¿Cada cuánto tiempo hay que cambiar el cepillo de dientes?
El lavado de los dientes es un pilar fundamental de la salud bucal, lo mismo que el estado del cepillo, cómo y dónde se guarda
No todos los lugares de un baño son seguros como para dejar el cepillo de dientes; si está muy cerca del inodoro, sustitúyelo ya por uno nuevo
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El cepillo de dientes no tiene el don de la inmortalidad. Aunque parezca que está nuevo cada cierto tiempo hay que sustituirlo ya que, tal como subrayan los expertos, es un pilar fundamental de la salud bucodental. En Uppers hemos preguntado a nuestro dentista preferido ¿cada cuánto hay que cambiar el cepillo de dientes? También nos ha explicado las razones por las que se debe reponer por uno nuevo.
Para mantener una buena salud bucodental es imprescindible que el cepillo de dientes esté en perfecto estado. Aun así, nuestro dentista avisa de que, en condiciones normales, el cepillo de dientes hay que cambiarlo obligatoriamente cada tres meses, ya sea manual o eléctrico. Una vez pasado ese tiempo, por un lado, pierde efectividad y, por otro, supone un riesgo para la salud de la boca.
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Esa pérdida de efectividad del cepillo de dientes es lógica pues con el uso continuado las cerdas se desgastan y dejan de ser tan resistentes con lo cual dejan de realizar su función de barrido y limpieza de la placa bacteriana de forma correcta. Con ello se compromete la salud bucodental con todas las consecuencias negativas que ello implica como el desarrollo de enfermedades, por ejemplo, gingivitis.
Nuestro dentista alerta de que el tiempo de uso del cepillo no es la única razón que impone su sustitución; su estado, las condiciones de mantenimiento y la propia salud del usuario también marcan la necesidad de cambiarlo antes de esos tres meses.
El estado del cepillo de dientes
En ocasiones, debido a la calidad de los materiales o a la fuerza que se ejerce a la hora de llevar a cabo la higiene oral, las cerdas del cepillo se doblan o se dañan antes de las 12 semanas, lo que obliga a su reemplazo. De este modo, conviene fijarse cada día en el estado de los filamentos del cepillo pues tienden a abrirse hacia afuera a medida que pierden firmeza. Además, cuando ya no están rectos no alcanzan muchos de los recovecos interdentales y no realizan una higiene completa de toda la dentadura. Con ello, ni se eliminan los gérmenes que proliferan en la boca ni la totalidad de los restos de los alimentos.
Por su parte, las cerdas de los cabezales de los cepillos eléctricos, que limpian los dientes girando y vibrando a gran velocidad, igualmente se desgastan, se deforman y se abren hacia fuera. En caso de que esto se produzca antes de los tres meses de uso habrá que sustituirlos enseguida.
En el estado general del cepillo de dientes influyen todas esas bacterias, microorganismos y residuos microscópicos que lo van colonizando en cada cepillado. Aunque sean imperceptibles a la vista, el dentista detalla que esos tres meses es el tiempo máximo para que si su uso prosigue ya empiece a suponer un riesgo para la salud.
Las condiciones del mantenimiento del cepillo
En las condiciones del mantenimiento entran en juego cómo y dónde se guarda. De este modo se debe prestar atención a la utilización del cepillo en sí mismo y a los pasos anteriores y posteriores al cepillado. Es decir, antes de cogerlo hay que lavarse las manos con agua y jabón y tras terminar se debe aclarar en profundidad el cabezal bajo el chorro de agua corriente hasta que no queden residuos de alimentos o de pasta dental. También se debe dejar impecable el mango y sacudir el exceso de agua. Por último, colocarlo en posición vertical para que se seque totalmente; la humedad es uno de los peores enemigos pues acelera la proliferación de microorganismos.
El lugar donde duerme el cepillo de dientes también es primordial. Por ejemplo, para evitar la contaminación cruzada cada miembro de la familia debe tener su propio espacio donde dejarlo separado del resto de cepillos. A su vez, debe estar a más de un metro del váter sin olvidar que siempre se debe tirar de la cadena con la taza bajada del inodoro pues las salpicaduras llenas de gérmenes son igual de imperceptibles que contaminantes.
Otro consejo del dentista es utilizar un cepillo desechable en los viajes. El hecho de meterlo en el neceser junto a otros productos de aseo, más aún si no está totalmente seco, lo puede infectar poniendo en riesgo la salud bucal. Además, ese encierro y la falta de ventilación del neceser tampoco son recomendables.
La salud del propietario del cepillo
Según destaca el dentista, las enfermedades, sobre todo en el caso de las respiratorias, las anginas, la gripe o una infección vírica o bacteriana, también deben adelantar la sustitución del cepillo de dientes. En este caso, no solo debe usar uno nuevo el enfermo en cuanto se recupere sino todas las personas que convivan con él para evitar el contagio. Por último, tras tratar una caries, una gingivitis, una periodontitis o cualquier otra infección bucal (extracción de una pieza) también hay que usar un nuevo cepillo para acelerar la recuperación.
El cambio del cepillo de dientes disminuye el riesgo de volver a introducir cepas de microorganismos que ya se habían tratado o curado y que pueden permanecer alojadas entre las cerdas del cepillo viejo.