Tras el acopio de alimentos de primera necesidad al inicio del confinamiento, los españoles trasladamos el bar a nuestras casas. Un informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación indicaba entonces que las compras en bebidas espirituosas, cerveza y vino habían registrado un pico de venta en la semana del 30 de marzo al 5 de abril, con un incremento, respectivamente, del 79,3%, el 70,1% y el 62,6% frente a semanas anteriores.
Algo muy parecido ha ocurrido en Estados Unidos, donde el consumo de alcohol también se ha disparado. La novedad es que al consumo 'recreativo', se une otro alentado por los mitos que sacuden las redes: el alcohol puede destruir el Covid 19. La realidad es que no. Y no lo dice Uppers. Lo dice la Organización Mundial de la Salud.
Dentro de las bebidas alcohólicas, el alcohol etílico o etanol es la sustancia responsable de la mayoría de los daños que provocan su consumo. Está presente en el vino la cerveza, las bebidas espirituosas, las destiladas y en todo tipo de bebidas alcohólicas. Por desgracia, hay sustancias tóxicas que huelen muy parecidas al alcohol etílico y que pueden aparecer en bebidas adulteradas, causando daños graves. Es el caso del metanol, que también aparece en productos sanitarios, como algunas soluciones desinfectantes no aptas para el consumo humano.
Bulos y fakes atribuyen tanto al metanol como al alcohol etílico la capacidad de protegernos contra el coronavirus. De ahí las modas de enjuagarse la boca con bebidas alcohólicas o con soluciones desinfectantes. En el caso de las soluciones desinfectantes, si además las ingerimos, podemos provocar ceguera o graves daños renales. Por tanto, nada más lejos de la realidad. Pero antes de desmontar los falsos mitos, veamos lo que el alcohol provoca en el organismo.
En el corto y largo plazo, el alcohol afecta a todos y cada uno de los órganos de nuestro cuerpo. Los estudios demuestran que no hay un tipo de alcohol o de dosis más seguras que otras. Si se consume habitualmente, debilita el sistema inmunológico y, por tanto, reduce, nuestra capacidad para luchar contra las enfermedades infecciosas. Este factor de deterioro aumenta cuanto mayor es el consumo.
Incluso en pequeñas cantidades, su ingesta está relacionada con distintos tipos de cáncer. Además, produce alteraciones cognitivas (muchos accidentes de tráfico están relacionados con el alcohol) e impide una correcta toma de decisiones, una capacidad que, en época de pandemia, es más necesaria que nunca.
Entre los efectos más perniciosos está la alteración de la conducta. Según el informe de la OMS, el alcohol nos convierte en personas más violentas; es decir, nos hace más propensos a ejercer cualquier tipo de violencia.
Por último, un consumo de alcohol alto incrementa el riesgo de padecer neumonía y síndrome respiratorio agudo, una de las complicaciones más graves del Covid 19.
Volvamos al principio: las bebidas alcohólicas no evitan los contagios por Covid 19. Y la OMS lo demuestra desmontando los bulos más habituales. Te contamos cuáles son.
Tomar alcohol no destruye el virus y su consumo incrementa los riesgos para la salud si una persona resulta infectada por el virus. El alcohol (en una concentración de al menos 60% por volumen) funciona como un desinfectante para la piel, pero no tiene el mismo efecto cuando es ingerido.
El alcohol no tiene este efecto. Tampoco desinfectará la boca o la garganta. No da ningún tipo de protección contra el Covid 19. Su consumo reduce el tono orofaríngeo (del paladar al hueso hioides), aumentando las posibilidades de introducir patógenos en el organismo.
Ningún tipo de alcohol (cerveza, vino, bebidas destiladas o aguardientes) estimula la inmunidad o la resistencia hacia el virus. De hecho, el alcohol deteriora el sistema inmunológico y hace que nuestro organismo sea más vulnerable al virus y a todo tipo de infecciones. El alcohol provoca una reducción en el número de funciones de linfocitos, las células que protegen nuestro cuerpo. Como efecto colateral, el alcohol también puede producir desnutrición, un estado que favorece las infecciones y se asocia a ciertas enfermedades hepáticas.