Amparo Cano, investigadora en cáncer: "El confinamiento ha paralizado la investigación tres o cuatro meses"
Esta doctora de origen murciano ha comprometido su vida a conocer el camino de las células malignas desde que salen del tumor de origen hasta que alcanzan otro órgano o tejido. Sus resultados le han hecho merecedora del premio a la mejor investigación oncológica.
La metástasis es la principal causa de fallecimiento en los pacientes oncológicos. La clave ahora está en la detección precoz para impedir su avance y el control de las células durmientes.
No ve fácil una cura definitiva para el cáncer, pero está convencida de que los avances harán que le perdamos el miedo.
Metástasis. Su simple mención nos deja con el corazón en un puño. Esta palabra pesa más que muchas otras que vengan después porque, una vez escuchada, parece que no hay torna. ¿Por qué es tan devastadora? ¿Qué hace que se diseminen las células cancerosas de un tumor primario a otros órganos y puedan generar metástasis a distancia? Esta pregunta, que tanto desvelo ocasiona en los pacientes, despertó hace ya muchos años el interés de la doctora Amparo Cano, científica del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols (CSIC-UAM), y hoy empieza a tener algunas respuestas. Sus líneas de estudio dirigidas a entender ese proceso de invasión tumoral y la metástasis desde su etapa inicial han merecido este mes el premio a la mejor investigación oncológica por parte de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA).
Nacida en Cieza (Murcia) hace 68 años, enseguida tuvo que abandonar el pueblo natal para cumplir sus tempranas aspiraciones. Después de obtener su licenciatura en Biología por la Universidad de Valencia, continuó su periplo de formación en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en la de Michigan, en Ann Arbor, y en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Finalmente, en 1981, recaló de nuevo en la UAM y en ella aplica su conocimiento. Es autora de más de 125 publicaciones, ha registrado cinco patentes y asesora a diversos comités científicos y revistas de todo el mundo.
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Por edad, le tocó abrirse camino en un mundo con escasa presencia femenina, más aún en España, donde la sociedad tardó en dejar atrás esa cerrazón. Sin embargo, tenía ya el ejemplo de científicas apasionadas, igual que ella, por la biología molecular, como Margarita Salas. En la actualidad dirige el grupo de Mecanismos de Progresión Tumoral, que ha logrado identificar varias moléculas implicadas en el desarrollo de los tumores más frecuentes en humanos. La primera, la cadherina-E, clave para frenar el avance de las células tumorales hacia otros órganos.
Saber cómo y cuándo atacar
Hablar con ella y conseguir que baje a tierra algunos de sus conocimientos nos llena de alivio, aunque la inquietud nos lleva a una pregunta que puede sonar subversiva: ¿Por qué la metástasis sigue siendo tan difícil de subyugar? "Es un proceso muy complejo -contesta- e implica multitud de etapas desde que las células tumorales. Por eso es tan difícil su erradicación. Aunque tenemos que generar mucho más conocimiento e información para controlarlas, hemos aprendido mucho". Lo primero que ha empezado a entender es esa plasticidad epitelial, que permite a las células cancerosas separarse unas de otras y empezar a invadir el tejido adyacente. "Debería revertirse o silenciar para frenar su avance a ese otro órgano a distancia como puede ser el pulmón, el hueso, o el cerebro en el carcinoma de mama", explica.
Cano estudia qué otros componentes, además de las propias células, participan en el control de este proceso de plasticidad celular. Hay ya varias certezas que explican qué factores se dan en un órgano distante, como puede ser el pulmón, para crear un entorno favorable para el anclaje de las células tumorales. O por qué hay células que permanecen durmientes durante años y, de repente, se estimula su crecimiento. O qué hace que ciertos tumores metastásicos se ensañen especialmente con determinados órganos: el hígado en el cáncer de colon; o el hueso y el cerebro en el cáncer de mama. Por citar algún ejemplo.
Las misteriosas células durmientes
A medida que avanza en su conocimiento, la científica va encontrando motivos para el optimismo. "Existen varias líneas prometedoras, como la detección temprana de células tumorales en el torrente circulatorio, antes de que se desarrolle metástasis. Se encuentra en fases avanzadas de ensayos clínicos en varios tipos, como próstata, cabeza y cuello y mama. Otra línea de enorme potencial clínico es el control del proceso de activación de células durmientes, bien en sitios distantes o alojadas en la médula ósea". Destaca también el progreso en la resistencia a tratamientos que aparecen al cabo de un tiempo en diferentes cánceres y su incidencia en la recidiva del tumor primario y en la aparición de metástasis. "El uso de inmunoterapia en la metástasis, aunque incipiente, puede ser muy relevante en los próximos años", destaca.
Ovario y páncreas, los más resistentes
Quedan ciertos tumores que se resisten más al avance, como el cáncer de ovario, con alta capacidad metastásica, o de páncreas, un tumor que la doctora define "muy agresivo". "Su principal problema es el diagnóstico tardío. Esto no quiere decir que no se haya avanzado y mucho en el conocimiento de sus mecanismos biológicos, como muestran, en el caso del páncreas, los estudios recientes del grupo del profesor Mariano Barbacid. Hace menos de dos décadas el cáncer de pulmón también se diagnosticaba tarde y con mal pronóstico y hoy se ha revertido, en parte, esa situación".
Ahora uno de los asuntos que más le preocupan es la falta de recursos adecuados para la investigación oncológica a nivel estatal, cuya inversión está muy por debajo de la media de la UE. "Afecta a la investigación oncológica y a la consolidación de investigadores jóvenes que tendrán que liderarla en las próximas décadas". Es una situación que se ha visto agravada por la pandemia. "El confinamiento ha supuesto la paralización total de la actividad investigadora durante tres o cuatro meses. Todavía hoy, la investigación oncológica básica, al igual que en otras áreas, se encuentra en un 50-60% de actividad por las restricciones de ocupación en la mayoría de los centros. También en la investigación oncológica clínica, la primera ola de la pandemia obligó a mantener al mínimo la asistencia a los pacientes oncológicos y por limitar o disminuir considerablemente los ensayos clínicos que dependen de los pacientes oncológicos. La situación es algo mejor actualmente".
"Perderemos el miedo al cáncer"
Al preguntarle por un sueño, contesta que le gustaría anunciar un "método efectivo para la detección temprana de metástasis que permita su prevención". Es consciente de que a corto plazo es improbable, pero se muestra positiva con su aplicación en un tiempo prudente, al menos en tumores de próstata y cáncer de mama o de colon. El cáncer es tan heterogéneo, con orígenes, peculiaridades y evolución tan diferentes, que ve difícil una cura definitiva. "No existirá un único tratamiento, sino tratamientos más personalizados, como de hecho ya existen en muchos casos. Sí podremos prevenirlo en algunos casos, curarlo en otros y, sobre todo, convertirlo en una enfermedad crónica".
No podemos despedirnos sin antes saber si algún día perderemos el miedo al cáncer, si se nos dejará de encoger el corazón con la palabra metástasis. "Con todos estos avances -dice-, sí dejaremos de tenerle miedo a la enfermedad. Igual que ocurre con otras, aprenderemos a evitar los riesgos y a controlarla mejor cuando esta se produzca de forma inevitable".