David Bueno, neuroeducador: "El heavy tiene frases brutales para entenderte a ti mismo"

  • David Bueno se autodefine como neuroeducador y es el autor de 'El cerebro adolescente' (Grijalbo, 2021)

  • En 'Educa tu cerebro', su último libro, nos explica cómo cambiarlo, desarrollarlo y mejorarlo.

  • Se trata de un "manual para disfrutar de una vida más plena, digna, dignificante y empoderada". Conversamos con el autor.

'Educa tu cerebro' empieza por el epílogo. Como si se tratara del 'Club de los poetas muertos', el educador David Bueno quiere ofrecer al lector otra perspectiva de las cosas. Quería, asegura, que el libro "no acabe con la última palabra escrita, sino que esa última palabra sirva de inicio para que cada uno, cada lector, aproveche lo que más le convenga, de forma crítica; que nos abra a nuevos pensamientos pero sin ofrecer recetas que haya que seguir".

Lo que nos ofrece en este libro de divulgación es, pues, un manual para entrenarnos en el pensamiento crítico. La "mentalidad de crecimiento", como la llama él.

¿Podrías explicarnos como si tuviéramos cinco años la diferencia entre mente y cerebro?

Sí, el cerebro es un órgano biológico que se sustenta en neuronas, en neurotransmisores e impulsos eléctricos; la mente son las capacidades cognitivas, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras inquietudes. La mente surge del funcionamiento del cerebro.

¿Si la mente, es decir todo lo que somos, surge de nuestro cerebro eso quieres decir somos nuestro cerebro?

Bueno, nuestro cerebro genera y gestiona todos nuestros comportamientos y almacena todos nuestros recuerdos, las memorias, los aprendizajes, las experiencias. Ahora bien, nuestro cerebro se encuentra dentro de nuestro cuerpo, y está en constante comunicación con él. Por ejemplo, el ritmo respiratorio influye en el funcionamiento del cerebro pero el cerebro influye en el ritmo respiratorio; igualmente, el microbioma intestinal, las bacterias que están en nuestro intestino, están enviando señales al cerebro todo el tiempo y viceversa. Yo diría más bien que de alguna forma somos nuestro cuerpo y este incluye nuestro cerebro.

Tu libro está enfocado en el aprendizaje. ¿Hay una edad límite para que el cerebro aprenda cosas?

No, no la hay. Ya unas seis semanas antes de nacer, el cerebro del feto empieza a adquirir conocimientos del exterior a partir de las experiencias socioemocionales que vive la madre, y no para hasta el final de nuestros días, con excepción de aquellas personas que tienen algún tipo de enfermedad neurodegenerativa.

¿Cambia con el paso de los años la manera en que aprendemos?

Por supuesto que cambia. En la primera infancia aprendemos principalmente por instinto. Por ejemplo, no hay un sistema de aprendizaje cuando empezamos a hablar, se aprende a hablar por simple contagio, digamos. A medida que nos vamos haciendo mayores la capacidad del cerebro de almacenar información gracias a la ‘plasticidad neuronal’ (que es la capacidad de las neuronas de hacer conexiones nuevas entre ellas), que es máxima en la infancia y la adolescencia, va disminuyendo poco a poco. Pero lo compensamos muy bien porque adquirimos estrategias de aprendizajes. Siempre aprendemos sobre lo que ya sabíamos antes. Cuando somos adultos tenemos ya muchos conocimientos previos, lo que implica que cualquier nuevo conocimiento encuentra con más facilidad referentes dentro de nuestro cerebro, y aunque el cerebro ya no sea tan plástico, aprende con la misma eficiencia simplemente porque encuentra los mejores sitios donde almacenar información. Es un equilibrio entre la pérdida de plasticidad neuronal con un incremento de experiencia y conocimientos previos hace que siempre aprendamos de manera diferente.

¿Hay algo así como un envejecimiento cerebral y cuáles son sus síntomas?

Sí, como cualquier otro órgano, el cerebro envejece. Podemos notarlo en la creciente dificultad para almacenar las memorias recientes, el olvido; y se nota también en la reducción de lo que llamamos flexibilidad cognitiva, que es nuestra capacidad de ver alternativas diferentes ante una misma situación o ir cambiando nuestro curso de acción a medida que se van produciendo sucesos nuevos o que vamos adquiriendo conocimientos nuevos. En otras palabras, al hacernos mayores nos vamos a acostumbrando a hacer las cosas de la misma manera porque sabemos que nos funcionan bien.

¿Cómo podemos revertirlo?

No podemos revertir el envejecimiento cerebral, pero podemos ralentizarlo. ¿Cómo? Usándolo, es decir deteniéndonos ante determinada situación, ante un reto o problema, y en vez de responder rápidamente, pensar, pensar en alternativas, esto es entrenarlo como se entrena el cuerpo.

¿Qué es lo que llamas la ‘constante macabra’ en términos de aprendizaje?

Es en términos de aprendizaje esa tendencia que tenemos a clasificar las cosas de forma dual: o eres bueno o eres malo, o sabes o no sabes, o vas o no vas, cuando en realidad todos los aspectos de la vida son una gama de grises.

¿Cómo influye esta manera de ver las cosas en nuestro sistema educativo?

Influye cuando en un aula en la que hay muchos niños brillantes,de pronto hay un niño menos brillante y se le empieza a excluir o a mandar mensajes negativos. Tenemos la tendencia a dividirlo todo por simplicidad, y esa tendencia puede generar problemas en estudiantes que son perfectamente válidos y que al oír tantas veces que no, que no son capaces o que no pueden, se ven afectados de manera negativa. Eso termina influyendo en la manera en que se comportan con los demás y consigo mismos.

¿Están las sociedades actuales diseñadas para favorecer 'mentalidades fijas' antes que 'mentalidades de crecimiento' , para usar dos términos que usas?

Depende la sociedad a la que nos refiramos. Hay sociedades modernas en las que se prioriza la mentalidad de crecimiento, sociedades en las que el error no se ve como un punto final sino como un paso más de aprendizaje, y otras en las que el error excluye. En una 'mentalidad de crecimiento' pensamos que podemos seguir aprendiendo, pero si desde el entorno se nos dice que ya no vamos a poder avanzar más, esto nos lleva a la 'mentalidad fija'. En España están conviviendo ambas. De ahí la importancia, para mí, de haber hecho este libro: hay que empoderarnos de la necesidad. Transmitir la 'mentalidad de crecimiento', aprovechar el error como fuente de nuevos aprendizajes, no para apartar a algunos del resto.

Un libro sobre la neuroeducación que contiene citas de Metallica o Steppenwolf es más divertido ¿no?

Es el estilo de música que a mi me va, me motiva y me da muchas ideas. A veces escuchando las letras de estas canciones heavy resulta que tienen frases brutales para entendernos, para entender la educación y para seguir avanzando. Y sí, es más divertido.

¿Por qué nos empecinamos en enfrentar educación y diversión?

Tradicionalmente relacionamos la educación con algo muy serio, muy racional, o con el hecho de tener que esforzarnos aunque eso implique estar a disgusto. Yo creo que podemos buscar esa sensación, no te diré de estar divirtiéndonos todo el día, pero sí de estar razonablemente a gusto. Así los aprendizajes se fijan con más eficiencia. Esto no significa necesariamente aprender más sino estar más capacitado para usar esos aprendizajes.

Educar al cerebro suena a tarea tremebunda o a ejercicio intelectual exhaustivo ¿podrías recomendarnos tres pasos o hábitos que podamos hacer desde ya para empezar a optimizarlo?

Se trata de dar pequeños pasitos, de entrenarnos como entrenamos el cuerpo para correr una maratón. Podemos empezar por preguntarnos qué nos gustaría hacer o qué nos satisface. También pensar, leer, disfrutar de las ideas que genera nuestro cerebro, ser conscientes de que siempre podemos mejorar nuestros talentos habilidades y conocimientos. Todo eso implica decidir lo que queremos, escoger las habilidades queremos potenciar o probar. Da igual que nos salga bien o que no nos salga bien, eso es lo de menos. Lo importante es ir avanzando por el camino que nos haga sentir más satisfechos con nosotros mismos y con nuestro entorno. Eso es educar el cerebro para mí, y si lo hacemos bien lo estaremos transmitiendo a nuestros hijos o nuestros estudiantes. La idea es educar a nuevas generaciones capaces de ser más reflexivas y empoderadas, con una mayor capacidad de motivación intrínseca, mayor optimismo y por lo tanto mayor sensación de bienestar.