Los cuatro malos hábitos que te hacen perder memoria según cumples años
La dificultad para recordar cosas es uno de los problemas más habituales asociados al envejecimiento
El profesor Charan Ranganath identifica cuatro hábitos que aumentan el riesgo de que nuestra memoria falle
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A quién no le ha pasado eso de tener el nombre de alguien en la punta de la lengua pero no dar con él. Esta dificultad para recordar ciertas cosas es más frecuente a partir de los 50 años. Y es inevitable que el envejecimiento afecte al organismo, pero lo que sí podemos hacer es retrasar en parte ese deterioro; poner en práctica algunos trucos para mantener ágil la memoria de la misma forma que el ejercicio físico nos ayuda a frenar la pérdida de masa muscular.
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El profesor Charan Ranganath, director del Laboratorio de Memoria Dinámica de la Universidad de California (EEUU) y uno de los neurocientíficos más importantes en el estudio de la memoria, asegura que hay una serie de malas costumbres que afectan negativamente a la memoria. En una entrevista con BBC Mundo, el autor de 'Por qué recordamos: la nueva ciencia de la memoria' identifica cuatro hábitos en los que la mayoría incurrimos y que afectan a la capacidad de nuestro cerebro para recordar cosas.
No descansar lo suficiente
Con el paso de los años, tendemos a dormir menos. Y si a eso le sumamos problemas o preocupaciones de la vida diaria que afectan a la calidad del sueño, es muy posible que no descansemos las horas necesarias. "Sabemos que el cerebro cuenta con un sistema que drena las toxinas que se acumulan en él, incluida la proteína amiloide, la cual está implicada en la aparición del Alzheimer. Este sistema se pone en marcha durante la noche", explica Ranganath.
Por eso, si no dormimos lo suficiente "la función frontal del cerebro se reduce, lo mismo que su nivel de tolerancia al estrés, y por lo tanto, no es capaz de enfocarse debidamente", apunta Ranganath. También hay que tener en cuenta que además de expulsar elementos perjudiciales y recargar las baterías, por la noche el cerebro también organiza los recuerdos: "Dormir facilita la retención de información que hemos aprendido”.
Hacer varias cosas a la vez
La capacidad de desarrollar varias tareas a la vez está bien vista en un mundo tan competitivo y ajetreado como el actual, pero Ranganath advierte de que esto puede ser "muy malo" para la memoria: "La corteza prefrontal nos ayuda a centrarnos en lo que necesitamos hacer para alcanzar nuestros objetivos, pero esa maravillosa capacidad se empantana si saltamos continuamente de un objetivo a otro".
En realidad, según el experto, ponerse a hacer una cosa mientras se está haciendo otra solo nos conduce a no recordar lo que estábamos haciendo en primer lugar. Por eso recomienda concluir una actividad antes de iniciar otra, evitando también aquello que pueda distraernos.
Caer en la monotonía
El cerebro humano no está programado para recordarlo todo. Al contrario, es selectivo. "La mayoría de las experiencias que vivimos o de la información a la que hemos estado expuestos será olvidada", indica Ranganath. Así, solo aquellas experiencias relacionadas con el miedo, el deseo, la ira, la felicidad u otras emociones, capaces de liberar químicos como la adrenalina, la serotonina, la dopamina o el cortisol, terminarán fijados en nuestras neuronas. Romper con la monotonía y la rutina es, según el experto, la mejor manera de intentar preservar la plasticidad del cerebro.
Confiarse demasiado
Todos creemos que tenemos buena memoria hasta que en algún momento nos damos cuenta de que no es así. Un exceso de confianza puede ser negativo, ya que nunca ponemos a nuestro cerebro realmente a prueba. Y de esa forma cada vez trabaja menos. "El aprendizaje más eficaz ocurre en circunstancias en las que nos esforzamos por evocar un recuerdo y luego obtenemos la respuesta que buscamos", apunta.
Además de combatir estos cuatro hábitos, Ranganath explica que hay otras maneras de proteger nuestros recuerdos. Por ejemplo, “la alimentación puede hacer mucho, la dieta mediterránea ha demostrado tener muy buenos resultados a la hora de favorecer la salud mental”. Y, por supuesto, no hay que olvidar el ejercicio físico: "En particular el aeróbico, es bueno porque aumenta la secreción de sustancias que incremental la plasticidad y mejoran la vasculatura del cerebro”.