Diabetes, sueño y cronotipos: "Cuando el reloj biológico no coincide con el horario laboral, el metabolismo se resiente"
Uno de cada siete españoles convive con la diabetes, una enfermedad cuya prevalencia se ha incrementado en más de un 40% en el último lustro
Tener un cronotipo de alondra, búho u oso puede determinar la sensibilidad a la insulina, lo que contribuye de manera determinante al desarrollo de la diabetes
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Vamos por la vida arrastrados de sueño. Y no es solo una frase. Una encuestra realizada en 2023 por la Sociedad Española del Sueño (SES), señala que más de la mitad de los españoles no duermen bien y solo 3 de cada 10 considera que tiene un sueño excelente. Según la misma encuesta, los españoles dormimos una media de 6,8 horas entre semana, frente a las entre 7 y 9 horas recomendadas por los expertos. Estas cifras ayudan a entender por qué la falta de sueño es algo crónico en la población.
No solo fatiga
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El cansancio y la falta de energía, incluso tener un humor de perros, son consecuencias directas de este mal dormir. Pero las implicaciones del sueño robado no se quedan ahí: la ciencia viene demostrando que el sueño incide en el metabolismo, en cómo nuestro organismo gestiona el aporte y la despensa de nutrientes.
Según datos de la Sociedad Española de Diabetes (SED), 1 de cada 7 adultos españoles convive con la diabetes, una enfermedad cuya prevalencia se ha incrementado en más de un 40% en el último lustro y que supone un gasto para el sistema sanitario español que supera los 14.000 millones de euros. Coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Diabetes, los expertos de la SES insisten la necesidad de incluir la educación en higiene de sueño en las estrategias de prevención de la enfermedad. "La evidencia científica demuestra que mejorar el descanso de los españoles podría ser una herramienta poderosa para reducir el riesgo de diabetes", sostienen desde la insititución.
Doble relación
Como explica María José Martínez Madrid, coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la SES, la evidencia científica ha demostrado una doble relación del sueño con la diabetes. Por un lado, diversos estudios han sugerido que un sueño insuficiente, tanto en duración como en calidad, incrementa la resistencia a la insulina, lo cual favorece el desarrollo de la diabetes tipo 2. Por otro lado, investigaciones lideradas desde el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia han mostrado que la privación de sueño altera los ritmos circadianos, afectando tanto el metabolismo de la glucosa como al apetito y la regulación hormonal.
"Los mecanismos detrás de la relación entre la falta de sueño y la diabetes son complejos y multifactoriales. Uno de los aspectos clave es la alteración en la secreción de insulina y la sensibilidad de las células a esta hormona. Diveros estudios han mostrado que la privación de sueño disminuye la sensibilidad a la insulina y aumenta la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol, lo que promueve la hiperglucemia y, en última instancia, puede contribuir al desarrollo de la diabetes", argumenta Martínez Madrid.
Según la experta, además, la falta de sueño tiene un impacto directo sobre los ritmos circadianos y la secreción de melatonina, una hormona clave en la regulación de los ciclos de sueño y alimentación. "Esta desincronización circadiana aumenta la predisposición a desarrollar resistencia a la insulina y a tener niveles elevados de glucosa en sangre", sostiene la portavoz de la SES.
Cronotipos y energía
Las personas respondemos a ciclos naturales de cambios físicos, mentales y de comportamiento que nuestro cuerpo experimenta cada 24 horas. Esos ciclos constituyen nuestros ritmos circadianos. La luz y la oscuridad los determinan en gran medida: los humanos solemos dormir cuando no hay luz solar y realizamos actividades durante el día. Sin embargo, no todas las personas responden a esta dinámica. El cronotipo personal, que depende de un delicado mecanismo hormonal en interacción con las fases lumínicas, va a hacer que estemos más activos en un momento del día o en otro.
Existen tres tipos de cronotipos: matutinos, vespertinos y medios, con diferentes carcterísticas:
- Matutinos. Son personas que necesitan irse pronto a dormir, hacia las diez de la noche, y que a primera hora del día, alrededor de las seis, empiezan a activarse. También se las conoce como alondras, un ave diurna que realiza su ciclo de actividades por la mañana.
- Vespertinos. Su ciclo es contrario al anterior porque a las seis de la mañana la melatonina alcanza su producción máxima. Rinden mejor por la noche y se van a la cama de madrugada. Por tanto, necesitan levantarse tarde, no antes de las once. A los vespertinos se les denomina búhos por su condición de ave nocturna.
- Intermedio. El pico más alto de producción de la hormona del sueño se genera a las tres de la mañana y su horario habitual de sueño es el convencional. Se les conoce como osos y representan a la mitad de la población.
Reconocer cuál es nuestro cronotipo nos ayudará a tomar decisiones sobre en qué momento o en qué franja horaria tendremos una mayor predisposición para desempeñar actividades y tareas diarias. Hacer coincidir el reloj interno con las obligaciones profesionales y sociales hará que podamos realizarlas con mayor concentración y energía. Pero no solo eso.
Diabetes, alondras, búhos y osos
En ese sentido, un estudio reciente liderado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Leiden (Países Bajos) y presentado en la última Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) concluía que las personas con cronotipo tardío o vespertino presentan un riesgo 46% mayor de desarrollar diabetes tipo 2. Otro estudio, publicado hace un año en la revista Annuals of Internal Medicine concluía también que las personas con cronotipo de búho veían aumentar en un 19% el riesgo de diabetes después de tener en cuenta otros factores de estilo de vida.
“Estos hallazgos coinciden con evidencia previa. En investigaciones anteriores ya se ha demostrado que los cronotipos tardíos suelen presentar una mayor resistencia a la insulina y un peor control glucémico que los cronotipos matutinos”, explica Martínez Madrid. Según la experta, la falta de coincidencia entre el reloj biológico de estas personas y sus actividades diarias crearía una situación de desajuste circadiano que tendría un impacto negativo sobre el metabolismo. "Cuando el reloj interno de una persona está desfasado respecto a sus horarios sociales y laborales se genera una discordancia entre las señales internas y externas, lo que impacta en la regulación hormonal y el metabolismo, y en última instancia incrementa el riesgo de enfermedades como la diabetes", concluye la experta.