A veces, avisa con un mareo o una sensación de debilidad extrema. Estos son dos síntomas de la anemia, un problema que se produce cuando no hay suficientes glóbulos rojos sanos o hemoglobina para transportar oxígeno a los tejidos del cuerpo. La hemoglobina es una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos y transporta el oxígeno desde los pulmones a los demás órganos del cuerpo.
Según la Clínica Mayo, existen varios tipos de anemia, con distintas causas, cursando de leve a grave. Dependiendo de su clase, puede ser una señal de una enfermedad subyacente.
Como decíamos, los posibles síntomas de la anemia son los mareos y la sensación de fatiga, pero hay otros que también pueden darse. Entre ellos, falta de aire, piel pálida o amarillenta, latidos cardiacos irregulares, dolor en el pecho, manos y pies fríos y dolor de cabeza.
Aunque el tratamiento depende de cada tipo de anemia, una alimentación sana puede prevenir algunos casos. Los nutrientes más adecuados para prevenir la anemia son:
Una alimentación rica en hierro y en vitaminas C y del complejo B son de gran eficacia para prevenir la anemia. Pero también debemos fijarnos en los alimentos prohibidos, esos que impiden la fijación del hierro en el organismo. ¿Cuáles son? Fundamentalmente, los lácteos, sobre todo los que llevan caseína y calcio, como la mayoría de los quesos. La soja y el ácido acético o vinagre también bloquean la absorción del hierro.
Pero si hay un grupo de alimentos desconocido en su implicación con la anemia son las infusiones. Consideradas sanas por sus propiedades diuréticas y depurativas, no todas son buenas para los pacientes anémicos. Estas son las que peor interaccionan con la enfermedad: