La vacuna contra el coronavirus se ha convertido ya en todo un hito para la ciencia por la rapidez en conseguirla y también en la mayor esperanza para la Humanidad, que la ve como el salvavidas para recuperar la vieja normalidad. Sin embargo, siempre ocurre, existen reticencias por parte de determinadas personas para inyectarse las dosis que les pueden salvar de los efectos graves de la covid-19. En Uppers hablamos con expertos psicólogos de ifeel para adentrarnos en la mente de estas personas y saber cómo podríamos convencerlos de que finalmente se vacunen.
Existen diversos motivos, desde el punto de vista de la psique, por los que una persona puede llegar a tomar esa decisión. Para los profesionales de ifeel, son las siguientes:
Desconfianza
"Era de esperar que con la llegada de la vacuna contra la Covid-19 estos individuos también expresaran la misma actitud que el resto de antivacunas. Al margen de las personas más afines a este movimiento, existen otras muchas personas que, contagiadas por los mensajes que todos escuchamos, se plantean dudas sobre los riesgos de esta vacunación y van reproduciéndolas en sus conversaciones, favoreciendo que se extiendan las reticencias a recibirla", comentan los psicólogos.
Presión de grupo
"Uno puede estar muy convencido de que desea ponerse la vacuna pero, si a su alrededor va escuchando cada vez más voces en contra o que, como mínimo, dudan de la conveniencia de esta, se ponen en marcha mecanismos de adecuación al pensamiento dominante en un determinado entorno para no quedar descolgado", explican.
Miedo a lo novedoso
Nos ponemos vacunas cuando nos vamos (íbamos) de viaje a países exóticos, o cada otoño cuando llega la campaña de la gripe. Sin embargo, con la de la covid-19 puede haber otros miedos. "Para explicar por qué, hay que tener en cuenta que, en el caso de esta vacuna, la interpretamos como algo que la ciencia 'se ha sacado de la manga prácticamente de repente' sin que haya una trayectoria detrás que nos permita estar más familiarizados con esta enfermedad", dicen.
Falta de conocimiento teórico sobre las vacunas
A pesar de toda la pedagogía hecha en los últimos meses, "la población general no dispone de un conocimiento teórico suficiente sobre cuál es el mecanismo en el que se basan las vacunas, cómo se sintetizan y quiénes son los encargados de hacerlo y de supervisar el proceso", y eso, a juicio de los psicólogos, puede "generar en muchas personas la percepción de que esta vacuna se ha generado demasiado deprisa".
Miedo al compromiso
Por último, existe la opción de que "una persona que no quiere vacunarse por su interpretación de los mensajes se convence a sí misma de que esta vacuna no es segura, fijándose solo en que no tiene pruebas de que sea segura en lugar de recordar que tampoco tiene pruebas de que no lo sea. Esta persona prefiere que sean otros quienes se expongan: ella no va a tomar esa responsabilidad. Si esos otros acaban formando el 'grupo' de inmunidad que evite que ella se tenga que poner la vacuna, tanto mejor".
Lo primero que hay que hacer es distinguir si el rechazo viene motivado por razones políticas y extremistas o si realmente es por miedos infundados. En el primer caso no hay mucho que hacer, pero en el segundo los especialistas de ifeel nos dan una serie de consejos que podemos aplicar.
Reflexionar sobre los verdaderos motivos
Más allá de repetir impulsivamente los comentarios de rechazo que oyen por ahí, ya sea en broma o en serio, aquellas personas que hayan tomado la decisión de no vacunarse o de esperar unos meses para hacerlo deben pensar por qué no quieren ponérsela. No estamos hablando de cualquier decisión, sino de una que puede tener importantes consecuencias para la salud individual y colectiva.
Valorar detenidamente las ventajas de vacunarse
Debe contemplar todos los escenarios posibles tanto si la persona se vacuna como si no. Por este motivo, las personas que se plantean no vacunarse o que han decidido no hacerlo deberían sopesar también qué ventajas podrían obtener de la vacunación, es decir, por qué es bueno que ellas se pongan la vacuna. Si esto se hace en serio es muy probable que muchas de ellas cambien su opinión.
Tener referentes de vacunaciones
Muy a menudo, el miedo viene de lo desconocido, de la incertidumbre o de la falta de información. Hemos visto imágenes de ciudadanos, políticos y sanitarios poniéndose la vacuna. Esto es muy importante y sirve como un ejemplo muy potente a la hora de animar a otras personas a administrársela. Si además, el público percibe que las personas que salen en los medios vacunándose son ejemplos con los que se pueden identificar (personas de su edad, de su profesión, de su clase social) o bien son personas que por su autoridad o su celebridad le dan confianza, pasará a considerarlos como referentes
Disponer de información veraz
Contra la desinformación, información. Una campaña de vacunación de estas características debería estar acompañada de un potente componente didáctico, es decir, no solo informativo sino también formativo. Las personas, especialmente aquellas más reticentes a vacunarse, necesitan saber qué grupos se vacunarán con prioridad, dónde y cuándo, en qué consiste … pero también es útil que sepan qué es una vacuna, qué efecto tiene en la salud pública, qué efecto tendría el no administrarla, qué efectos secundarios reales deben esperarse…
Gestionar el 'encontronazo' con quienes se niegan
Todo el mundo es libre de no querer vacunarse, pero también lo somos de querer mantener ciertas distancias con aquellas personas a las que consideran un riesgo para su salud o que no mantienen una actitud preventiva marcada por la responsabilidad y la prudencia. Como siempre, practicar los buenos modales, la paciencia, la empatía, el respeto mutuo, la escucha y la asertividad son herramientas muy útiles para mantener la paz de las relaciones. No pretendamos cambiar a quien no quiere hacerlo, demos ejemplo de manera constructiva y evitemos temas conflictivos.