El verano de las vacunas: cómo afecta el calor a nuestro sistema inmunitario y qué hacer para reforzarlo
El estrés térmico y la falta de sueño por el calor son los culpables de que se debilite
Con ayuda de Melio, te explicamos qué puedes hacer para mantener un sistema inmunitario fuerte
Según cumplimos años, comienza a experimentar cambios que afectan a la forma en que nuestro organismo reacciona a los patógenos
Desde que comenzó la crisis del coronavirus, nuestro sistema inmunitario. Encargado de proteger a nuestro cuerpo frente a amenazas externas, siempre hemos escuchado que el frío lo debilita y que según cumplimos años comienza a experimentar cambios que afectan a la forma en que nuestro organismo reacciona a los patógenos. Sin embargo, ¿te has planteado alguna vez que el calor y las altas temperaturas del verano también afectan e interfieren en la salud? Algunas infecciones respiratorias tienen variaciones estacionales, disminuyendo en los meses de verano, mientras que otras, entre las que se encuentra el coronavirus, no se ven afectadas y por lo tanto requieren de un sistema inmune robusto. Pese a que probablemente ya estés vacunado con al menos una dosis, recordamos que es posible infectarse y, por lo tanto, toda precaución es poca.
El estrés térmico y la falta de sueño: los culpables de que se debilite
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Seguro que lo has sufrido, aunque no hayas sido consciente de ello. El estrés térmico es ese sentimiento de angustia e incomodidad que tienes durante una ola de calor y aparece cuando el cuerpo no es capaz de deshacerse del exceso de temperatura y que lleva a un aumento de la frecuencia cardiaca. Algunos estudios (realizados en animales) demuestran que este estrés térmico por calor puede repercutir en la capacidad de nuestro sistema inmunitario para combatir las infecciones y generar una respuesta eficaz a la vacunación. "Si estos resultados se extrapolan a personas, podría indicar que es necesario evitar la exposición a altas temperaturas durante largos periodos de tiempo, en especial, después de inocularse una dosis", nos explican desde Melio, una plataforma online de análisis de sangre, otra de las razones por las que hay que evitar tomar el sol tras la inyección.
Además, si eres de los que lo pasan mal por las noches en las que el mercurio está disparado, tu sistema inmuntario también se verá afectado. "Una función inmunitaria óptima requiere un sueño adecuado, ya que las personas que no lo tienen son más propensas a enfermar tras exponerse a virus". Esto se debe a los cambios en la producción de citoquinas, que son unas pequeñas proteínas cruciales para controlar el crecimiento y actividad de otras células del sistema inmunitario.
¿Qué puede hacer para reforzarlo?
Los virus respiratorios, entre los que se encuentran la COVID-19, sobreviven mejor en ambientes fríos y húmedos que en los cálidos. Esto no es de extrañar ya que lo vemos en enfermedades más comunes como la gripe, que es mucho más habitual en los meses de invierno que en verano. Además, nuestro cuerpo tampoco reacciona de la misma forma ante todas las temperaturas. "Tras varios días de exposición al frío, se observa una mayor producción de citoquinas proinflamatorias, que son pequeñas proteínas que facilitan la comunicación intercelular y activan la respuesta inflamatoria", explican desde Melio.
Pero esto no ocurre solo cuando hablamos de frío natural, también ocurre cuando pasamos largos periodos de tiempo con el aire acondicionado a temperaturas muy bajas. "El aire frío disminuye la movilidad de los cilios respiratorios, que son estructuras en forma de pequeños pelos presentes en gran parte de nuestro tracto respiratorio y que se encargan de arrastrar continuamente la mucosidad junto con el polvo y los patógenos hacia la nariz, expulsándolos fuera del cuerpo o hacia nuestro tracto digestivo”". Por eso, para nuestro sistema inmunitario es mejor que no pongamos la refrigeración muy fría y que no nos incida de manera directa.
Además, como hemos podido ver por la evolución del virus, los espacios cerrados y poco ventilados son los peores enemigos para las infecciones, que son mucho más comunes en invierno. Ahora que ha llegado el buen tiempo, debemos aprovechar para realizar más actividades al aire libre, que nos dará también un chute a la vitamina D, que cumple un papel fundamental en nuestra respuesta inmunitaria. "Unos niveles bajos de vitamina D pueden aumentar el riesgo de infección de enfermedades respiratorias (incluida la COVID-19) y autoinmunes", apuntan desde Melio.
Por el momento, se desconoce el tiempo exacto de exposición al sol requerido para satisfacer las necesidades diarias, ya que depende de muchos factores, como el tipo de piel, la hora del día, la estación del año... En general, se considera suficiente exponer nuestras manos, antebrazos y piernas sin protección durante 5-10 minutos al mediodía o 30 minutos por la mañana o por la noche.