Estás a punto de cumplir los 55 y podrás empezar a beneficiarte de algunas ofertas creadas para los mayores de esa edad, de viajes a audífonos pasando por 'happy hours' en peluquerías o dentistas. Pero la verdad es que no te sientes tan mayor y también te ves más joven. Tu sensación tiene una razón científica detrás: tu edad cronológica puede ser de 55, pero la biológica puede tener unos cuantos años menos.
La edad cronológica es la que marca nuestra fecha de nacimiento. La biológica se corresponde con nuestro estado funcional interno y es un concepto fisiológico que informa sobre el envejecimiento de nuestras células, tejidos, órganos y sistemas. Así lo explica la doctora Mercedes Samaniego, médico de Doctoralia.com: "la edad biológica es la 'edad del organismo', la que tienen las células y los órganos de nuestro cuerpo. Está influida por factores genéticos, así como por la alimentación, hábitos tóxicos (alcohol, tabaco...) y hábitos deportivos”.
Médicamente, se considera que el proceso de envejecimiento depende en un 30% de nuestros genes (genoma) y en un 70% de nuestra interacción con el entorno (ambioma). Por esta razón nuestra capacidad para influir en nuestro propio envejecimiento y nuestra calidad de vida es muy elevada.
Al conocer nuestra edad biológica podemos actuar sobre el 70% del proceso de envejecimiento. Cuando comprendemos qué hábitos de vida influyen en él, podemos llevar a cabo las modificaciones necesarias para prevenir posibles patologías. Además de los hábitos o estilo de vida, también hay factores biológicos que nos encuadran en uno u otro grupo de edad.
La ciencia no se pone de acuerdo en cuántos años podemos retrasar el envejecimiento conociendo nuestra edad biológica y los mecanismos que la regulan. Algunos estudios hablan de una ralentización de entre cinco y 12 años. Los más optimistas cifran en 20 los años que podemos ganarle la partida al tiempo. Porque lo que sí se sabe es que a menor edad biológica, menos enfermedades. "Una persona de 60 años pero con una edad biológica de 50, tendrá, en principio, menos enfermedades de las que le 'corresponderían' por edad ya que la edad de sus órganos es, en principio, de un individuo más joven", explica la doctora Samaniego.
Existen distintos análisis para poder determinar la edad biológica, pero su interpretación y valía no son unánimes. "La edad biológica se calcula utilizando unas tablas pero no siempre se pueden considerar muy fiables. En el cálculo se tienen en cuenta pruebas de esfuerzo, función inmunológica, genética, densidad ósea, muscular, respiratoria y medición de estatura, lugar de residencia del paciente o edad de fallecimiento de los padres", explica Samaniego.
Sin embargo, parece que estamos más cerca de un 'código biológico' fiable. Un estudio de la Universidad de Stanford ha analizado las relaciones entre diversos biomarcadores de seis órganos vitales con el proceso de envejecimiento. Según este estudio, estos son los órganos y los parámetros que hay que tener en cuenta para calcular la edad biológica:
Si calcular los anteriores parámetros puede resultar complicado, hay otras maneras de calcular la edad biológica. Comprobar el estado de los seis elementos anteriores está al alcance de algunas clínicas privadas especializadas en anti-ageing y no parece que vaya a implementarse en la sanidad pública, aunque sería muy útil en una medicina pensada en la prevención más que en la curación. "La edad biológica es un parámetro que pueden tratar de calcular algunas clínicas privadas y las compañías de seguros de cara al cálculo de primas a la hora de contratarlos. La sanidad pública, en principio, lo podría plantear en tanto en cuanto pueda hacerse una medicina preventiva de cara al bienestar de las personas y poder así prevenir enfermedades degenerativas y que se producen con la edad, como por ejemplo alzhéimer, cánceres o ictus", señala Mercedes Samaniego.
Sin embargo, es posible calcular nuestra edad biológica de acuerdo a otros indicadores, más amplios, que tienen que ver con la salud, el historial médico familiar y el estilo de vida. Y aquí cuenta tanto las enfermedades de las que murieron tus abuelos como la cantidad de alcohol que consumes al día o la relación que tienes con tu pareja. Entre los indicadores más importantes: