¿Y si resulta que todos somos gordófobos?

El momento de enfundarse el bañador puede vivirse de dos maneras: las personas que simplemente asumen su cuerpo y las que experimentan cierta incomodidad. El sentimiento de no estar a la altura de las expectativas, propias y ajenas, no es homogéneo. Según un estudio realizado por científicos de las Universidades de Murcia y Almería, el 50% de las adolescentes británicas de entre 12 y 18 años deseaba adelgazar. Otros estudios afirman que más del 80% de las mujeres no se sienten conformes con su cuerpo. Las etapas más conflictivas son la adolescencia y la menopausia, ambas con cambios relevantes en el cuerpo femenino.

Este es el terreno que abona la gordofobia, el rechazo explícito a las siluetas que no corresponden a una estética normativa de delgadez. Aunque puede parecernos una actitud extrema, los datos avisan de que es una tendencia extendida en la población.

Más en verano

"La gordofobia puede darse de manera más manifiesta en esta época del año porque el cuerpo y la apariencia física están más expuestos”, explica la experta en nutrición y psicología, especializada en obesidad, Andrea Arroyo, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La gordofobia tiene sus orígenes en una serie de causas sociales y personales, que van desde la idealización de la delgadez hasta la frustración de muchas personas por no poder conseguir los cuerpos que desean o creen desear, influidos por la publicidad, el cine y la moda. "Socialmente existen una serie de creencias limitantes y distorsionadas asociadas a que los cuerpos gruesos o gordos tienen que ser distintos a los no gruesos o no gordos, y son creencias negativas que no favorecen la aceptación de los cuerpos", destaca Arroyo, doctora en biomedicina, quien apunta que una de las razones por las que se produce la gordofobia es porque se ha perdido la llamada "neutralidad corporal".

¿Qué es la neutralidad corporal?

La sociedad impone unos cánones de belleza basados en excepciones que presentan algunas personas, pero que, en la mayoría de las ocasiones, son inalcanzables para el común de los mortales. Sucede con los rostros perfectos y los cuerpos esculturales, a veces cincelados por la genética y otras por el bisturí, o incluso las imágenes adulteradas gracias a la tecnología. Pero los hemos tomado como el ideal de belleza, sin tener en cuenta que no siempre será un objetivo alcanzable y que, en muchos casos, no tienen nada que ver con la salud y el bienestar.

En este contexto, la neutralidad corporal puede convertirse en una herramienta que permita a cada persona aceptar su cuerpo con naturalidad, independientemente de cómo sea. "Neutralidad corporal es no tener en cuenta la forma ni el aspecto de tu cuerpo en cuanto a su valoración", ya que "un cuerpo es igualmente válido independientemente de su forma, de su porcentaje de grasa y de su tamaño", razona la profesora. Se trata de cumplir con el repetido mantra de que hay que aceptarse a uno mismo tal cual se es, sin intentar convertirse en quienes no somos.

En este contexto, ¿tiene sentido la llamada 'operación bikini'? Para la experta, se trata de una estrategia comercial: "Tiene un fin meramente lucrativo y económico que no tiene en cuenta ningún tipo de criterio de salud. Lo que favorece es la mentalidad de dieta y comportamientos que pueden ser muy disruptivos, o directamente conductas de riesgo, como dietas muy restrictivas o severas, que ponen en riesgo la salud".

Microgordofobias

El temor a estar o parecer gordo está en todas partes. Un reciente artículo en la web americana Air Mail mostraba que el principal objetivo en la vida de la autora era perder cinco kilos y mantenerse en ese peso. La obsesión por mantener unos kilos determinados, muy común, es una de las señales de la gordofobia. Estar delgado es algo aspiracional, asociado, incluso, a un mayor nivel económico.

Esa aspiración generalizada provoca que todos, en mayor o menor medida, tengamos actitudes gordófobas en mayor o menor medida. En este último caso, nos referimos a las 'microgordofobias', que se traducen en comportamientos habituales y asumidos socialmente que, sin embargo, suponen una clara discriminación de las personas con sobrepeso.

Aunque la gordofobia se manifiesta principalmente a través de comentarios, burlas o mensajes estigmatizantes hacia las personas con sobrepeso, la realidad es que la microgordofobia, de forma inconsciente, promulga el mensaje en la sociedad de que los cuerpos gruesos deben ser combatidos. Y hunde sus raíces en el ideal de delgadez que se ha impuesto como normativo en la sociedad, hasta el punto de que la mera defensa de la diversidad corporal como contrapeso a la gordofobia es vista como una defensa de la obesidad.

Andrea Arroyo introduce algunos matices: "Aquí se confunden dos términos: una cosa es que aceptemos que hay diversidad de cuerpos y que todos tienen que ser igualmente válidos y haya una neutralidad corporal, y otra cosa es que aceptemos la obesidad y no hagamos nada para combatirla. Se están aprovechando de la situación, porque son dos cosas distintas".

No es diversidad, es enfermedad

En opinión de la experta, "Los cuerpos pueden ser distintos, pero otra cosa es que te quedes cruzado de brazos y no hagas nada para combatir la obesidad, que es el exceso de grasa que está científicamente avalado que tiene consecuencias para la salud". En este punto es importante distinguir entre la pérdida de peso por motivos estéticos o por motivos de salud.

El normopeso es el Índice de Masa Corporal (IMC) óptimo para una persona de acuerdo a su constitución y su estilo de vida. El IMC se calcula dividiendo el peso en kilos por la altura en metros al cuadrado. El peso adecuado está en un IMC de entre 19 y 23. ¿Qué quiere decir? En un peso adecuado puede haber una variación de más de 10 kilos, dependiendo de si estamos en la parte del Índice más cercana al 19 o al 23. Adelgazar en un normopeso obedece a cuestiones estéticas o de cierta gordofobia, pero la salud no estaría comprometida.

Sin embargo, cuando se supera un IMC mayor de 23, sí deberíamos adoptar una estrategia para perder kilos. El sobrepeso, estado anterior a la obesidad, cuando el IMC es superior a 30, es perjudicial especialmente en etapas menopáusicas con una distribución de grasa corporal mayor en cintura y abdomen. Puede anteceder a enfermedades graves como la diabetes o los trastornos cardiovasculares, además de influir en el estado de ánimo. En este caso, ante un sobrepeso o una obesidad contrastada, no se cuestiona la diversidad, pero sí se debe de poner coto a la enfermedad.