El colesterol alto sigue siendo uno de los principales factores de riesgo para la salud cardiovascular de toda la población. Se sabe que es corresponsable del 60% de las enfermedades del corazón, siendo estas la principal causa de muerte en nuestro país, especialmente en las mujeres. En concreto, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 63.291 mujeres perdieron la vida en España en 2021 debido a una enfermedad cardiovascular. Además, el colesterol alto es una de las enfermedades llamadas silenciosas, pues no provoca síntomas, dolores ni señales de alarma.
El colesterol es una sustancia grasa que está presente en todos los tejidos del cuerpo humano y es necesario para el normal funcionamiento del organismo. Sirve como materia prima para las membranas de las células y para la síntesis de hormonas como por ejemplo los estrógenos y andrógenos. Es necesario para el correcto funcionamiento del cuerpo, pero en exceso genera graves consecuencias para la salud al incrementar la probabilidad de enfermedad cardiovascular.
Existen otras sustancias lipídicas en la sangre además del colesterol. Entre ellas están los triglicéridos, cuya elevación también aumenta el riesgo de afecciones cardíacas. Los triglicéridos constituyen el principal tipo de grasa, junto con el colesterol, que se transporta por la sangre. Provienen en mayor medida de los alimentos de la dieta, aunque también pueden ser sintetizados por el hígado. Sirven para obtener energía, aunque si finalmente no son utilizados se acumulan en forma de grasa corporal. Los triglicéridos constituyen la mayor reserva de energía almacenada de nuestro organismo.
Los triglicéridos son un tipo de grasa que encontramos en la sangre y que nuestro organismo utiliza para obtener energía. Se crean en el intestino y en el hígado a partir de moléculas de los llamados ácidos grasos, algunas de ellas las produce el cuerpo y otras se obtienen a través de la alimentación. Tener un nivel de triglicéridos alto en sangre aumenta el riesgo de padecer una grave enfermedad cardiovascular, pues endurece o engrosa las paredes de las arterias con el riesgo que ello conlleva para el paciente. Pero no solo puede provocar enfermedades cardiovasculares, también juegan un papel muy importante en la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, hipotiroidismo o algunas afecciones genéticas poco comunes.
En cambio, el colesterol, es una sustancia cerosa que se encuentra en la sangre que el cuerpo utiliza para formar células sanas, en niveles elevados pueden aumentar el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca. El colesterol puede formar bolistas de grasa en los vasos sanguíneos, lo que impide que la sangre pueda fluir de manera correcta formando incluso coágulos, provocando un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular.
El colesterol unido a las proteínas se mueve por la sangre y se pueden diferenciar dos tipos. El colesterol HDL, también conocido como colesterol bueno, que recoge el exceso de colesterol y lo lleva al hígado, y el colesterol LDL, el que se almacena en las paredes de las arterias. Aunque ambos circulan en la sangre y tienen consecuencias directas en el sistema cardiovascular, lo cierto es que son diferentes tipos de lípidos cuyas funciones también son distintas. Los triglicéridos almacenan las calorías no utilizadas dando energía y el colesterol forma células y algunas hormonas.
Bajar los niveles de ambos es posible siguiendo algunas pautas tanto alimentarias como de estilo de vida. En ambos casos es fundamental hacer deporte y evitar la vida sedentaria, pues la obesidad y el sobrepeso son los enemigos directos de las enfermedades cardiovasculares. En el caso de los triglicéridos se puede disminuir la ingesta de calorías para bajar sus niveles.
La alimentación juega un papel muy importante en ambos casos: