Ducharse es un hábito básico, no solo para nuestra higiene personal sino para nuestra salud, pero hacerlo todos los días no es lo que recomiendan los expertos. El uso repetido de agua y jabón puede provocarnos daños en la piel como picores, infecciones o reacciones alérgicas. Lo ideal sería ducharse cuatro veces por semana, según un estudio de Harvard, pero ¿es igual cuando hablamos de mayores de 65 años? ¿Con qué frecuencia deberían ducharse los adultos sénior?
La respuesta depende de varios factores como el estado de salud, la movilidad y la sensibilidad de la piel, pero en general los especialistas coinciden en que los adultos de la tercera edad están expuestos a más enfermedades o afecciones cutáneas si se duchan todos los días.
Con la edad, la película hidrolipídica, una barrera natural que protege la piel de las personas y mantiene su hidratación, se vuelve más fina y sensible a cualquier roce. Ducharse con excesiva frecuencia puede causar resequedad, irritaciones o incluso infecciones, comprometiendo la protección contra agresiones externas y acelerando la pérdida de hidratación.
La doctora Sylvie Meaume, dermatóloga y jefa del Servicio de Geriatría, Heridas y Cicatrización en el Hospital Rothschild, en Francia, indica que, a partir de los 65 o 70 años, lo ideal es usar jabón solo un día de cada tres, evitando frotar la piel con demasiada fuerza. Esta frecuencia también dependerá del calor ambiental y de otros factores como si se está atravesando alguna enfermedad o si la movilidad es muy reducida, porque el riesgo de sufrir algún accidente en la ducha o bañera aumenta.
Eso sí, la higiene es necesario mantenerla todos los días. El enjuague de rostro, axilas, genitales y pies debe ser diario para evitar infecciones y mantener el bienestar general del cuerpo. Además, no es necesario usar el gel de baño diariamente. En muchas ocasiones basta con utilizar un paño ligeramente humedecido en agua tibia y restregarse con él por las zonas o áreas estratégicas.
En casos donde la movilidad esté comprometida, como en personas con enfermedades crónicas o discapacidades, se pueden utilizar toallitas húmedas o baños de esponja, que resultan eficaces para mantener la higiene sin exponer la piel al agua de forma excesiva. También es cierto que algunos cuidadores de personas con demencia aseguran que en realidad es más fácil bañarse todos los días. Cuando la ducha se convierte en parte de la rutina diaria regular de alguien, es mucho menos probable que se resista.
Estas son algunas recomendaciones básicas avaladas por la ciencia para que la ducha sea más eficiente en las personas mayores: