Solemos pensar que la alopecia es un problema que afecta tan solo a los hombres, pero la realidad es muy distinta. Según las estimaciones de los especialistas, aproximadamente el 30% de las mujeres sufren la pérdida del cabello en algún momento de sus vidas, con todas las implicaciones psicológicas que esto conlleva. “El efecto psicológico de la alopecia en las mujeres es devastador”, afirma la doctora Gloria Abad, dermatóloga y miembro de Doctoralia, quien señala que este problema preocupa más a las mujeres que a los hombres. Y no es para menos. La escasa aceptación social de este trastorno y el canon de belleza actual, que identifica el cabello largo y lustroso como un símbolo de juventud y atractivo físico, pueden dinamitar la autoestima de estas mujeres, que en muchos casos acaban sufriendo graves trastornos de ansiedad, angustia o depresión.
Detrás de la pérdida de cabello en las mujeres podemos encontrar varios tipos de alopecia. La más común es la que se conoce como alopecia androgénica, un problema que suele afectar a las mujeres de mediana edad y que provoca una pérdida de la densidad capilar en la zona superior de la cabeza. Este trastorno suele relacionarse con factores genéticos, tal y como apunta la doctora Abad, aunque también puede aparecer por desequilibrios hormonales, con un incremento de los andrógenos y un descenso de los estrógenos. Los cambios suelen aparecer tras la menopausia y provocan la degradación de los folículos capilares. Como resultado, el cabello va volviéndose cada vez más fino y débil y, llegado un punto, los folículos dejan de producirlo.
La alopecia androgénica es la más habitual, pero no la única, ni mucho. Otro tipo bastante común es la difusa, también conocida efluvio telógeno, que provoca la caída repentina de grandes cantidades de pelo. En estos casos, las pacientes experimentan una alteración del ciclo biológico natural de su cabello. Como resultado, los folículos pilosos aceleran su crecimiento y pasan súbitamente a la fase de reposo, lo que trae consigo una pérdida muy llamativa del cabello durante los próximos meses.
Las causas detrás de este trastorno son muy variadas, aunque, por lo general, suele producirse tras situaciones de estrés o shock. No obstante, la doctora Abad señala que hay “alteraciones hormonales” que pueden provocar esta pérdida de cabello y que hay “muchos anticonceptivos que pueden producir alopecia difusa como efecto secundario”, así como un déficit de hierro. Por suerte, este problema es reversible y, una vez superada la situación que motivó el problema, el cabello vuelve a crecer.
Además de la androgénica y la difusa, también es frecuente la alopecia areata, que provoca una caída en parches circulares en distintas zonas del cuero cabelludo y que tiene un origen autoinmune. Otra posibilidad son las alopecia cicatriciales, que destruyen los folículos pilosos y que tiene un efecto irreversible. En este caso, el tipo más habitual es la alopecia frontal fibrosante, que provoca una caída en forma de diadema.
Independientemente de nuestra edad y sexo, los expertos señalan que es normal que cada persona pierda una media de entre 50 y 100 mechones al dia. Sin embargo, si empezamos a notar una gran disminución capilar o a encontrar una gran cantidad de cabellos sueltos en el cepillo, almohada u otros lugares semejantes, debemos preocuparnos y acudir a un especialista. “La mayoría de las causas de alopecia femenina se diagnostican con un análisis de sangre completo y un buen interrogatorio clínico por parte del médico”, explica la doctora Abad, que recomienda buscar un diagnóstico y un tratamiento lo antes posible. “Muchas alopecias son pasajeras y deben tratarse lo antes posible para obtener buenos resultados”, apunta.
Los tratamientos para curar la alopecia son variados y dependen de cada caso individual. En ocasiones, se puede solucionar con ayuda de cosméticos o de tratamientos orales o tópicos, mientras que en algunos casos es necesario recurrir a tratamientos quirúrgicos, como los populares trasplantes capilares. No obstante, si queremos prevenir estos problemas, la doctora Abad recomienda “llevar una buena alimentación y hacer un análisis de sangre una vez al año”.