La pandemia ha puesto en jaque nuesttros niveles de vitamina D. El sol es una de las principales fuentes por las que la sintetizamos y los meses confinados no han ayudado mucho. Ahora, un estudio realizado por la Universidad de Chicago asegura que las personas que tienen déficit de esta vitamina en el organismo tienen el doble de posibilidades de contagiarse de coronavirus. Además, si hablamos de mayores de 50 años faltos de vitamina D, el riesgo de hospitalización vuelve a duplicarse. Hablamos con Elena Alonso Aperte, Catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo para que nos explique cómo podemos sintetizarla y mantener unos niveles correctos ante esta segunda ola de la pandemia.
La vitamina D cumple diferentes funciones en el organismo, la más importante hace referencia al mantenimiento de la salud ósea. "Favorece el metabolismo del calcio y hace que el hueso se mantenga con una buena estructura, de vital importancia durante el envejecimiento", explica la experta.
Pero además de eso, en los últimos años diversas investigaciones han demostrado que esta vitamina también tiene una función protectora frente a determinados tipos de cáncer. "Su falta no produce cáncer, pero tener un estado nutricional bajo de esta vitamina está relacionado con mayor riesgo", añade Alonso Aperte.
A estos dos aspectos debemos sumarle un tercero, su papel frente al coronavirus. "La vitamina D influye en el sistema inmune y los suplementos han demostrado que se reduce la infección en la zona respiratoria. Nuestro estudio muestra que esto puede ser cierto en infecciones por coronavirus", asegura David Meltzer, doctor en el Centro Médico de la Universidad de Chicago y autor del informe.
La vitamina D se obtiene principalmente por tres vías. Bien sea por medio de la alimentación, a través de síntesis de la piel o gracias a suplementación. "Estamos ante una vitamina liposoluble y, por lo tanto, siempre está asociada a las grasas. En los alimentos está muy presente en el pescado azul, en los frutos secos y en los lácteos - si los tomamos desnatados hay que asegurarse que estén enriquecidos en vitamina-", apunta la catedrática.
Otra buena opción, es su absorción a través de la exposición solar. "Durante el confinamiento hemos perdido esta fuente, que en los países mediterráneos es la más común para la síntesis de esta vitamina. Además, ahora en segunda ola de la pandemia vemos que la población de riesgo está saliendo mucho menos a la calle. Lo idóneo sería que, aunque sea unos 15 minutos, haya una exposición en un balcón o una ventana que tengamos en casa para que nos de el sol en brazos y escote. Eso sí, siempre evitando las horas centrales del día", asevera.
El problema de estas dos fuentes es que, a medida que cumplimos años, perdemos eficacia en nuestras funciones, nos cuenta la experta. Se produce una menor absorción a nivel intestinal y también se reduce la capacidad de de síntesis en la piel. "A esto debemos añadir que con la edad comemos menos y es muy difícil llegar a la cantidad requerida de de algunos nutrientes como la vitamina D".
Por eso, a partir de la madurez se piden en los análisis de sangre marcadores que corresponden a esta vitamina para conocer los niveles y, a partir de ahí, si son bajos se empieza a valorar la suplementación. "En este caso es muy importante que sea bajo prescripción médica porque al tratarse de una vitamina liposoluble se acumula en el organismo y las pautas de administración en cada caso concreto deben ser diferentes”, concluye.
Un exceso de esta vitamina puede resultar perjudicial para la salud, ya que favorece la absorción de calcio a través del tracto intestinal, lo que puede producir una hipercalcinemia o, lo que es lo mismo, un exceso de este mineral en sangre.