Con los años, es normal que experimentemos cambios que pueden afectar negativamente a nuestra salud. Al llegar a la mediana edad, nuestras articulaciones se debilitan, los huesos son más frágiles y proclives a sufrir todo tipo de dolores y nuestro corazón, irremediablemente, pierde la fuerza que solía tener. Ante esta situación, es importante que realicemos ejercicio de manera habitual para ayudar a nuestro cuerpo a mantenerse sano y en forma, y uno de los más recomendables es la natación, un completo deporte que nos permite relajarnos al tiempo que trabajamos todas nuestras zonas musculares. Tanto si quieres bajar de peso como si quieres mejorar tu salud mental, estos son algunos beneficios que la natación puede aportarte en la mediana edad.
La natación es un deporte en el que entrenamos todo el cuerpo, desde los brazos hasta las piernas. Por ello, no es de extrañar que sea una de las mejores opciones a la hora de controlar nuestro peso y tonificar nuestro cuerpo. Nadar durante media hora a un ritmo suave puede ayudarnos a quemar 200 calorías, una cifra que podemos incrementar dependiendo de la intensidad del ejercicio y del estilo que empleemos. ¿Lo mejor? Que el riesgo de lesiones es mucho más bajo que el de otros ejercicios como el running o el ciclismo. No obstante, si eres nuevo en este deporte, es importante que antes de empezar tus entrenamientos escuches las recomendaciones de los monitores. Ellos te proporcionarán unos ejercicios acordes a tu nivel y te darán las directrices necesarias para que puedas ejecutar bien los movimientos.
Al nadar, debemos coger y expulsar aire siguiendo un ritmo si queremos evitar que el agua se nos meta en la boca o la nariz. Esto fortalece nuestro sistema respiratorio, ya que, al acompasar nuestra respiración a los movimientos que realizamos, nuestros pulmones aumentan de tamaño, se limpian y mejoran su fuerza y resistencia. Si quieres mejorar tu capacidad pulmonar o tienes problemas de asma, prueba a nadar de forma constante. En unas semanas empezarás a notar resultados.
Al nadar, el agua hace que nos sintamos más ligeros, lo que ayuda a disminuir la presión de nuestras piernas. Esto, unido al hecho de que debamos mover todos nuestros músculos para realizar el ejercicio, hace que estimulemos nuestro riego sanguíneo y mejoremos nuestra circulación, lo que convierte a la natación en un deporte ideal para quienes sufren de varices u otros enfermedades vasculares. Además, nadar de forma habitual nos ayuda a reducir la presión arterial y a aumentar nuestra resistencia cardiovascular, manteniendo en forma a nuestro corazón y reduciendo el riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca.
Al nadar, no solo fortalecemos nuestros músculos, sino que también reducimos la carga habitual que deben soportar nuestras articulaciones y nuestra columna vertebral. Esto ayuda a que nuestra espalda se relaje, minimizando los dolores y ayudando a mejorar nuestra postura. No obstante, si sufres de problemas de espalda, es recomendable que acudas a un especialista antes de tirarte a la piscina: él te dará un tratamiento adecuado y podrá darte consejos a la hora de empezar a nadar.
Más allá de la salud física, la natación también puede ayudarnos a mejorar nuestra salud mental y a sentirnos mejor con nosotros mismos. Sumergirnos en el agua tiene un efecto relajante que nos permite liberar tensión y reducir el estrés. La ausencia de ruido y la necesidad de estar concentrados en el ejercicio nos ayudan a apartar los malos pensamientos y problemas que podemos tener en nuestro día a día. Además, como ocurre con cada deporte, al nadar liberamos endorfinas, una hormona que actúa sobre nuestro cerebro para aliviar el dolor y mejorar nuestro estado de ánimo. Por eso, si estás pasando una mala racha, metete en la piscina. Si nadas con cierta frecuencia, también podrás descansar mejor, algo que, sin duda, te ayudará a mirar las cosas con otra perspectiva.