Cuidar el hígado: la nueva forma de tener una buena menopausia
El libro 'Érase una vez el hígado' muestra la relación entre este órgano, el más grande del cuerpo, y los procesos menopaúsicos
El hígado no goza de la popularidad de la microbiota, del corazón o del cerebro; sin embargo, está involucrado en más de 500 funciones vitales
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Detrás de algunos problemas de salud, puede haber un trastorno metabólico. Esto es lo que le ocurrió a la nutricionista Amandine de Paepe. Antes de tener a sus dos hijos, la experta pasó por seis abortos. Fue entonces cuando comprendió que su problema no era puramente hormonal, sino que estaba relacionado con sus picos de glucemia y con un desequilibrio vitamínico.
Con su bagaje profesional, decidió entonces crear su propia empresa de complementos alimentarios y, años después, compartir su experiencia en su primer libro, titulado 'Érase una vez el hígado'. ¿Por qué se ha centrado en este órgano, tan poco presente en las páginas de salud de los medios?
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Factoría metabólica
El hígado no goza de la popularidad de la microbiota, del corazón o del cerebro. Sin embargo, está involucrado en más de 500 funciones vitales, algunas de ellas indispensables para la supervivencia. El hígado regula la mayoría de los niveles de sustancias químicas de la sangre y secreta la bilis, la sustancia que ayuda a transportar los desechos desde el hígado. Toda la sangre que sale del estómago y los intestinos pasa por el hígado, donde se procesa, descompone y equilibra tras eliminar muchas sustancias que pueden resultar nocivas para el organismo. Este mismo órgano crea los nutrientes necesarios para obtener energía y metaboliza los medicamentos de forma que el cuerpo pueda usarlos sin que resulten tóxicos.
Pero, además, desempeña un papel importante en la regulación y en la resistencia hormonal. Uno de sus principales problemas es el llamado hígado graso, cuando se acumula grasa en sus paredes y esa grasa da lugar a fibrosis (cicatrices) que pueden desembocar en cirrosis o cáncer de hígado. Cada vez más mujeres sufren hígado graso no vinculado al alcohol, lo que repercute en falta de energía, ganas de comer azúcar, insomnio, piel con imperfecciones y dificultad para perder peso. Muchos de estos síntomas también se dan durante la menopausia. La buena noticia es que son reversibles.
Cuidar el hígado, cuidar el cuerpo
En su libro, la investigadora Amandine de Paepe explica las principales estrategias para cuidar el hígado y, por tanto, prevenir los efectos descritos. "Para mí -explica- lo más importante es tener un menú compuesto en un 50% por verduras y hortalizas. Esto, que parece tan simple, rara vez se hace. Después, hay que añadir proteína de calidad, como algo de pescado o de carne. En cuanto a los glúcidos, solo hay que tomarlos cuando realmente necesitemos energía rápida. Si no vamos a hacer deporte, es inútil. Aún así, siempre aconsejo tomarlos antes de las 16.00 horas".
El otro responsable del hígado graso es el estrés. Asociamos esta enfermedad con la ingesta de alcohol, pero también puede darse con la toma de ciertos medicamentos y de algunos contaminantes con los que estamos en contacto. Pero, insiste la experta, es el estrés el peor agente para nuestro hígado. "Efectivamente, el estés puede hacer que el hígado sea resistente a la insulina, al igual que haría un alimento transformado, por ejemplo, el zumo de una fruta, en vez de la fruta", asegura la experta. En definitiva, si el hígado no puede efectuar sus labores de metabolización de nutrientes y de depuración, interferirá negativamente en los procesos hormonales involucrados en la menopausia, cuando hay mayor desequilibrio en las hormonas y en la absorción de la glucosa.