Morirse de la risa. Es una expresión que todos hemos dicho o escuchado alguna vez. Pero jamás nos referimos al sentido literal de la expresión. Sin embargo, ¿sabías que lo que sí puede ocurrir es desmayarse por un ataque de carcajadas? Se llama cataplejía, es uno de los síntomas de la narcolepsia, un trastorno de sueño crónico e incapacitante que afecta al 0,05 % de la población española. Entre ellos está el periodista Jordi Évole, que sufrió un ataque en el plató de "El Intermedio" mientras El Gran Wyoming se preguntaba qué le pasaba. Acudió al programa a presentar su último documental sobre Pau Donés, 'Eso que tú me das' y entre bromas se empezó a reír tanto que, en un momento, apoyó la cabeza sobre la mesa, como si estuviera dormido. Al despertarse, explicó lo ocurrido. Hablamos con Rybel Wix, Responsable de la Unidad del sueño del hospital HM Sanchinarro y de HM Puerta de Hierro, para que nos explique de qué se trata este trastorno, si tiene solución y cómo afrontan la vida aquellos que lo padecen.
Es uno de los síntomas de la narcolepsia y se trata de una pérdida súbita del tono muscular, pero sin pérdida de consciencia. "Lo que le pasó a Jordi es que entró en fase de sueño REM pero estando plenamente consciente. Él estaba despierto, pero sus músculos estaban tan relajados que no podía sostenerlos. Primero pierde el tono del cuello, que es lo que hace que se caiga sobre la mesa, y después, si el episodio es más largo, se cae de lado", explica Wix.
Normalmente se trata de ataques breves, que no suelen llegar a los dos minutos. Cuando son graves, los pacientes no son capaces de mantener los ojos abiertos, tampoco de hablar ni de moverse pese a saber lo que les está ocurriendo. "Se asocia a emociones fuertes, ayer, por ejemplo, a la risa en el plató. Si nos fijamos él intentaba controlarse porque sabía que le iba a pasar, pero también está relacionada con esfuerzos físicos o sentimientos de ira, vergüenza o llanto”.
Por el momento, se desconoce a causa de qué se produce pero sí que "tiene que ver con un déficit en la producción de hipocretina, un neurotransmisor que estabiliza el sueño y la vigilia. Y no suele ocurrir de nacimiento, sino que es a partir de la adolescencia o incluso madurez cuando se tienen las primeras crisis", apunta la doctora.
El examen físico y la descripción de síntomas son las herramientas más recurrentes para identificar la enfermedad. Junto con ellas y para cerciorarse de que se padece la enfermedad se suele hacer un estudio inmunogenético y también una determinación de hipocretinas. "La cataplexia se suele tratar con estimulantes, el más usado es el oxibato de sodio que se toma en dos dosis, una al irse a dormir y otra a las cuatro horas, mejora el sueño nocturno y evita la somnolencia diurna. Por otro lado hablamos de inhibidores para la recaptación de serotonina y noradrenalina".
Lo que hacen estos tratamientos es que se reduzcan estos ataques y permiten a los pacientes hacer una vida normal, pero en ningún caso los eliminan de forma total. "Se trata de una enfermedad rara y los rangos son muy amplios. Además de la medicación, hay otros aspectos importantes en el tratamiento. Por un lado, hablamos de la higiene del sueño. Para estos pacientes tener una rutina concreta es fundamental, irse a la cama siempre a la misma hora y echarse una siesta a media tarde. Por otro lado, la psicoterapia también ayuda a identificar lo que puede producirlos", concluye la experta.