La memoria funcional es una habilidad que nos permite utilizar la información. Nos ayuda a aprender y a ejecutar tareas básicas, y suele estar muy ligada a la atención. Ambas son funciones ejecutivas que nos ayudan a adquirir y darle sentido a la información nueva que recibimos. La memoria funcional es una habilidad mental básica que utilizamos desde temprana edad para aprender cómo realizar muchas tareas cotidianas.

La memoria funcional permite que nuestro cerebro retenga brevemente nueva información mientras sea necesaria a corto plazo. Es la capacidad para retener nueva información para que podamos asimilarla y emplearla de alguna manera. Así, nos permite retener información sin dejar de atender lo que estamos haciendo.

Los expertos aseguran que la memoria funcional es como como una nota adhesiva temporal en nuestro cerebro. Gracias a ella retenemos nueva información para que el cerebro trabaje con ella brevemente y la conecte con otra información previamente adquirida. Es en este punto donde la atención juega un papel importante en este proceso. La memoria funcional no es sólo para ser usada a corto plazo, pues ayuda al cerebro a organizar nueva información y utilizarla a largo plazo. Una memoria funcional limitada dificulta el uso de la información ya adquirida y aprendida.  

Los niños usan la memoria funcional todo el tiempo para aprender. Es necesaria para cosas como seguir instrucciones de varios pasos y para resolver un problema matemático mentalmente, y se sigue utilizando de manera diaria en la edad adulta. Reforzar la memoria funcional en el día es posible con algunos ejercicios o cambios de rutinas. 

Tras una lectura es fundamental crear una imagen en la mente sobre lo que se acaba de leer o incluso lo que se acaba de escuchar. Motivar a crear esa visualización ayuda a retener ese nuevo aprendizaje. En el caso de los niños, que son quienes más usan este tipo de memoria, por ejemplo, pídale que ponga la mesa para seis personas y que imagine cómo debería de verse e incluso que la dibuje. Al mejorar la capacidad de visualización, pueden describir o dibujar una situación perfectamente. 

Muchas veces explicar un hecho con palabras no es tan sencillo y es mejor pasar a la acción, para entender y organizar la información mentalmente. Si tu hijo está aprendiendo a andar en bici, pídele que te enseñe cómo hacerlo. 

Hay muchos juegos de hacer coincidir imágenes o cosas que pueden ayudar a trabajar la memoria funcional, como el clásico juego Memoria. No se necesita un juego físico, se puede hacer con una revista, periódico o tebeo y buscar ciertas palabras como las o la letra a. Las matrículas o placas de los coches también pueden ser una gran diversión.

Juegos de cartas sencillos pueden mejorar la memoria funcional de dos maneras, para recordar las reglas del juego, así como qué cartas tienen ellos y cuáles han jugado los demás.

Anotar y subrayar o resaltar un texto puede ayudar a retener información en la mente el tiempo suficiente como para poder responder preguntas al respecto. Leer en voz alta o hacer preguntas sobre lo leído también puede ayudar con la memoria funcional. Estrategias de lectura activa como estas también pueden ayudar en la formación de recuerdos a largo plazo.

¿Alguna vez se ha preguntado por qué los números de teléfono tienen guiones? Porque es más fácil recordar grupos pequeños de números que los largos. 

Usar múltiples sentidos para procesar la información pueden ayudar con la memoria funcional y la memoria a largo plazo. Anote las tareas que hacer y leerlas en voz alto ayuda. Usar estrategias multisensoriales puede ayudar a retener la información en su mente el tiempo suficiente para usarla.

Crear asociaciones que conecten los diferentes detalles y faciliten los recuerdos es crucial. Encontrar maneras de conectar la información ayuda a formar y recuperar la memoria a largo plazo. También ayuda con la memoria funcional, que es la que usamos para retener y comparar recuerdos nuevos y antiguos.