"Ha sido un viaje complejo, aterrador e impredecible, y aún queda un largo camino para la recuperación". Así compartía Kate Middleton la última hora de su estado de salud, una vez acabada la quimioterapia a la que se ha sometido al cáncer que padece.
Los medios de que dispone la Princesa de Gales no son los de la media de cualquier paciente. Sin embargo, la carga emocional que puede sentir ante el fin de una etapa y la próxima fase del tratamiento es seguramente la misma que la de muchas otras personas. Tanto ella como su familia y su entorno cercano no son inmunes a la sensación de vulnerabilidad que se da en toda circunstancia amenazante. Gestionar esos sentimientos encontrados se convierte en otro objetivo que se añade a una lista ya de por sí larga y demandante.
La fase que comienza tras finalizar los tratamientos supone un reajuste. Es el momento de reincorporarse de nuevo a la vida anterior a la enfermedad. Pero no es una transición fácil. "En ocasiones, ocurre que en el momento de diagnóstico o durante el tratamiento activo, la persona diagnosticada centra toda su atención en los aspectos prácticos del proceso, posponiendo la gestión emocional para más adelante", explica Ana Monroy, psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
El periodo tras finalizar la fase de tratamiento está marcado por emociones intensas y a veces hasta contradictorias. "Es normal y tiene sentido que aparezca la alegría y alivio por haber puesto fin a una fase compleja, donde la persona ha convivido durante un tiempo con los tratamientos, sus efectos secundarios y todo lo que conlleva. En numerosas ocasiones estas emociones conviven a su vez con la presencia de miedo e incertidumbre, ya que, a pesar de poner fin a una fase compleja, con altibajos emocionales y la vivencia de momentos difíciles, comienza otra nueva -la fase de revisiones-, donde vuelve a estar presente la necesidad de conocer qué ocurrirá y pasará de ahora en adelante", afirma la experta, quien insiste en el miedo lo desconocido en la nueva fase como la emoción preponderante.
Gestionar la incertidumbre es algo siempre complejo, pero lo es aún más cuando hablamos de enfermedad oncológica. Quienes han pasado por ahí saben que hay que aprender a vivir con ella. "La incertidumbre aparece por la falta de información ante una situación futura que es importante para la persona. Por ello, es fundamental tener presente que cuando hablamos de gestión de la incertidumbre, el objetivo no va a ser dejar de vivirla, ya que para que esto suceda hay que disponer de información sobre aquello que ocurrirá en el futuro, y eso no es posible", asegura Ana Monroy.
Sin embargo, aceptar la incertidumbre no significa dejarse arrollar por ella. "No es posible eliminarla, pero sí se puede aprender a gestionarla para convivir con ella de una manera menos angustiosa. Cuando aparecen los pensamientos que conectan con posibles escenarios y temores futuros, es importante no evitarlos, a la vez que la persona pone su foco de atención en la información real y veraz facilitada por su equipo médico. Teniendo presente esta información, poco a poco va disminuyendo la frecuencia de preguntas tipo '¿Y si…?' poniendo el foco atencional en el momento presente, conectando con lo que está ocurriendo en el aquí y ahora", sostiene la psicóloga. "Esta estrategia permite a la persona pasar de la acción de preocuparse a ocuparse", asegura la experta; es decir, a empezar a trabajar de manera activa por la propia salud.
El diagnóstico de cáncer supone un enorme impacto emocional tanto para la persona diagnosticada como para los suyos, ya que genera un cambio importante en la vida familiar. Cada miembro de la familia afrontará el proceso de un modo diferente: Pese a ello, la psicóloga de la AEC recomienda algunas pautas:
Cuando la palabra 'cáncer' aparece en la vida de una persona, toda su vida empieza a girar en torno a la enfermedad, dejando de lado en muchas ocasiones otros aspectos importantes. Finalizar los tratamientos activos, como la quimioterapia, puede ser un buen momento para retomar el ocio o las actividades habituales. La psicóloga Ana Monroy comparte algunas maneras de volver a la rutina:
Como señala la experta, estos recursos también son aplicables a los familiares, ya que en ellos también se produce un cambio. "Los familiares se pueden haber visto obligados a cambiar su estilo de vida y sus prioridades, centrando sus esfuerzos en su ser querido diagnosticado, dejando a un lado actividades o funciones que antes del diagnóstico de cáncer realizaban. Una vez finalizan los tratamientos y la situación clínica está controlada, tienen que volver a retomar los diferentes ámbitos de su vida que habían dejado a un lado para centrar toda su atención en la persona enferma", afirma la psicóloga, quien recomienda pedir ayuda profesional como la prestada por la Asociación Española Contra el Cáncer. La entidad proporciona atención integral y gratuita a las personas afectadas de cáncer y sus familiares que lo precisen a lo largo de todo el proceso oncológico.