Ana Maiques y su 'gorro de los calambres': "La estimulación eléctrica podría ayudar en enfermedades neuronales”

Ana Maiques, economista e investigadora, sostiene que en el cerebro intervienen una serie de circuitos eléctricos, 'circuitería', que nos dan muchos datos sobre su estado y su funcionamiento. Analizando esos circuitos y actuando sobre ellos, se puede mejorar el estado de las personas que tienen enfermedades neuronales, como la epilepsia, la depresión, las demencias o el Alzheimer.  Aún queda camino, pero varios estudios están investigando cómo la estimulación eléctrica puede beneficiar a ciertos pacientes.

Convencida de esta premisa, Maiques ha combinado ciencia y empresa creando Neuroelectrics, una compañía pionera en el mundo que desarrolla tecnologías para analizar y mejorar el estado de nuestras conexiones neuronales y para tratar cerebros dañados. Defiende con pasión que las terapias eléctricas son el futuro, y que pronto podremos diagnosticar antes y tratar mejor las enfermedades mentales gracias a estas técnicas. Hablamos con ella de cómo funciona esta innovadora tecnología y cuándo podremos utilizarla para mejorar nuestra salud cerebral.

Innovación española

Entre el mundillo de los estudiosos del cerebro la imagen de Ana Maiques es la de una mujer a un casco pegado. En sus conferencias e intervenciones aparece con un llamativo gorro parecido a los de baño, pero lleno de electrodos, que es el aparato con el que realizan sus investigaciones. La visión de Ana es la de cambiar los tratamientos neuronales y demostrar que las terapias con corrientes eléctricas de baja intensidad aplicados con este particular “gorro de los calambres”, pueden ser un complemento a los medicamentos y tratamientos utilizados hoy, pero menos invasivo y más natural.

“Los tratamientos con corrientes eléctricas son milenarios. Hay jeroglíficos egipcios en los que aparecen personas con un pez eléctrico en la cabeza, porque sabían que la electricidad era eficaz para tratar el dolor. El tema ahora es cómo con la tecnología actual podemos utilizar la electricidad para ayudar a cerebros que están dañados”, explica Ana. “Los tratamientos con electricidad ya se están utilizando con buenos resultados -continúa-, por ejemplo, los electroshocks, pese a su mala fama, han salvado a muchas personas con depresión. Y hay implantes cerebrales de electrodos que eliminan con impulsos eléctricos los movimientos espasmódicos del párkinson. La diferencia en que nuestros tratamientos son de baja intensidad, menos invasivos, explica Maiques.

Una empresaria referente

La comunidad científica y la empresarial ha abrazado con esperanza la iniciativa y Ana ha cosechado numerosos reconocimientos. El IESE la designó como una de las emprendedoras menores de 40 años más influyentes de España en 2010. Recibió el Premio de la UE para Mujeres Innovadoras de la Comisión Europea en 2014. En 2015 y 2016, fue nombrada una de las mujeres más inspiradoras en la lista Inspiring Fifty de Europa. En el año 2019 formó parte del primer grupo asesor del Consejo Europeo de Innovación, y en 2023 fue premio Women Startup Awards en la Categoría Disrupción.

Los éxitos más llamativos de sus investigaciones se han dado en tratamientos para la epilepsia y para la demencia. “El año que viene termina un estudio clínico para demostrar que estos tratamientos son eficaces para la epilepsia. Si todo sale bien y lo aprueba la FDA, (la agencia que aprueba los medicamentos en EE. UU.) seríamos la primera empresa del mundo que consigue pasar este proceso. El estudio clínico en depresión terminará en 2026 y esperemos que la FDA apruebe también estos tratamientos”. Para la realización de estos ensayos, Neuroelectrics consiguió una financiación de 20 millones de dólares, y factura más de 5 millones anuales vendiendo su tecnología a centros de investigación de todo el mundo.

El complicado cerebro  

Sin embargo, para el deterioro cognitivo y el Alzheimer la investigación va más despacio. “En Alzheimer estamos estimulando en una frecuencia concreta que se llama Gama, para ayudar a mejorar las conexiones neuronales, y aumentar la actividad de las neuronas. Tendremos resultados en mayo de 2025. Es un tipo de estimulación no invasiva compatible con un tratamiento farmacológico y con los actuales ejercicios de estimulación cognitiva. Pero estamos testando su eficacia, aún no se puede comprar para usarlo en casa. El gorro nos permite analizar la capacidad cognitiva y las zonas en que la actividad disminuye, por lo que podemos actuar con más precisión en las zonas más afectadas por el deterioro”, explica.

En un mundo que envejece deprisa, donde los fallos de memoria y el deterioro de nuestro cerebro en inevitable, el gorro de diagnóstico y estimulación puede ser un salvavidas, si demuestra su eficacia. Ponerse el gorro en casa durante un rato y mejorar nuestras capacidades mentales suena a panacea universal, pero Ana ve lejana su aplicación es estos campos.

“La prevalencia de las demencias y del Alzheimer es un problema de salud pública enorme que sigue creciendo. Por otra parte, se trata de enfermedades muy complejas. Cuando se diagnostican, llevan tanto tiempo actuando en nuestro cerebro que ya son difíciles de revertir. Y luego es que todavía no sabemos cómo funciona el cerebro, en cada persona es diferente. Por ejemplo, en Alzheimer sabemos que las placas de amiloide son determinantes para producir el deterioro, pero hay gente que con placas considerables no tienen sintomatología, y otras personas que tienen pocas placas y no se acuerdan de nada, es muy complejo y todavía estamos lejos de encontrar una solución”, se lamenta.

Ensayos clínicos

No obstante, la investigación continúa, y en varios hospitales españoles se están llevando adelante ensayos clínicos para ver qué efectos tiene la estimulación eléctrica en pacientes con demencias. “Las estimulaciones eléctricas actuales se realizan con técnicas complejas que deben hacerse en hospitales. Nosotros apostamos por una estimulación más floja, pero que se pueda repetir mucho en casa, porque el cerebro es un organismo plástico que aprende, y repitiendo los estímulos en el tiempo, puede comportarse como nosotros queremos”.  

Ana ha probado el gorro, y asegura que no es doloroso: “notas como un picor al principio y al final de la sesión, pero no es doloroso. Luego te sientes más espabilada, más activa, es una sensación agradable” afirma.

Una de las dificultades de aplicar estas técnicas es la diversidad y complejidad del cerebro humano. No hay dos cerebros iguales, ni siquiera dos cerebros que funcionen de manera similar. En lo referente al cerebro, el concepto de medicina personalizada adquiere su sentido más propio. Y Ana y su equipo trabajan en un proyecto que parece de ciencia ficción.

“Nosotros lo llamamos neurotwins, se trata de hacer una copia digital de tu cerebro en el ordenador para probar en esa copia los efectos que tendría una determinada estimulación eléctrica, con una intensidad determinada y en una zona precisa, para ver qué es lo que te va a ir mejor. Pero sin tener que probarlo directamente en el paciente, sino prescribiendo un tratamiento que ya está visto que funciona para ese paciente en concreto. Es fascinante”.

El futuro

La CEO de Neuroelectrics está convencida de que la estimulación eléctrica de baja intensidad puede mejorar las capacidades cognitivas deterioradas por la edad o por enfermedades neuronales: “la estimulación eléctrica es el tratamiento del futuro para las enfermedades neuronales”, asegura.

Aún queda un largo recorrido para que podamos utilizar en casa el gorro de estimulación, pero son pasos como los de esta pionera los que nos permiten seguir avanzando.

Entre tanto Ana nos recuerda las cinco claves que las autoridades en neurología recomiendan y que se han demostrado eficaces para el cuidado saludable de nuestro cerebro: “ejercicio moderado y continuado, alimentación saludable, aprendizaje de nuevas habilidades, sueño reparador y la más importante, mantener unas buenas y variadas relaciones sociales”, concluye.

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