Se acerca la primavera y los estornudos en los alérgicos empiezan a aparecer. En España se calcula que hay más de 12 millones de personas con alguna alergia y, de ellos, el 20% lo tiene al polen o a varios pólenes. Las molestias empiezan en febrero con las cupresáceas (típicos cipreses o arizónicas) y se prolongan durante los meses de verano. La clásica alergia estacional se convierte casi en perenne. Ahora bien, ¿cómo puede afectar la vacuna contra la covid-19 en las personas con estas alergias? ¿Se la pueden poner sin problemas?
Para obtener una respuesta correcta acudimos a quien realmente la tiene, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), que estos días se encuentra a pleno rendimiento para informar sobre las reacciones alérgicas de las vacunas que se van aprobando y también para desmentir rumores o noticias falsas que vayan circulando por las redes sociales a este respecto.
En cuanto a las personas alérgicas al polen, la SEAIC lo deja claro en un comunicado reciente: "Hay que resaltar que presentar una alergia a penicilina, a analgésicos o a pólenes o alimentos vegetales o seguir un tratamiento con corticoides tópicos o inhalados por ejemplo, no tiene por qué contraindicar la administración de una vacuna".
Además de esta afirmación tajante, la SEAIC también explica que las reacciones descritas con más frecuencia tras la administración de la vacuna de la COVID-19 (alrededor de 1 de cada 10 personas que la reciben) "son leves y consisten en dolor en el punto de inyección, cansancio, fiebre y dolores musculares. Las reacciones alérgicas son poco frecuentes, aproximadamente 1 de cada 100.000 vacunas administradas".
Descartando el polen como eximente para ponerse la vacuna, en algún caso sí que se puede llevar a cabo un estudio alergológico más profundo.
Según las recomendaciones publicadas por la Federación de Asociaciones Científicas Médicas Españolas (FACME), "las vacunas frente a COVID 19 solo están formalmente contraindicadas en aquellos que han sufrido reacciones alérgicas previas a sus componentes". Por ejemplo, en muchas vacunas se utiliza proteína de huevo para realizar el compuesto, y las personas alérgicas al huevo pueden pasarlo mal. Sin embargo, "en el caso de las vacunas de Pfizer y Moderna debe destacarse que incluyen POLIETILENGLICOL o PEG. Ninguna de las dos vacunas aprobadas hasta ahora contienen trazas de huevo ni antibióticos". La vacuna de Moderna, además, contiene TROMETAMOL (puede aparecer como excipiente en algunos fármacos).
Además, desde la SEAIC también matizan que "la alergia a estos excipientes es muy poco frecuente en la población general". Así, en los siguientes casos la FACME recomienda observar al paciente durante 30 minutos después de haberle sido inoculada la vacuna para valorar si desarrolla alguna reacción alérgica.
Para los casos de arriba pero con alergias graves, la recomendación de la FACME es evaluar el riesgo, dar consejos adicionales, valorar posponer la vacunación y, si se vacuna, observar durante un tiempo de 45
minutos. En cualquier caso, es necesario disponer de medicación para el tratamiento de una reacción alérgica en el lugar de administración y se debe garantizar una vigilancia al paciente tras haber recibido la vacuna.