El cáncer de pulmón aparece, de forma generalizada, en la madurez. Cada año se diagnostican una media de 29.638 nuevos casos en España, según datos recogidos por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Es, además, la primera causa de muerte por cáncer, con una estimación de más de 22.000 fallecimientos anuales. Ante la ausencia de un programa específico de cribado a nivel estatal, la forma de prevenirlo queda, en mayor medida, en nuestras manos.
Te contamos las pistas iniciales a las que prestar atención, los factores de riesgo que podrían favorecerlo y las formas de prevención principales de la mano del doctor Jordi Remón, secretario científico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncólogo médico del Hospital HM Delfos, que atiende a Uppers por escrito.
Las pistas iniciales que deberían hacer saltar las alarmas son la tos persistente y la falta de aire, compatibles también con la enfermedad de la COVID-19. "Ante una tos persistente en la que se ha descartado origen infeccioso, sería aconsejable consultarse con su médico de primaria para valorar si es necesario realizar más exploraciones", afirma Remón.
La disnea o falta de aire es, al mismo tiempo, el otro gran síntoma inicial del que hay que estar atento. De experimentarla de forma corriente y una vez descartada su relación con una posible infección por COVID-19, es necesario consultar con el médico que nos suele atender para realizar algunas pruebas. Hay que hacerlo aunque no seamos fumadores. "Aunque asociamos siempre el cáncer de pulmón a pacientes fumadores, una proporción de los diagnósticos es en pacientes no fumadores", advierte el especialista oncológico.
Es a partir de los 60 años cuando se corre más riesgo de padecerlo. "Según un reciente registro del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP), la edad media de los pacientes con cáncer de pulmón en España es de 64 años". Los datos, según Remón, concuerdan con otros registros en otros países, en los que la edad media de diagnóstico se sitúa entre los 65 y los 70 años.
Lo cierto es que no hay programas específicos de cribado en el ámbito estatal para establecer un diagnóstico precoz, señala el experto. Sin embargo, sí que existen pruebas a nivel general que nos pueden dar una idea de que algo no va bien. "Diferentes estudios realizados en pacientes fumadores han demostrado que una TC (Tomografía Computarizada) anual de baja dosis puede detectar lesiones neoplásicas", subraya. Las lesiones neoplásicas se forman a partir de una masa anormal de tejido que tiene lugar cuando las células se multiplican más de lo debido y no mueren cuando deberían.
Aún así, Remón asevera que esta estrategia de cribado no está establecida de forma generalizada a nivel europeo.
Como se ha comentado, el principal factor de riesgo es el tabaquismo, que además de suponer la principal causa del cáncer de pulmón "se relaciona con otros cánceres", como "tumores del área otorrino-laringológica o cáncer de vejiga", además de otras enfermedades cardiovasculares. "En los últimos años parece existir una relajación por parte de la sociedad respecto a la ley antitabáquica, por lo que deberíamos reforzar la normativa", opina el experto.
De forma general, el factor hereditario no tiene apenas incidencia. Según afirma la American Cancer Society, los cambios genéticos que se asocian a esta enfermedad no se heredan, sino que se adquieren y construyen a lo largo de la vida. El ambiente y la exposición a sustancias químicas derivadas del humo de tabaco favorecen su aparición.
Dejando de fumar, simple y llanamente. "El cáncer de pulmón tiene un claro factor causal, el tabaquismo. Lo importante a día de hoy es concienciar a la población, especialmente a los adolescentes, de los riesgos del tabaco", pide Remón. "Los fumadores de hoy serán los pacientes oncológicos del mañana", advierte. El 22 % de la población afirma fumar a diario, según datos extraídos de EPData. Entre los 45 y los 54 años, el 29 % de la población masculina declara ser fumador. El porcentaje cae hasta el 26 % en la franja entre los 55 y los 64 años.
En caso de contraerlo, lo normal es que sí. "A día de hoy los tratamientos oncológicos, ya sea la quimioterapia, la inmunoterapia o los tratamientos dirigidos permiten que los pacientes puedan llevar una vida normal", indica el experto. "Los efectos secundarios se han reducido, impactando de forma leve en la calidad de vida de los pacientes en la mayoría de los casos", concluye.