Los cambios de temperatura bruscos y la exposición al aire acondicionado hacen que haya resfriados casi en todas las épocas del año. Por esta razón, padecer los síntomas habituales de un catarro en pleno verano no es raro. Pero si alguno de estos síntomas persisten cuando ya nos hemos recuperado, quizá no se trate de un resfriado, sino de otro tipo de patología.
Algunos de los síntomas de un aparente resfriado pueden deberse a algún trastorno del tiroides, una pequeña glándula en forma de mariposa ubicada en la base del cuello. Su función es producir, almacenar y liberar en la sangre las hormonas tiroideas: T3 (triyodotironina), T4 (tiroxina) y calcitonina. Estas hormonas son esenciales para el desarrollo del sistema nervioso, regulan el metabolismo y son necesarias para controlar las funciones de todos los órganos de nuestro cuerpo, desde la frecuencia cardiaca hasta el metabolismo del colesterol y la glucosa o la fuerza muscular.
Para su correcto funcionamiento, necesita yodo, un micronutriente que debemos aportar a través de la dieta, fundamentalmente en crustáceos, mariscos, lácteos y algunas verduras.
Las principales enfermedades del tiroides son el hipertiroidismo, el hipotiroidismo, el nódulo tiroideo, el bocio, la enfermedad de Graves y la tiroiditis. Afectan, principalmente, a mujeres.
El trastorno más grave es el cáncer de tiroides. ¿Por qué se produce? En algunas ocasiones, el ADN de las células cambia de manera descontrolada que pueden formar una masa que recibe el nombre de tumor, ya sea beningo (no canceroso) o maligno. En España se diagnostican al año entre 4.000 y 5.000 casos, fundamentalmente en personas de entre 30 y 50 años.
La mayoría de los cánceres de tiroides no producen ningún síntoma. El más habitual es un bulto sobre la tráquea o en alguna otra zona del cuello. Es el síntoma más evidente, el que nos hace acudir a la consulta del especialista, pero hay otras señales que pueden indicar alguna patología tiroidea y que suelen pasar desapercibidas. Los expertos de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (AECAt) describen las siguientes:
Tener molestias en esta zona es habitual. Si es en el cuello, solemos achacarlas a una mala postura, especialmente si trabajamos frente al ordenador. El oído puede deberse a alguna pequeña infección tanto en la zona como en la boca. En la mandíbula, aunque menos frecuente, puede haber bruxismo o una enfermedad periodontal detrás. Sin embargo, descartados estos trastornos, puede haber un problema de tiroides.
Cuando hay un tumor o un nódulo, este puede comprometer el espacio por donde pasa el aire, haciendo que nos sea más difícil respirar en algunas posturas de cabeza. Si esto sucede, es importante contactar con el profesional médico.
En algunas épocas del año es frecuente sentir molestias en la garganta al tragar, especialmente cuando hace frío y hay muchos resfriados. Sin una causa lógica, no hay que sentir ningún malestar al tragar. Esta señal es especialmente importante en las mujeres menopaúsicas, el grupo que más acusa problemas de tiroides.
Las cuerdas vocales pueden verse afectadas por los niveles de hormonas tiroideas. Si son bajos, un efecto secundario es que se acumule líquido en las cuerdas vocales. Por su parte, si el tamaño de la tiroides aumenta por efecto de la enfermedad, las cuerdas vocales pueden resultar oprimidas, dándose una inflamación que puede producir ronquera.
La tos es un mecanismo de curación cuando estamos resfriados. Sirve para expulsar la mucosidad que se adhiere al sistema respiratorio. Por ello, aunque es molesta, no siempre hay que eliminarla. Sin embargo, cuando no hay un cuadro catarral, la tos crónica puede esconder varios problemas de salud; uno de ellos es la insuficiencia cardiaca y el otro, la enfermedad tiroidea.
Si al usar pañuelos, jerseis de cuello alto, corbatas o cualquier prenda que oprime el cuello sientes molestias en la zona, es probable que haya una inflamación en la glándula tiroidea. La sensación de presión en la garganta de manera continuada sí es motivo de consulta médica.