La moderación es tendencia entre los adolescentes de hoy. La generación Z, es decir, los nacidos entre finales de los años noventa y la década de los 2000, es la más sobria de la historia. Según un estudio internacional de HBSC, impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada vez son más los jóvenes que reducen su consumo de alcohol o incluso dejan de beber. Solo el 8% lo consume cada semana, una tercera parte de los que tenían su edad en 2006. ¿Son ahora más responsables? ¿Ha perdido el alcohol la mística que tenía en otros tiempos?
Sorprende que el mindful drinking, término acuñado por la periodista inglesa Rosamund Dean que se puede traducir como beber de forma consciente, haya calado incluso en un país como España, el segundo de la UE en cuanto a consumo de alcohol, superado tan solo por Portugal. Si hasta hace muy poco el abstemio era una especie de apestado social, continuamente requerido a dar explicaciones por no beber, hoy cada vez está mejor visto entre los jóvenes, que tienden a limitar el consumo de alcohol a eventos y momentos especiales.
El mindful drinking acepta que una alegre moderación es compatible con disfrutar de los placeres que ofrece la bebida. Su práctica implica ser consciente de los efectos del alcohol en uno mismo y buscar un equilibrio más saludable, en lugar de beber por hábito o por presión social. El objetivo es controlar y sentirse cómodo con el consumo etílico, sin necesidad de decantarse por la abstinencia total. Aplicaciones como Sunnyside, DrinkControl o DrinksMeter se puede controlar el número de copas que uno toma, el dinero que cuestan y las calorías que aportan.
Son cada vez más frecuentes los retos, desafíos e iniciativas que animan a hacer parones en el consumo de alcohol para que el cuerpo respire. Por ejemplo, el Dry January (enero seco), que surgió en el Reino Unido en 2013 y anima a los participantes dejar de consumir alcohol durante el primer mes del año como respuesta a los excesos navideños. Según algunos especialistas, incluso un corto período de abstinencia puede beneficiar la salud, mejorando aspectos como la calidad del sueño, y reduciendo la ansiedad y la depresión.
En general, existe una mayor concienciación entre los jóvenes respecto al cuidado de la salud y su aspecto físico, potenciado además tras la pandemia del covid. Es decir, los adolescentes no solo beben menos alcohol, sino que también fuman menos, se drogan menos y comen más saludable.
Un informe de Google publicado en 2019 revelaba que para el 76% de los miembros de la generación Z es muy importante controlar todos los aspectos de su vida en todo momento. El 86% considera que la salud mental es tan importante como la salud física a la hora de beber, el 70% cree que beber en exceso es una actividad "muy arriesgada" y el 41% asocia el alcohol con la vulnerabilidad, el abuso y la ansiedad. Por ello, cuando toman bebidas alcohólicas, prefieren que sean de baja graduación o directamente una versión sin alcohol.
La tendencia entre los jóvenes ha llevado incluso a acuñar un término para designar a aquellos que consumen menos bebidas alcohólicas: sober-curious, creado en el año 2018 por la escritora Ruby Warrington para referirse consumo controlado de alcohol, y que se ha convertido en un hashtag recurrente.
También hay que tener muy en cuenta las nuevas formas de socialización con la popularización de las redes sociales y otros hábitos de ocio. El botellón, aquella costumbre de los jóvenes de otras generaciones de juntarse en la calle para consumir alcohol, también está en franco retroceso. En 2020 casi un 10% de los españoles reconocía beber con los amigos en la calle. Hoy el porcentaje está por debajo del 7,4%. "Son muy importantes las nuevas formas de relacionarse. Ha disminuido el tiempo que los jóvenes pasan cara a cara y sus formas de juntarse son menos presenciales y más virtuales", explica en El Mundo Eva Leal López, miembro del equipo de investigadores de HBSC.
Mark Forsyth, autor de 'Una borrachera cósmica', ensayo sobre la función social del alcohol a lo largo de la historia, abunda en esta teoría: "Ahora los jóvenes pueden socializar en un mundo en el que nunca tienen que conocerse, nunca tienen que mirarse a los ojos (...) Una de las grandes razones sociales para beber es que relaja, facilita la socialización cara a cara, acaba con las inhibiciones... Los humanos siempre han bebido juntos, pero hoy los jóvenes no lo necesitan. Si no están en la misma habitación, tienen muchas menos razones para beber".
Todavía no es posible determinar cuál será la tendencia en la siguiente generación, la Alfa, los nacidos a partir del año 2010. Es posible que sigan la misma línea que la generación Z, pero también es factible que haya un repunte en el consumo de alcohol, teniendo en cuenta que en el mercado hay cada vez más bebidas alcohólicas de baja graduación similares a refrescos o cócteles de frutas.