"¿A qué había venido yo al salón?" Te lo has preguntado más de una vez. Seguramente esta misma semana. Quien dice salón dice cocina, dormitorio o cualquier otra habitación. Que el cerebro nos juegue una mala pasada y olvidemos qué acción íbamos a realizar se trata de un fenómeno muy frecuente en nuestro día a día que involucra a la memoria prospectiva, un concepto con el que no muchos están familiarizados y que alude a nuestra capacidad de recordar acciones planificadas o futuras, o de recordar nuestras intenciones.
Hasta comienzos de este siglo la investigación sobre esta forma de memoria era prácticamente inexistente. Hoy ya sabemos qué regiones del cerebro trabajan para que funcione correctamente la memoria a futuro. Según un estudio de 2010, las tres regiones del cerebro cuya actividad está vinculada a los resultados de la memoria prospectiva son el giro parahipocampal, el lóbulo parietal inferior izquierdo y el cíngulo anterior izquierdo.
La cuestión es que la memoria prospectiva no es muy distinta a otras formas de memoria, aunque la atención es clave en este proceso amnésico. El neuropsicólogo Saul Martínez-Horta explicaba en su libro '¿Dónde están las llaves?' el por qué de nuestra facilidad para olvidar ciertas cosas. "Este tipo de errores, como entrar en la cocina y no saber qué íbamos a hacer, en la mayoría de los casos tienen un carácter absolutamente benigno y profundamente mediado por el componente atencional".
El experto explica cómo se desarrollan los procesos que permiten recordar o hacer un acto en el futuro. Por ejemplo, si vas a la cocina a buscar un tenedor y, de repente, tu pareja te pide que le acerques el móvil puede que después no recuerdes qué habías ido a hacer allí. "La pérdida del orden sería consecuencia de la irrupción de una orden nueva, que la habría situado por encima de la que se había elaborado primero", advierte Martínez-Horta.
Las distracciones son uno de los principales factores que afectan a esta memoria. Según el neuropsicólogo, "la orientación involuntaria de la atención a un nuevo acontecimiento habría facilitado que la nueva información ocupara el lugar de la que teníamos en primer lugar en nuestra memoria de trabajo". En general, lo que nos hace olvidar qué es lo que debemos hacer es la saturación del sistema y la distracción mediada por otro evento, ya que la capacidad del cerebro es limitada y sensible a la distracción.
La concentración es clave para mejorar la memoria, pero por mucho que entrenemos a la memoria no hay pruebas de que eso vaya a hacer que nos acordemos de comprar servilletas para cuando vengan de visita nuestros suegros. En cualquier caso, sí hay una serie de hábitos que influyen en la capacidad de nuestro cerebro para hacer ciertas tareas, como puede ser una dieta variada, ejercicio o dormir adecuadamente.