Incertidumbre, estrés, tristeza, ansiedad… son el conjunto de sentimientos que nos genera la pandemia. Ya van casi nueve meses luchando contra las cifras y eso, a nivel psicológico, nos pasa cada vez más factura. Una de las partes del cuerpo que se está viendo más afectada por la situación es nuestra boca. Los dientes desgastados, astillados o rotos son comunes desde que comenzó el confinamiento y el bruxismo es el culpable. En España, el 75% de los adultos aprieta los dientes durante el día o noche, según los datos de la Sociedad Española De Disfunción Craneomandibular y Dolor Orofacial. Hablamos con la doctora Ana Cabeza Martínez, odontóloga especialista en Estética dental y Bruxismo y miembro de Doctoralia para que nos explique cuál es el tratamiento y el peligro de no prestarle atención.
El bruxismo, según los datos se doctoralia, se ha convertido en el principal motivo de consulta odontológica desde el inicio de la pandemia. El hecho de abandonar nuestra zona de confort y enfrentarnos a nuevas situaciones pone de manifiesto este problema, así como la falta de ergonomía asociada al teletrabajo. "La pandemia ha conllevado un cambio de costumbres de forma inmediata y una gran incertidumbre económica que se manifiesta colateralmente en los dientes. Cada vez que estamos preocupados, sin darnos cuenta, descargamos tensión en nuestras muelas y esto provoca que se desgasten, astillen e incluso rompan", apunta la doctora.
Un problema que, además, se agrava con la edad. Según pasan los años, nuestros dientes, del uso, están más desgastados. "Nuestra boca cuenta con un desgaste fisiológico, es decir, que cuanto mayores somos, más la hemos utilizado y la capa de esmalte que recubre nuestros dientes, la dentina, es más finita, por lo que estos corren más riesgo de romperse", asevera Cabeza.
Y lo mismo ocurre si hablamos de fundas o implantes dentales. El riesgo de fractura es exactamente el mismo. "Que un diente sea natural o artificial no influye nada, todos se desgastan. Lo mismo pasa con las fundas cerámicas. Si nos cargamos los dientes que es lo más fuerte que nos ha dado la naturaleza, cualquier otro material lo vamos a romper", aclara la experta.
El bruxismo, pese a ser, tradicionalmente, algo asociado a la noche, Cabeza desmiente que sea así. "Se produce cuando estamos concentrados en algo, pensando. Es un error solo pensar que ocurre de noche. Pero en ningún caso hay que dejarlo pasar. Es recomendable visitar al dentista si se empieza a notar que las muelas están más desgastadas, si los dientes están más transparentes o agrietados, o si padece con frecuencia tensión en las cervicales o migrañas matinales".
Las férulas de descarga han sido, durante los últimos años, el tratamiento más utilizado para paliar las consecuencias bucales del bruxismo pero se tratan de un parche y no de una solución. Lo primero que debemos hacer es reconstruir las piezas y, una vez que estén en perfecto estado, podemos poner el protector específico que será el que evite que choquen unas con otras. "De esta manera se evita que se desgasten y que se pierda dimensión vertical del tercio facial inferior, que es irreversible y envejece el rostro”, afirma la odontóloga.
Por otro lado, nos pide que seamos especialmente cautos a la hora de elegir estas férulas y que no nos fiemos de cualquiera que encontremos por Internet. “Es necesario que cumpla unos requisitos específicos de calidad y que solucione el problema. Si no es así, puede perjudicar al paciente pudiendo alterar la mordida”.
No tratar el bruxismo a tiempo puede suponer graves problemas para la salud, más allá de roturas dentales. "Hay personas que manifiestan otros síntomas que abarcan desde la articulación temporomandibular (ATM) que une la mandíbula con el cráneo, dolores en los músculos faciales, especialmente en el músculo masetero, ruidos cercanos al oído (chasquidos), incluso es muy frecuente tener sobrecargadas las cervicales. Todo ello provocado por la tensión y presión que hacemos con nuestros dientes al juntarlos fuera de los hábitos normales de la masticación y de la deglución, y a las malas posturas que adoptamos cuando trabajamos frente al ordenador, en las 'home-office' improvisadas".