar puede indicar problemas graves de salud; entre ellos, mayor riesgo de tener presión arterial alta, afecciones cardíacas y accidente cerebrovascular. Además, la calidad del sueño se resiente, con las implicaciones habituales (cansancio, peor sistema inmune o menor capacidad de atención).
¿Tiene relaciones sexuales? El sexo tiene beneficios para la salud: se obtienen hormonas esenciales para una buena salud mental (oxitocina, dopamina y endorfinas) y mejora el sistema inmune.
¿Vive preocupado? Las preocupaciones crónicas generan estrés y el estrés provoca la inflamación de los órganos, una situación ideal para que la enfermedad se desarrolle. Eliminar preocupaciones de manera racional, siendo conscientes de que no se puede controlar todo y que la vida es un constante desafío, es un seguro de salud.
¿Se pasa la seda dental? Quizá es la pregunta más desconcertante. Sin embargo, tiene sentido. La enfermedad periodontal, relacionada con una microbiota bucal con exceso de bacterias malas, es el caldo de cultivo de algunas dolencias cardiovasculares. Si, además, hay heridas en las encías, el paso hacia el torrente sanguíneo de virus y bacterias es fácil. La mayoría de la enfermedad periodontal surge de una higiene dental deficiente. Al cepillado siempre debe seguirle la seda dental para los espacios interdentales, al margen de lo que paute el dentista.
Resultados medibles
El test puede ser un recurso para enfrentarnos a la realidad y tomar conciencia de lo que debemos cambiar en nuestro estilo de vida. El propio Savage lo explicó así en el New York Post: "Creé el Longevity Score como un método para inspirar a las personas a evaluar el impacto de su entorno, estilo de vida y el impacto de su historia familiar en su longevidad". Dicho en otras palabras: si no se ve algo, no se sabe. Si no se sabe, no se puede medir. Y si no se puede medir, no se puede cambiar.