Después de las cataratas, el glaucoma es la segunda causa de ceguera a nivel mundial, según la Asociación Mundial de esta enfermedad, que se caracteriza por el daño del nervio óptico. Generalmente, se produce cuando se acumula fluido en la parte delantera del ojo. El exceso de fluido aumenta la presión en el ojo y daña el nervio óptico.
Hasta la mitad de las personas afectadas por el glaucoma no son conscientes de ello y no se tratan, ya que, según la doctora Sara Hernández, oftalmóloga y experta en glaucoma del Hospital Sanitas CIMA, “estos síntomas no se manifiesten hasta que se ha producido una pérdida visual irrecuperable”.
Existen determinados factores que elevan el riesgo de padecer glaucoma, como la presión intraocular elevada, antecedentes familiares, alta miopía, uso de determinados medicamentos o traumatismos oculares. De todos ellos, el único que en la actualidad es posible modificar es la presión intraocular elevada, y este es el objetivo habitual en los planes de tratamiento. En este sentido, la detección precoz es clave para poder implementar un plan de tratamiento destinado a ralentizar al máximo la progresión de la enfermedad.
Cualquier persona a cualquier edad puede padecer glaucoma, sin embargo, las probabilidades aumentan según se van cumpliendo años, de ahí la importancia de revisarse la vista a partir de los 50 años. Se estima que un 2% de la población de 40 años la padece. Además de la edad, existen una serie de factores de riesgo que pueden predisponer a desarrollarlo tales como, la miopía alta, la hipertensión ocular, tener antecedentes familiares de glaucoma, tener diabetes o hipertensión arterial o haber sufrido un traumatismo ocular. “Dentro de estos factores destaca el aumento de la tensión o presión intraocular”, explica el doctor Gonzalo Muñoz, director médico de Clínica Baviera, “una tensión ocular normal oscila entre os 12 hasta los 21 mm Hg, aunque la cifra puede variar de una persona a otra. Por encima de los 21 mm Hg es cuando existe riesgo de padecer glaucoma ya que esa alta presión puede causar daños en el nervio óptico. Sin embargo, no todo los casos de glaucoma presentan presiones intraoculares elevadas, por lo que hay que estar muy atentos a los demás factores”, añade.
La pérdida de visión provocada por el glaucoma se suele producir de forma muy lenta y suele afectar primero a la visión periférica lateral, llevando a lo que se conoce como visión de túnel o visión en cañón de escopeta. Además, estos síntomas no suelen hacerse patentes hasta que el nervio óptico no está seriamente afectado y los daños causados son irreversibles por lo que son fundamentales la prevención y el diagnóstico precoz.
El láser SLT es, a día de hoy, una opción de primera línea que permite retrasar la necesidad de utilizar colirios y, en aquellos que los utilizan, eliminar o reducir la dependencia de los mismos. “También tiene cabida en otros escenarios, siempre individualizados para cada paciente y el perfil de su enfermedad. Esta técnica aporta una ventaja diferencial muy grande, dado que permite reducir la dependencia de la medicación y, por tanto, mejorar la adherencia al tratamiento”, señala el doctor Muñoz. Por otra parte, existen nuevas y múltiples técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas, que permiten controlar la enfermedad y eliminar o reducir la dependencia de colirios.
La detección del glaucoma se realiza a partir de un examen oftalmológico completo que incluya al menos dos de las siguientes pruebas: medición de la presión intraocular, revisión del ángulo de drenaje del ojo, examen del nervio óptico, prueba de visión periférica y medición del espesor de la córnea.
Existen varios tipos de glaucoma. El más común es el de ángulo abierto. No suele dar síntomas hasta que hay una pérdida de visión, con un alcance de daño importante.
Otro tipo habitual de glaucoma es el de ángulo cerrado. Algunos de sus síntomas iniciales pueden incluir visión borrosa, halos de luz, dolores de cabeza leves o dolor en el ojo. Las personas con estos síntomas deben ser examinadas por un oftalmólogo tan pronto como sea posible. Además, el paciente puede experimentar estos otros síntomas: