Los principales síntomas de la celiaquía son molestias tras cada comida y dolores gastrointestinales que no cesan, pero estos no son los únicos síntomas que puede experimentar una persona celiaca. Esta intolerancia al gluten provoca inflamación crónica y un daño progresivo en la mucosa intestinal. En nuestro país hay miles de personas que han sido diagnosticadas de celiaquía y sin embargo, hay muchas más personas que aún no han dado con un diagnóstico correcto.
Actualmente se estima que tan solo 1 de cada 7 celiacos están propiamente diagnosticados. El proceso para llevar a cabo el diagnóstico de estos pacientes casi siempre comienza con el médico de cabecera, especialmente en el caso de los pacientes adultos, pero es el gastroenterólogo, la figura profesional clave en el diagnóstico de la celiaquía. Sin embargo, a pesar de que los problemas típicos son bien conocidos y fáciles de identificar, los signos de la condición celiaca no siempre son claros y obvios.
La enfermedad celiaca es el resultado final de tres procesos que culminan en el daño de la mucosa intestinal: predisposición genética, el sistema inmunológico del individuo y el gluten. Este grano, tiene cuatro componentes proteicos (gliadinas, gluteninas, albúminas y globulinas), de las cuales las gliadinas (alfa, beta, gama y omega) y las gluteninas son las proteínas más abundantes del grano de trigo. Estas gluteninas son las responsables del daño intestinal en el enfermo celiaco.
Cada vez son más las personas mayores de 50 años que son diagnosticados con esta patología que con un cambio en la dieta consigue cambios asombrosos.
Los síntomas de la celiaquía en adultos con afectación gastrointestinal clásico, es una digestión pesada, con gases y malestares que aparecen, después de las comidas con gluten. Algunos pacientes con crisis recurrentes, llegan a presentar cuadros de intolerancia a la lactosa. En casos graves o más complejos, se presentan, insuficiencia pancreática exocrina y yeyuno-ileitis ulcerativa crónica (ulceras en el intestino delgado). Los síntomas de la celiaquía en adultos extraintestinales; pueden ir desde, dolores de cabeza, problemas de fertilidad en ambos sexos, pero más en las mujeres; hasta enfermedades cutáneas, neurológicas, del tiroides como hipotiroidismo etc.
Enfermedad celiaca clásica: La forma clásica de la enfermedad se caracteriza por síntomas graves de mala absorción, cambios de carácter, falta de apetito, títulos positivos de anticuerpos séricos y atrofia grave de las vellosidades en las biopsias del intestino delgado. Esta forma constituye la presentación característica de los niños entre 9 y 24 meses.
Enfermedad celicaca pauci o monosintomática: Actualmente es la forma más frecuente de enfermedad celiaca de la edad adulta, y puede cursar con síntomas intestinales y/o extraintestinales.
Enfermedad celiaca silente: No hay manifestaciones clínicas, pero sí lesiones histológicas características. Estos casos suelen descubrirse bien por una determinación de marcadores séricos indicada por sospecha clínica o bien por pertenecer a alguno de los grupos de riesgo.
Enfermedad celiaca latente: Se caracteriza por la existencia de una mucosa duodenoyeyunal normal en individuos que toman gluten en la dieta en el momento de ser evaluados, con o sin anticuerpos positivos, pero que en algún momento de su vida han presentado o van a presentar características típicas de la celiaquía.
Enfermedad celiaca potencial: Se refiere a aquellos pacientes que no han presentado alteraciones histológicas características de la enfermedad pero dadas las características inmunológicas y genéticas tienen riesgo de desarrollarla.
Enfermedad celiaca refractaria: Se refiere a los pacientes que después de retirar el gluten de la dieta siguen presentando síntomas hasta seis meses después.
El único tratamiento que hay para la celiaquía consiste en el seguimiento de una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. Esto conlleva la normalización clínica y funcional, así como la reparación de la lesión vellositaria.
La dieta sin gluten se basa en dos premisas fundamentales: eliminar todo producto que tenga como ingredientes trigo, espelta, cebada, centeno y avena, y excluir cualquier producto derivado de estos cereales (almidón, harina, sémola, pan, pasta, bollería y repostería).
El celiaco debe basar su dieta en alimentos naturales como legumbres, carnes, pescados, huevos, frutas, verduras, hortalizas y cereales sin gluten (arroz y maíz). Deben evitarse, en la medida de lo posible, los alimentos elaborados y/o envasados, ya que en estos es más difícil garantizar la ausencia de gluten.