Solemos pensar que las grasas no son lo más saludable para nuestro organismo, y tenemos la razón hasta cierto punto. ¿Por qué? Básicamente porque existen unas grasas necesarias y que deben estar presentes en nuestra dieta por los beneficios que aportan al organismo, entre ellos la energía que ofrecen o la ayuda para la absorción de ciertas vitaminas o minerales. Entre esas grasas que deben estar presentes en la alimentación, por supuesto, no lo son las que contienen los productos ultraprocesados o las que hacen que los niveles de colesterol aumenten. Las que se deben ingerir con frecuencia son los ácidos grasos esenciales. ¿Sabes qué beneficios aportan o en qué alimentos pueden encontrarlos?
Esas grasas “buenas” se pueden encontrar en múltiples alimentos, en especial en esos que te permiten llevar una dieta equilibrada y sana en la que no falten nutrientes de ningún tipo. Entre esos ácidos grasos están dos de los más conocidos, el omega 3 y el omega 6. Al no poder producirlos el propio organismo, es necesario que los tomemos desde la alimentación para que no exista un déficit de estos, ingiriéndolos siempre de forma proporcional para que tampoco haya un exceso que conlleve la ingesta de más calorías diarias de las realmente necesarias.
Por una parte, pescados como el salmón, la caballa o la sardina son ricos en omega 3, así como algunos mariscos como pueden ser las ostras o los langostinos. Pero más allá de los productos marinos, este ácido graso puede encontrarse en algunos frutos secos, especialmente en las nueces y en otras semillas menos conocidas como las de chía o las de lino. Los aceites vegetales son una gran fuente de omega 3, en especial el de oliva, pero también otros menos utilizados como el de soja. Y uno de los alimentos con más niveles de omega 3 son las verduras de hoja verde, especialmente las espinacas y uno de los frutos de moda en prácticamente todos los hogares: el aguacate.
En otro orden, el omega 6 puede pasar muchas veces desapercibido, pero la parte buena es que suele tener presencia en alimentos en los que el omega 3 también la tiene, como el aguacate, la soja o las nueces. Aún así, hay otros frutos secos en los que también se pueden encontrar niveles considerables de este ácido graso, como en los pistachos, así como en otras semillas como las pipas de girasol.
Uno de los principales beneficios de la ingesta de alimentos que contengan ácidos grasos esenciales es la protección del sistema cardiovascular. La ingesta tanto de omega 3 como de omega 6, gracias a sus propiedades antiinflamatorias y anticoagulantes, permite que se reduzcan los niveles de colesterol, así como la presión arterial o los triglicéridos. Además, el omega 3 ayuda en gran medida a reducir las posibilidades de sufrir un infarto, una de las grandes preocupaciones que sufren las personas con el paso de los años, siempre que se también se mantengan otros hábitos de vida saludables, como el ejercicio físico.
El omega 6 tiene algunas características desconocidas para gran parte de la población, siendo una grasa que, gracias a las propiedades antiinflamatorias que antes se mencionaban, puede ayudar, a determinada edad, a aliviar los síntomas derivados de patologías como la osteoporosis o la artritis reumatoide. Es más, también permite controlar los valores de la insulina, siendo beneficioso en aquellas personas que sufren diabetes.
Siempre que se lleve una dieta variada no suele ser necesario el tener que tomar un suplementos de alguno de estos ácidos grasos esenciales. Aún así, al necesitar un equilibrio entre ambos, en ocasiones el especialista puede recomendarlo para que así los dos actúen compensados y puedan cumplir sus funciones en el organismo de forma eficaz.
Ya ves que algunos tipos de grasa son más que necesarios en nuestro cuerpo para prevenir o aliviar algunas enfermedades pero especialmente para proteger el sistema cardiovascular. Tanto el omega 3 como el omega 6 deben estar presentes en la dieta para el buen funcionamiento del organismo, ya que son grasas que el cuerpo no produce y que es fundamental aportarlas al cuerpo desde la alimentación con productos como pescados, verduras de hoja verde o frutos secos.