Autofagia o cómo comer para retrasar el envejecimiento

Cuando pasan los años el cuerpo poco a poco pierde fuerza, vitalidad y energía, cambios que son inevitables porque ocurren debido a la edad. En las personas que viven con altos niveles de estrés estos síntomas de envejecimiento se adelantan. Sin embargo, existen alimentos ricos en antioxidantes, vitaminas A, C y E, que ayudan a contrarrestar los efectos de la edad y dan salud a su vida. Aunque no exista una receta para evitar el envejecimiento, hay alimentos que puede regenerar el cuerpo.

No existe una dieta específica que retrase el envejecimiento porque, con los años, el cuerpo se desgasta al estar expuesto a factores que producen su oxidación. En la alimentación, los radicales libres son los causantes del deterioro de las células, por lo que hace al organismo más propenso a sufrir enfermedades y a la piel más sensible a bacterias que causan arrugas y resequedad.

Los seres humanos anhelan la eterna juventud desde hace siglos. Nuestro cuerpo es capaz de renovarse de forma totalmente natural o, más concretamente, de renovar sus propias células. Este fenómeno se denomina autofagia o autofagocitosis y proviene del latín “auto” que significa “por sí mismo” y del griego “phagein” que quiere decir “digerir”.

Gracias al estudio de los mecanismos de este fenómeno, el biólogo japonés Yoshinori Ohsumi ganó el Premio Nobel de Medicina en 2016. A partir de células de levadura, estudió con precisión los procesos que tienen lugar durante la autofagia y su papel en la salud de los seres humanos y pudo demostrar el efecto de la renovación celular.

El papel de autofagia en el envejecimiento

La autofagia es un proceso que renueva nuestras células de forma constante, evitando que se acumulen productos de deshecho y componentes que ya no funcionan bien. Las herramientas que la célula utiliza para ello son unas pequeñas vesículas microscópicas llamadas autofagosomas. 

Estos autofagosomas actúan de forma parecida a como lo hacen los modernos robots aspiradores domésticos. Es decir, se mueven por el interior celular y “engullen”, como si aspiraran el polvo acumulado, pequeñas porciones de la célula, convirtiendo todo lo que encuentran en energía y moléculas esenciales. Este proceso ocurre de forma constante, a una intensidad baja pero suficiente para mantener nuestras células en óptimas condiciones. Hasta llegar a renovar todo su contenido a lo largo del tiempo.

Además de controlar la calidad de las células, la misión de la autofagia es poner a disposición del cuerpo nuevas moléculas, como aminoácidos, ácidos grasos o carbohidratos. Por ejemplo, una proteína se descompone en aminoácidos, que pueden reutilizarse para formar nuevas proteínas. En consecuencia, el cuerpo se renueva y se limpia.

El sistema inmunológico también se beneficia. Gracias a este fenómeno, los patógenos o sustancias extrañas que han entrado en la célula pueden volverse inofensivos.

¿Cuál es la relación entre ayuno y autofagia?

Cuando te privas de alimentos durante mucho tiempo, tus niveles de insulina se mantienen bajos en todo momento. El organismo recibe la señal de que ya no obtiene suficiente energía a través de los alimentos y comienza a utilizar sus propias reservas.

En ese punto, se utilizan las reservas de glucosa de los músculos y el hígado, así como las células grasas. Luego llega el turno de las estructuras celulares dañadas y comienza precisamente la autofagia. La degradación de estas estructuras permite disponer de nuevas reservas. Y viceversa: si comes con mucha frecuencia, no pueden tener lugar estos procesos.

La autofagia y el ayuno intermitente están relacionados, porque durante el ayuno, el cuerpo utilizará sus propias reservas de energía. El papel de la autofagia es proporcionar al cuerpo los nutrientes necesarios durante una situación de emergencia.

Algunos estudios afirman que este fenómeno también ralentiza el envejecimiento. Según algunas investigaciones, el ayuno intermitente, el café, el déficit calórico y el ejercicio pueden estimular la autofagia. Todavía no hay estudios a gran escala que determinen cuándo comienza la autofagia o qué desencadena exactamente. Se trata de un tema fascinante tanto para la ciencia en general como para la medicina en particular.